Si hay algo que se percibía en la 79ª Gala de Medallas del Círculo de Escritores Cinematográficos (CEC) era el respeto y el cariño de tantos actores, directores, guionistas, técnicos, productores… a la asociación que premia la excelencia del cine español desde 1945: El Círculo de Escritores Cinematográficos.
Robot dreams, Cerrar los ojos, La sociedad de la nieve, Chinas, La vida de Brianeitor, Los asesinos de la luna, 20.000 especies de abejas, Saben aquell, Que nadie duerma fueron las películas premiadas en la 79ª edición de las Medallas del CEC. La Medalla de honor fue entregada al director, guionista y productor Álex de la Iglesia por toda su carrera, mientras que la Medalla a la labor de promoción del cine se le otorgó al productor Enrique Cerezo, presidente de EGEDA.
Asimismo, cobran especial relevancia los premios a la labor periodística, que fue para la periodista Julieta Martialay, directora de la revista Fotogramas; la Medalla a la labor literaria, entregada a la editorial Hatari! Books, por su labor desde su fundación, lMedalla Platino Educa de la Solidaridad (Ficción) a la película Chinas, de Arantxa Echevarria y la Medalla Platino Educa de la Solidaridad (No ficción) al documental La vida de Brianeitor, de Álvaro Longoria.
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CinemaNet ha entrevistado al crítico de cine Jerónimo José Martín, presidente del CEC desde 1998, y secretario general desde 1993.
Los premios del CEC se celebran desde 1945. Según los comentarios de los premiados y lo que resonaba en la Gala, estos galardones han tenido “momentos dorados”. ¿Puedes destacar algunos de esos periodos y contarnos en qué momento se encuentran ahora?
El CEC empieza, como empiezan todas las asociaciones de críticos de casi todos los países, por una serie de intelectuales que empiezan a escribir de cine antes de que se estableciese estrictamente el concepto de “crítico de cine”. Hay gente que escribía libros, o que hablaba en la radio, y que ya poco a poco se establece la figura del crítico de cine y el CEC surge en 1945 cuando 12 o 15 de ellos se apuntan y dicen: vamos a hacer una asociación, de especialistas de cine. Lo llaman “escritores de cine” porque entonces no se considera todavía “crítico de cine” como una especialidad, eran escritores de libros, sobre todo, eran cinéfilos, estudiosos, y que hablaban de cine en distintos foros. Ahí están todos los grandes del cine español, los que han escrito las primeras monografías potentes, los que han empezado a hablar de Bergman en España, los que empezaron a escribir libros sobre el cine negro y ha estado mucha gente que ha sido cinéfilo antes que cineasta; José Luis Garci ha estado en la Junta Directiva del Círculo de Escritores Cinematográficos, Méndez Leite también, muchos han estado, en diversas épocas.
Lógicamente, al ser una asociación profesional la historia siempre es compleja, porque los directivos son gente que está trabajando, si tienen más o menos trabajo, hay más o menos dedicación, pero a lo mejor de su historia ha destacado el CEC sobre todo por los premios desde el año 46, y luego por un cine fórum que tenía en diversos sitios de Madrid que era bastante prestigioso y se hizo durante muchos años. También hubo una serie de colaboraciones con el Festival de Valladolid, con el de San Sebastián, de modo que siempre ha habido una relación institucional que completaba. Entonces, el prestigio se basa sobre todo en la independencia. O sea, se da por supuesto, que los que votan han visto muchas más películas que los académicos. Los académicos, ahora, o los que votaban los premios del Sindicato, en la época franquista, o sea, veían más películas, y además tenían menos restricciones, porque por la censura o por lo que sea, muchas películas españolas no estaban bien representadas en los premios del Sindicato. Con lo cual hacer historia del cine español con los premios del Sindicato tendría muchas más lagunas que la del propio CEC, de hecho hay una tesis doctoral hecha sobre la historia del cine a través de los premios CEC, porque están mejor representadas muchas películas menores.

