Su brillante factura y su seriedad de fondo —compatible con un excelente sentido del humor— la convierten en la mejor película española de la temporada hasta la fecha. Adquieren entidad dramática y moral las certeras reflexiones que plantea la película sin deformaciones políticas ni ideológicas, con un humanismo de amplio espectro, realista y optimista a la vez, casi nada discursivo e incluso con sus sabrosos aderezos de incorrección política. A pesar de incluir una breve escena sexual, totalmente innecesaria.
ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título Original: 15 años y un día. |
SINOPSIS
Narra la relación entre un adolescente conflictivo y su abuelo Max, un militar retirado que vive en un pueblo de la Costa de la Luz. Cuando Jon es expulsado del colegio, Margo, su madre, decide enviarlo lejos para que Max lo meta en cintura. No le será fácil. A Jon le gusta bordear el peligro, y el ex militar es un hombre de costumbres que se ha asentado en un punto muy cómodo de la vida. Los dos se enfrentarán a sus limitaciones y a sus miedos.
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CRÍTICAS
[Jeronimo José Martín – COPE]
Hija del prestigioso productor guipuzcoano Elías Querejeta, la madrileña Gracia Querejeta se ha consolidado como una de las cineastas españolas más interesantes gracias a películas como “Una estación de paso”, “El último viaje de Robert Rylands”, “Cuando vuelvas a mi lado”, “Héctor” y “Siete mesas de billar francés”. Tras cinco años dedicada a diversas series televisivas, ahora regresa al cine con “15 años y un día”. Se trata de un notable drama familiar, dedicado a su padre y galardonado con la Biznaga de Oro a la mejor película y la de Plata al mejor guion en el Festival de Málaga 2013. Lo ha escrito con otro vástago de un prestigioso cineasta, Santos Mercero, hijo de Antonio Mercero, fogueado hasta ahora en la pequeña pantalla.
Jon (Arón Piper) es un conflictivo adolescente de San Sebastián, huérfano de padre. Cuando envenena al perro del vecino y le expulsan del colegio por tres meses, su madre, Margo (Maribel Verdú), decide enviarlo con su propio padre Max (Tito Valverde). Desde que se separó de su esposa (Susi Sánchez), este rígido militar retirado vive solo en un pueblo de la Costa de la Luz, donde mantiene un intermitente romance con una sensata policía del lugar, la agente Aledo (Belén López).
Las relaciones entre abuelo y nieto no serán fáciles, pues a Jon le gusta meterse en líos con los malotes del pueblo —liderados por el ecuatoriano Nelson (Pau Poch)—, mientras que el ex militar es un hombre de costumbres y reglas muy asentadas, que le llevan a poner a Jon un profesor particular de su misma edad, el inteligente y sensible Toni (Boris Cucalón). El único contrapunto amable para Jon será Elsa (Sfía Mohamed), una chica de origen marroquí, dulce e inocente pero tenaz, que trabaja en un locutorio por las mañanas y en una peluquería por las tardes.
Al igual que “Siete mesas de billar francés”, este sexto largometraje de Gracia Querejeta padece una cierta desigualdad narrativa e interpretativa, sobre todo en la trama de intriga en torno a los chavales del pueblo. Además, la directora madrileña incluye esta vez una breve escena sexual, totalmente innecesaria. De todas formas, las caracterizaciones de los personajes principales están muy logradas, de modo que el joven Arón Piper confirma las buenas vibraciones que generó su trabajo en “Maktub”, mientras que Maribel Verdú y Belén López protagonizan un duelo electrizante en una de las mejores secuencias de toda la filmografía de Gracia Querejeta. Y, sobre todo, a pesar de sus arritmias, el guión mantiene un alto nivel de calidad literaria, frescura y veracidad.
De este modo, adquieren entidad dramática y moral las certeras reflexiones que plantea la película sobre las consecuencias dramáticas de la ausencia del padre —que Gracia Querejeta ya afrontó magníficamente en “Héctor”—, las soledades compartidas o sin compartir que genera el individualismo dominante, el creciente desconcierto de los adolescentes y de sus padres, el papel de los abuelos, los diversos estilos de educar, la necesidad de comprender y perdonar, la conveniencia de la formación cultural… Todo ello —como es habitual en el cine de Gracia Querejeta—, sin deformaciones políticas ni ideológicas, con un humanismo de amplio espectro, realista y optimista a la vez, casi nada discursivo e incluso con sus sabrosos aderezos de incorrección política. En fin, que su brillante factura y su seriedad de fondo —compatible con un excelente sentido del humor— convierten a “15 años y un día” en la mejor película española de la temporada hasta la fecha.
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