Sobresaliente producción familiar, que puede consolidar el cine de animación español hasta situarlo entre los mejores del mundo, como merecen sus excelentes profesionales. Cabe destacar la mordaz crítica del filme al legalismo excesivo, así como sus modelos y contramodelos femeninos, y su respetuosa visión de la religión, encarnada en los tres monjes caballeros.
ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título Original: Justin y la espada del valor. |
SINOPSIS
Juatin vive en un reino gobernado por burócratas donde los caballeros han sido desterrados. Su mayor sueño es llegar a ser uno de los «Caballeros del Valor”, como lo fue su abuelo Sir Roland, el más noble caballero del Reino, pero su padre quiere que su hijo siga sus pasos y se convierta en abogado. Después de una inspiradora visita a su querida abuela, durante la cual le cuenta la verdadera historia de su abuelo, y de despedirse de Lara, su amor platónico, Justin escapa en pos de su sueño. A pesar de no ser el mejor candidato para ser caballero, Justin tendrá que probarse a sí mismo.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín – COPE]
En 2008, el andaluz Manuel Sicilia dirigió el largometraje de animación El lince perdido, galardonado con el Goya en su categoría. Al año siguiente produjo el corto animado La dama y la muerte, que fue candidato al Oscar. Ahora, da otro pase adelante con el largometraje Justin y la Espada del Valor, una entretenida y esmerada superproducción mayoritariamente española, aunque rodada originariamente en inglés, con 22 millones de euros de presupuesto y que ya se ha vendido a 150 países. Se consolida así la trayectoria del propio Sicilia y del Estudio granadino Kandor Graphics, ya con veinte años de vida, del que también es socio el actor malagueño Antonio Banderas, que aquí ejerce como productor y dobla al personaje de Sir Antoine en inglés, español e italiano.
La película se ambienta en un mágico e hiperlegalizado país medieval, dirigido por una Reina, pero dominado por juristas burócratas que han desterrado a los caballeros. Hijo del prestigioso abogado Reginald, el idealista adolescente Justin sueña precisamente con ser uno de los Caballeros del Valor, como lo fue su famoso abuelo Sir Roland, el más noble del Reino. Un día, tras una inspiradora visita a su querida Abuela —que le cuenta la verdadera y trágica historia de Sir Roland—, Justin se despide de su amor platónico —la pija y superficial Lara— y marcha en pos de aventuras. Durante su accidentado periplo, conocerá a la guapa y luchadora camarera Talía, al excéntrico mago Melquiades/Carolius —con graves trastornos de personalidad—, al apuesto y caradura Sir Antoine y a tres sabios monjes —Blucher, Legantir y Braulio—, que le instruyen en las técnicas y valores de los viejos caballeros. Muy pronto Justin deberá poner en práctica esas enseñanzas, cuando el malvado Sir Heraclio y sus secuaces, liderados por el amanerado Sota, intenten invadir el Reino.
Los buenos aficionados al cine de animación descubrirán en Justin y la Espada del Valor variadas influencias clásicas y modernas: el genial Dragonilo se parece al cocodrilo de Peter Pan, Sir Antoine es clavado al Gastón de La Bella y la Bestia, el mago Melquiades/Carolius imita la doble personalidad de Gollum/Smeagol en la saga de El Señor de los Anillos, el propio Justin recuerda a Hipo, el protagonista de Cómo entrenar a tu dragón… Pero Sicilia plantea estas referencias como homenajes al gran cine de animación y las enriquece con nuevos perfiles y personajes originales, a través de los que despliega divertidísimos anacronismos, casi siempre eficaces y respetuosos con los elevados ideales caballerescos que exalta la película. En este sentido, cabe destacar la mordaz crítica del filme al legalismo excesivo, así como sus modelos y contramodelos femeninos, y su respetuosa visión de la religión, encarnada en los tres monjes caballeros.
Todo este rico material dramático y cómico se despliega a través de un ágil guión, generoso en situaciones sugerentes y diálogos chispeantes, muy bien doblados por un reparto de lujo tanto en la versión en inglés —apabullante en su acumulación de magníficos actores— como en la española. Y se traduce en imágenes a través de un espléndido trabajo de animación, muy esmerado en todos sus detalles: unos sugestivos diseños de personajes, unos fondos preciosos, una animación de altísima calidad —cercana a la de las grandes productoras—, una gestualidad muy expresiva, una planificación rigurosa, clara y a veces muy espectacular… Con su épica partitura sinfónica, el compositor londinense Ilan Eshkeri (Hannibal, el origen del mal, Stardust, La reina Victoria, Centurión, Coriolanus) pone la guinda a esta sobresaliente producción familiar, que puede seguir los exitosos pasos de la inferior Las aventuras de Tadeo Jones y consolidar así el cine de animación español hasta situarlo entre los mejores del mundo, como merecen sus excelentes profesionales.
La forja de un caballero
Justin es un joven cuyo mayor deseo es convertirse en caballero, y seguir así la estela de su abuelo Sir Roland, que fue el más grande y noble héroe del lugar. Pero aquellos tiempos pasaron, pues tras el asesinato de su abuelo, el padre de Justin –consejero real– firmó un tratado con la reina por el que se consideraba prohibida la caballería para siempre. Desde entonces, el país está dominado por los abogados, todo está legislado, anquilosado, y lo peor para Justin es que su destino es estudiar derecho, como su padre. Esa vida entre letras y leyes no tiene aliciente para Justin, pero su mundo cambiará cuando su abuela le proponga ir en busca de la espada de su abuelo. Pero para eso tendrá que ser instruido en las artes de la caballería…
Estupenda película de animación española, que se sitúa en los linderos de las grandes películas de dibujos animados del momento. Con rodaje en inglés y reparto internacional en las voces, esta vez, los responsables de El lince perdido, con Antonio Banderas a la cabeza de la producción, han dado un paso adelante en cuanto a la calidad del guión y propuesta visual, de una altura notablemente superior, pongamos, a Las aventuras de Tadeo Jones, por citar un ejemplo español de gran éxito. El director Manuel Sicilia se consolida así como uno puntal en la cinematografía destinada toda la familia.
Justin y la espada del valor despierta el interés desde el principio, con esa mordaz y divertida crítica a un mundo supralegislado, en donde los abogados han tomado poco menos que el poder y donde los habitantes no pueden dar un solo paso por su cuenta. De este modo se logra rápidamente la identificación con protagonista, bueno e idealista, deseoso de seguir libremente a su corazón en busca de aventuras, con afán de servir al bien con valentía y caballerosidad. El planteamiento es muy clásico y esto es un acierto en una película que pretende devolver al mundo de la caballería el romanticismo que siempre tuvo y las ansias de heroísmo que demandan los corazones jóvenes. Narrativamente quizá se echa en falta una mayor preparación e intensidad en el desenlace, pues éste llega casi sin aviso, pero en general los personajes están equilibrados, bien trazados –las dos opuestas damiselas, la abuela sabia, el alocado mago, los tres monjes y maestros de caballeros, el malvado y sus secuaces–, aunque es verdad el padre de Justin podría haber servido de mayor contrapunto. Ayudan también los casi continuos golpes de humor, servidos a menudo dentro de la acción constante, visualmente lograda. Por lo demás, hay finalmente una elogiable invitación a los jóvenes para convertirse en héroes y no rendirse fácilmente en la consecución de sus sueños de grandeza. Así lo remarca la bonita y sencilla canción principal, «Héroes».
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