¿Y ahora? Ahora pasa exactamente lo mismo, ahora quizás la censura no es ideológica, que también la hay en algún punto, sino también comercial. Y claro, una productora potente se mueve mucho más que otras y a veces, en los Goya pueden no estar representadas bien películas pequeñas. Los Goya son más susceptibles también de tener como más presiones “políticamente correctas”. Cada miembro del CEC es de su padre y de su madre. Normalmente, y la trayectoria que hemos tenido, y desde que estoy yo, en el año 1993, es de una independencia muy clara y de una solidez bastante grande en los premios. O sea, suelen estar muy bien representadas todos los años las mejores películas de cada temporada, ha tenido sus crisis, lógicamente, sobre todo en la Transición.
Como presidente de la asociación, ¿qué mejoras has incorporado al sistema de premios?
En los años 90, gracias a Primitivo Rodríguez, promotor y escritor, lo hizo en parte, a través de mí, porque yo entré como secretario general en 1993 como mano derecha del presidente más singular que hemos tenido: Paul Naschy, actor de terror, íntimo amigo de Primitivo, que había publicado varios libros de sus propias películas. Hasta el año 98, en que yo soy nombrado presidente, establezco una junta directiva de 10 miembros, que procuro que tenga paridad, y establezco una cosa que es muy importante: la doble votación. Porque antes había jurado y si elegías a un jurado que no era del CEC, era un jurado el que elegía los premios. Los jurados, en mi opinión, tienden a hacer contubernios, o sea, a equilibrar todo y yo quiero que los miembros del CEC se mojen. Hay una doble votación y yo tengo una confianza enorme porque basta ver los últimos premios para darse cuenta de lo equilibrado que salen. Hay 138 asociados ahora mismo, no todos votan, porque en provincias cuesta más ver todas las películas, pero el índice de votación es muy alto y es muy representativo. Hemos mantenido el tipo como la asociación más antigua y más pobre del cine español, haciendo galas que son muy sencillas, pero creo que entrañables, cortas, divertidas y que además mantienen un carácter cinéfilo, que esto lo hemos mantenido mucho, porque entre otras cosas hemos mantenido la proyección de una película extranjera a modo de presentación en la industria del cine español. Hemos hecho presentaciones muy potentes: La vida es bella, Slumdog Millionaire, películas de esa talla. Ahora ya no, porque hay tal cantidad de premios que se alarga mucho la gala.
Estamos ahora mismo en esa situación: compitiendo con un montón de premios de las comunidades autónomas que han ido surgiendo, compitiendo con unos premios muy potentes también de nuestro ámbito, que son los Premios Feroz, pero a la vez muy contentos porque, digamos, la industria del cine -productores, críticos de cine, actores, actrices, directores, técnicos- nos respetan mucho y valoran mucho nuestras medallas de cine.

¿Cómo equilibráis el reconocimiento entre las grandes producciones (por ejemplo, La sociedad de la nieve o Cerrar los ojos) y las pequeñas (El maestro que prometió el mar, El amor de Andrea)?
Ya partimos con ventaja respecto a los académicos, y es que damos por supuesto que la mayoría de los asociados del CEC ven un porcentaje de las películas de cada temporada infinitamente más alto que los académicos. Luego, además, procuramos facilitar a los socios del CEC el visionado de todas las películas. Muchas nos mandan el enlace las propias distribuidoras para hacérselo llegar a los socios, no tememos una plataforma específica, como sí que tienen los Premios Feroz, que eso es otro objetivo a alcanzar, pero en ese sentido, yo confío en mucho en los miembros del CEC porque el porcentaje de películas que vemos es altísimo, en comparación, sobre todo con los académicos. Otra cosa es que efectivamente, sea equilibrado. Las producciones de La sociedad y Cerrar los ojos es que son muy buenas. En año como este, claro, por mucho que te haya interesado una película como Chinas, por ejemplo, quieras que no, a la hora de votar los grandes premios, la tienes en determinada consideración.
