Con un fondo de elegancia y buen gusto, por el ambiente del auditorio y la espléndida música que se disfruta, es éste un thriller de suspense al estilo de Hitchcock, trepidante y vertiginoso. Con un brillante ejercicio de estilo en torno a las servidumbres de la fama y de las nuevas tecnologías, de gran vigor visual y suficiente hondura dramática, que debería servir de modelo para que el cine español resucite al estilo clásico otros géneros fílmicos.
ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título original: Grand piano. |
SINOPSIS
Tom Selznick, el pianista con más talento de su generación, ha dejado de dar conciertos debido a su miedo escénico. Años después de una interpretación aciaga, reaparece ante el público en un esperado concierto en Chicago. Con el teatro abarrotado y ante el público expectante, Tom encuentra un mensaje escrito en la partitura: «Si fallas una sola nota, morirás». Tom debe descubrir, sin abandonar el escenario, cuáles son los motivos del francotirador anónimo para amenazarle y conseguir ayuda sin que nadie se dé cuenta…
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CRÍTICAS
[Mª Ángeles Almacellas – CinemaNet]
Tom Selznick, joven y brillante pianista, considerado como uno de los mejores del momento, ha permanecido durante cinco años alejado del público por un fracaso rotundo en uno de sus conciertos. Por fin vuelve a los escenarios, estimulado por Emma, su bellísima esposa, pero invadido de un tal pánico escénico que le hace presagiar lo peor. El inmenso teatro está abarrotado de un público deseoso de volver a escuchar al gran Selznick, ignorante de la lucha interior que está paralizando al pianista. Justo cuando empieza a tocar, descubre una serie de mensajes amenazantes en la partitura, el primero de los cuales resulta contundente: “Si fallas una nota, morirás”. Y a partir de ahí, se desarrolla la acción.
En la película aparecen como tres planos superpuestos: Tom, que sin dejar de ejecutar el concierto, debe descubrir qué pretende el francotirador y pedir ayuda sin que él se dé cuenta. El anónimo autor de las notas, ha llegado a conectar con él y le ha instado a interpretar “La Cinquette” sin un solo fallo, o también Emma morirá. Pero “La Cinquette” es “la pieza imposible”, pues tiene fragmentos técnicamente imposibles de ejecutar. Tom ha de tocar pues a la perfección algo imposible, mientras procura componer el puzle de la situación, y todo ello con la angustia de saber que su vida y la de su esposa corren un inminente peligro, ya que ambos están en el punto de mira del arma asesina.
Frente a él, el auditorio totalmente abarrotado de un público complacido con la música, totalmente desconocedor de lo que realmente está sucediendo, del drama que se está desarrollando en el escenario y de que, justo encima de ellos, se están cometiendo horrendos delitos.
Pero hay un tercer plano, que lo constituyen los espectadores de la película. Conocen todo cuanto sucede, incluso más que el mismo Tom, puesto que pueden contemplar qué ocurre entre bastidores. Y hasta descubren antes que Tom, dentro de la caja del magnífico piano, el objeto codiciado por Clem, el fancotirador.
Con un fondo de elegancia y buen gusto, por el ambiente del auditorio y la espléndida música que se disfruta, “Grand Piano” es un thriller de suspense al estilo de Hitchcock, trepidante y vertiginoso. La tensión va subiendo a medida que avanza la acción y el espectador, totalmente identificado con Tom, se involucra, se impacienta e inquieta como si estuviera viviendo él mismo una trepidante persecución. Tan hábilmente llevada, por otra parte, que el “perseguidor” no necesita aparecer en pantalla hasta el final de la película.
“Grand Piano” es puro entretenimiento, nos brinda 90 minutos de diversión vertiginosa, que hace la película totalmente aconsejable para quien quiera distraerse y pasar un buen rato de intriga y emociones.
[Jerónimo José Martín – COPE]
Los productores de la exitosa Buried (Enterrado), Rodrigo Cortés y Adrián Guerra, apadrinan este nuevo largometraje del alicantino Eugenio Mira (The Birthday, Agnosia), de producción mayoritariamente española, aunque rodado en inglés. Se trata de un angustioso thriller psicológico a la antigua usanza, desarrollado con unidad de tiempo y acción en el escenario casi único de un teatro.
Tom Selznick (Elijah Wood) es el pianista con más talento de su generación. Hace años dejó de dar conciertos, tras una interpretación desastrosa, en la que sucumbió a su patológico miedo escénico. Ahora reaparece en Chicago en un esperado concierto al que también asiste su esposa, la famosa estrella de cine Emma Selznick (Kerry Bishé). Con el teatro abarrotado y ante un público expectante, Tom encuentra un inquietante mensaje escrito en la partitura de la dificilísima pieza que va a interpretar: “Si fallas una sola nota, morirás”. Sin dejar de tocar y sin que nadie se entere, Tom debe descubrir quién es el francotirador anónimo, y conseguir ayuda.
El estadounidense Damien Chazelle ofrece un conciso y sólido guion, y Mira se luce en su tensa y milimétrica puesta en escena, muy clásica, aunque de planificación y montaje agresivos. En ella rinde homenaje sin disimulos al cine de Alfred Hitchcock —sobre todo a El hombre que sabía demasiado— y de su discípulo Brian De Palma, también en sus oxigenantes golpes de humor y en el hábil aprovechamiento dramático de la espléndida banda sonora de Víctor Reyes, que potencia mucho la intriga. Cuesta no ver al hobbit Elijah Frodo Wood en la piel del acosado protagonista, pero la cámara lo mima hasta hacerle tan creíble como el resto de personajes, todos ellos interpretados con convicción.
Se agradece el tratamiento también clásico y elegante que Mira da a la violencia, especialmente en la espléndida elipsis del estridente acorde de un arco en un violonchelo. Y cabe reprochar algún detalle inverosímil —como el uso del teléfono móvil por el protagonista durante la representación—, así como la escasa definición y presencia física del personaje que interpreta John Cusack. En todo caso, queda un brillante ejercicio de estilo en torno a las servidumbres de la fama y de las nuevas tecnologías, de gran vigor visual y suficiente hondura dramática, que debería servir de modelo para que el cine español resucite al estilo clásico otros géneros fílmicos.
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