Película entretenida, llena de imágenes de impactante espectáculo cinético –que además incorpora hermosos parajes de todo el mundo, con destellos de humor y un acabado visual que, si está lejos de la calidad de detalle de las películas Pixar, resulta irreprochable. Sin embargo el guión resulta demasiado rutinario en su tratamiento de los grandes valores: la amistad, la superación de los propios miedos, la redención, la humildad o el trabajo en equipo.
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ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título original: Planes. |
SINOPSIS
Dusty es un avión que sueña con participar en una competición aérea de altos vuelos. Pero Dusty no fue precisamente construido para competir y resulta que… ¡tiene miedo a las alturas! Así que, recurre a un experimentado aviador naval que le ayuda a clasificarse para retar al vigente campeón del circuito de carreras. Dusty demostrará su valor para alcanzar alturas inimaginables y enseñará al mundo lo que hay que hacer para levantar el vuelo.
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CRÍTICAS
[Sergi Grau – Colaborador de CinemaNet]
Sobrevolando Pixar, aterrando en Disney
En Air Mate, uno de los muy ingeniosos cortometrajes de la Pixar de la serie Cars Toons que en España se conocen como “Los cuentos de Mate”, la inefable grúa de Radiador Springs se convierte en nada menos que un avión de exhibición, recibe una clase acelerada de aviación, da piruetas en los cielos e incluso se deja acompañar por la versión alada de su inseparable Rayo McQueen, todo ello en apenas cinco y jugosos minutos. Cuando trascendió el proyecto de Planes, que se nos vendió como un spin-off de Cars pero de inferior presupuesto, de hecho de la división de la Disney que manufactura filmes que conocen una breve andanza cinematográfica o que se estrenan directamente en formato doméstico (como las simpáticas películas de Campanilla, una de las cuales, Campanilla y el tesoro perdido (2009) supone la única credencial en largometrajes de Klay Hall, el firmante de esta Aviones), uno ya podía imaginar que nos hallaríamos lejos de las formidables latitudes creativas de la excepcional película que John Lasseter dirigió en 2006, que Cars 2, su menor, pero a pesar de todo llena de virtudes, secuela cofirmada por el mismo con Brad Lewis en 2011, o incluso que Air Mate o los diversos otros y muy recomendables cortometrajes de la Pixar protagonizadas por el bólido rojo y la grúa marrón óxido.
Datos de producción relevantes para que el visionado de Aviones resulte satisfactorio, en el sentido de cumplir sobradamente con las expectativas, modestas, que debe despertar. Pero al respecto también debe decirse que, por otro lado, esas expectativas no son las que se han vendido al gran público (“sobrevolando el cielo de Cars”, reza el tagline de la película), y que en Aviones se esconde también una ansia de explotación de merchandising que diría que va pareja, o incluso supera, las expectativas de la Disney en cuanto a los réditos que la película pueda obtener en las taquillas. Sin embargo, Cars es un clásico, y nuevas generaciones de grandes y pequeños siguen y seguirán descubriéndola, por lo que esa idea tan lucrativa de vender miniaturas de los protagonistas motorizados de la película sigue dando fabulosas cifras de negocio a la Disney; en cambio, Planes está condenada a pasar rápidamente de moda, ni por tanto poder renovar los stocks de juguetes sin miedo a alcanzar una fecha de caducidad.
De hecho, aunque Lasseter aparezca como productor ejecutivo del filme, su Pixar no es la responsable del proyecto, que viene con las únicas credenciales de la Disney. Descontando esa definición visual de ojos y boca en el frontal de los coches convertidos en aviones, el creador de la maravillosa productora, de hecho, ha cedido pocos elementos idiosincrásicos a la película de Klay Hall –descontando los tractores-vaca o un coche presentador televisivo, Brent Mustanburger o un zeppelín que aparecía al principio de Cars, poco más reconocerán los fans de aquellas películas en esta aviones–, algo que viene a indicar la cierta pereza que a Lasseter le debía despertar el proyecto.
En cualquier caso, Planes es una película entretenida, llena de imágenes de impactante espectáculo cinético –que además incorpora hermosos parajes de todo el mundo, pues en el filme se relata una carrera aérea que cubre un completo viaje alrededor del globo-, con destellos de humor y un acabado visual que, si está lejos de la calidad de detalle de las películas Pixar, resulta irreprochable. Ahora bien, el guión es demasiado rutinario, está plagado de clichés y de ideas recicladas de productos de la factoría de toda la vida, y hubiera necesitado de un trabajo de desarrollo de personajes –empezando por el mismo Dusty, cuyo arco de progresión dramática es nulo– que brilla por su ausencia, y que marca la diferencia entre la emoción que, por ejemplo, suscitaba el clímax de Cars y la sensación formulaica que queda tras los enunciados de los grandes valores –la amistad, la superación de los propios miedos, la redención, la humildad, el trabajo en equipo…– que maneja la película y que, a pesar de transcurrir la mayor parte del metraje en el cielo, carecen irónicamente de oxígeno.
Volar alto, muy alto
Dusty es un avión cuyo destino parece ser el de vivir en el campo fumigando. Gran apasionado de las carreras, sueña con participar en una de ellas y ganar, lo que no parece a su alcance, por su envergadura física (no es un jet precisamente) y porque tiene miedo a las alturas. Pero la pasión por el triunfo, su gran corazón y el apoyo de sus amigos puede que le ayuden a imponerse en una competición que le llevará a dar la vuelta al mundo.
Estamos ante una producción de John Lasseter, que también ha participado en el argumento, pero no es una producción Pixar, es una producción Disney, o mejor dicho, Disneytoons. Las líneas entre divisiones animadas se desdibujan, más cuando el diseño de los aviones y de los muchos vehículos que pueblan esta película resultan muy semejantes a los de Cars, cinta que dirigió Lasseter.
Aunque inicialmente Aviones debía haber ido directamente a DVD, los productores vieron las posibilidades de un estreno en salas de cine y decidieron conceder a la película el permiso de despegue para volar en taquilla. Ciertamente la cinta es medianamente entretenida y la animación es de gran calidad, sobre todo en las vertiginosas escenas de vuelo. Pero también se tiene la sensación de “déjà vu” en este capítulo, los diseños o las escenas de multitudes en las gradas se dirían conseguidas reciclando lo ya hecho anteriormente, o usando un software que dio buenos resultados en el pasado.
Pero la principal pega que se puede poner a Aviones es a su previsible argumento, sin lugar para las sorpresas y un excesivo recurso a los clichés. El joven que va a realizar su sueño, el amigo torpe y desmemoriado, el vejete con un secreto del pasado, los malos malísimos, el amigo enamorado… Ninguno de estos personajes sorprende ni en su presentación ni en su evolución. Hasta las bromas parecen algo desmañadas y toscas. Para el director Klay Hall el film es un avance tras Campanilla y el tesoro perdido, pero la cosa podía haber dado más de sí, con un poquito más de cuidado por el detalle.
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