¿Cómo hemos equilibrado eso? A través de la ampliación de los premios. De modo que hemos establecido algún premio, también para facilitar la financiación. Si hacemos, por ejemplo, dos premios de solidaridad, de acuerdo con EGEDA y con Platino Educa, que ellos lo que buscan es, sobre todo, alentar valores humanos a través del cine, es muy fácil ahí incluir películas que sabemos que pueden tener alguna posibilidad de ganar algún premio pero tienen la posibilidad de que sean abducidas en la gran batalla. Entonces, claro, si ya amarramos en esos premios que estén representadas películas como Chinas, en este caso, a través del Premio Solidaridad ficción, y que esté La vida de Brianeitor a través de documental, que esa es una carambola porque, en el fondo, La vida de Brianeitor es también premiada de alguna manera indirectamente la película de Javier Fresser, en la que él está como actor novel, que además también estaba nominado por esa película, película de la que se han olvidado todos los grandes premios, prácticamente. Nosotros ya hemos reconocido el mérito que tienen en ese ámbito de la solidaridad. Ya nos quedamos contentos. Si encima ya Chinas gana actriz revelación, como ha ganado, pues está mucho mejor representado que en otros premios. En ese sentido, también, como llegamos a más documentales, es llamativa la diferencia de las nominaciones de nuestros premios que las de otros porque se nota mucho menos la influencia de lo “políticamente correcto”, o sea, hay menos prejuicios por parte del crítico individual sobre películas que toquen todos los temas, no solo los que estén de moda.
Luego tenemos otros premios: Labor literaria, labor periodística, premio a la promoción del cine, el premio de honor, que también llegan a completar los otros. Este año, por ejemplo, hemos dejado fuera alguna peli valiosa de terror, por ejemplo, porque Alex de la Iglesia ha sido el premio de honor. Y luego, ves que hay también como un componente institucional ahí, es lógico que, siendo una asociación de críticos de cine, escritores de cine y periodistas, pues tengamos premios específicos, me parece que es muy importante, forma parte de la promoción del cine.

Algunos cineastas (En los Premios Feroz lo dijeron) reivindican que la categoría de animación se integre en las otras categorías ya establecidas para imagen real. ¿Qué opinas de esto?
Nunca hemos establecido ninguna distinción, no hay ninguna prohibición de que una película de animación no se pueda votar a mejor película, a mejor director, actriz y actor sería de doblaje, y la música, ganó la película Robot dreams. En ese sentido, lo hemos facilitado siempre y hemos mantenido siempre, incluso en los peores momentos, esa categoría, que otros premios, los Premios Forqué, por ejemplo, tenía “película de animación o documental”, una cosa singular. Nosotros siempre hemos estado en esa línea. De hecho, otro de los elementos del cine ha sido concretar esto en los festivales. Durante 10-15 años, el Festival de Cine de San Sebastián no tenía premio al mejor guion, el único premio al mejor guion lo daba el Círculo de Escritores Cinematográficos. Ya luego lo impusieron y ya está, pero era un modo de completar una laguna que tenía el Festival de San Sebastián. Este año, Robot dreams ha estado nominada a mejor película, largometraje de animación, mejor dirección, mejor guion original, y a mejor música. Por otro lado, es una industria muy específica, la categoría no ha desaparecido de ningún gran premio y además no le interesa a ellos. No es una película normal, no hay actores, es una técnica distinta, en muchos temas está compitiendo en igualdad con las otras, en otros no. Yo mantendría siempre esa categoría con la posibilidad también de que opte a mejor película, eso por supuesto. Al final y al cabo, no es un género, es una técnica audiovisual, es una técnica cinematográfica.

¿Cómo crees que están valorados los escritores cinematográficos en España?
El concepto de escritor cinematográfico es muy amplio. Hay gente que se cree que somos guionistas, no solo somos guionistas, hay algún guionista, pero sobre todo somos periodistas, la mayoría “críticos estrictos” de cine, hay también “informadores de cine”, hay profesores de universidad, hay autores de libres. Afortunadamente se sigue manteniendo un nivel de publicación altísimo, lo cual me asombra, ciertamente, que yo creo que está manteniendo el nivel de cinefilia de las nuevas generaciones. En el ámbito periodístico es muy dura la situación, sobre todo en los medios escritos, se han reducido a pavesas las páginas de crítica de cine de los grandes diarios. No así en la radio, la radio está siendo un baluarte, yo lo puedo decir por mi experiencia en la COPE, que están haciendo muchos programas de cine y que se está manteniendo la cinefilia a través de esos programas, y en televisión un poco lo mismo, pero no está en su mejor momento. En el ámbito popular, siempre hay que hablar de un ámbito popular de cierto nivel, porque, claro, ¿quién me sigue a mí? Alguien a quien le gusta mucho el cine… ¿quién sigue a Carlos Boyero? Y luego, por otro lado, hay un componente un tanto inquietante: considerar al crítico de cine como un promotor de cine sin más. De hecho, los departamentos de comunicación de cada distribuidora emplean los títulos en función de su película: ¿me dejas que ponga aquí “impresionante”, tal…? A veces hay una cierta consideración por parte de la industria al crítico de cine como si formara parte de su personal de promoción de las películas. “Es que hay que alentar el cine español”, bueno, hay que alentar el cine español bueno, el malo no, hay que decir que es malo. El crítico de cine o el informador de cine no está al servicio de la distribuidora, está al servicio del público, de orientar al público sobre la película. Esto es así, o esto es “asao”. Y en ese sentido, creo que sí sigue siendo bastante estimada la profesión por una razón: Uno, para no gastarse el dinero en vano, la poca gente que va al cine, desgraciadamente; y dos: porque hay tal oferta, tanto estrenos de cine como en plataformas, que es muy bueno tener alguien que te oriente de confianza, que ya sepas qué le gusta, qué no le gusta, que coincido o que no coincido con él… o sea, tiene una responsabilidad el escritor de cine con este concepto amplio que manejamos muy grande, y además útil.

El Círculo de Escritores Cinematográficos es querido y alabado. ¿Piensas que recoge todas las voces del sector de los escritores cinematográficos?
Yo lo que sé es que todos los que está en el CEC es porque les da la gana, porque no hay ningún requisito más que pedirlo por escrito y mandar un curriculum fílmico que apruebe la junta directiva, que es enormemente diversa y amplia (basta ver los nombres y los medios en los que trabajan, y las edades). Nunca hemos hecho gran promoción, se lo decimos a la gente que queremos, que vemos que es sensata y que puede hacerlo, y a la vez, casi nunca hemos dicho que no a nadie (salvo que sea alguien que no tenga nada que ver con el cine o algo así). Porque además sabemos que el crítico de cine, en general, es bastante lobo solitario, no quiere mojarse en temas asociativos porque siempre hay mucho follón… salvo que tenga mucha confianza con la gente con la que está. En ese sentido, es probable que efectivamente, todos tengamos ciertos prejuicios, con unos, con otros, y que estoy más a gusto aquí que en otro lado, me parece razonable. Pero desde luego el CEC está abierto a todas las tendencias. Hay de todo, en ese sentido, prima sobre todo el amor al cine. Por el clima que hemos creado, por el tono, casi todas las galas del CEC suelen ser muy profesionales, pobres, rápidas y entrañables, son reuniones de confianza de la familia del cine español. Hay buen rollo en las galas del CEC, quizá también porque no tenemos ninguna pretensión política ni ideológica, queremos intentar hacer reflejar del mejor modo posible lo mejor del cine español cada temporada.
¿Cómo conseguís tener independencia política y social?
Es la decisión más arriesgada que hemos tomado, y es que desde hace años no tenemos ninguna subvención política. Esa es una decisión mía, sobre todo porque es más práctica que otra cosa, porque primero: cualquier subvención política es muy burocrática y tiene siempre sus consecuencias, que no necesariamente tienen que ser negativas, pero te exige un montón de papeleo, y siempre tienes la duda de para qué estás dando ese premio (para que te venga el alcalde de turno, el consejero de turno, y esté allí…) eso siempre te genera tensiones. ¿Sería bueno que hubiera? Por supuesto, porque es también implicar a un sector muy importante de la industria del cine en España que es el INCAA, el Ministerio de Cultura, el Ayuntamiento de Madrid, la Comunidad de Madrid (en nuestro caso, que lo hacemos siempre en Madrid, no necesariamente tenemos que hacerlo), pero desde hace tiempo hemos renunciado, si te digo la verdad, más por motivos de prácticos. Afortunadamente hemos encontrado todo un sistema de financiación a través de asociaciones profesionales. La relación con ellos es exquisita, mucho más fácil, más ágil, con un intercambio, ellos entregan premios. (…) Me parece que es una vinculación espléndida. Los protagonistas son los premiados, no quiero que los protagonistas sean los políticos. El protagonismo es del cine, no es del CEC.