Mantiene esta secuela un positivo elogio de las virtudes básicas y una lúcida crítica a la mitificación y mercantilización de la ciencia, aderezada esta vez con un sencillo mensaje ecológico. Los más pequeños de lo pasarán en grande pero los adultos seguramente se acaben cansando de tanta trepidación y tanto bicho raro.
ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título original: Cloudy with a chance of meatballs 2. |
SINOPSIS
La genialidad del inventor Flint Lockwoods es finalmente reconocida al ser invitado por su ídolo, Chester V, a unirse a la The Live Corp Company, donde los mejores y más brillantes inventores del mundo crean nuevas tecnologías para el bienestar de la humanidad. La mano derecha de Chester — y una de sus grandes invenciones — es Barb: una altamente evolucionada orangután, con cerebro humano, que además es retorcida, manipuladora, y a quien le gusta llevar los labios pintados. El gran sueño de Flint siempre ha sido el ser reconocido como un gran inventor, pero todo cambia cuando descubre que su máquina más infame (que convierte el agua en alimentos) sigue funcionando y está ahora creando híbridos de animales-comida. Con la suerte de la humanidad en sus manos, Chester envía a Flint y sus amigos a una deliciosamente peligrosa misión, enfrentándose a tacocodrilos hambrientos, gambancés, quesoarañas con doble de bacon y otras criaturas para una vez más salvar al mundo!
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín – COPE]
El joven inventor Flint Lockwood pensó que había salvado el mundo cuando consiguió destruir su invento más infame: una máquina que convertía el agua en comida, y que provocó lluvias de hamburguesas con queso y tornados de espaguetis. Y está encantado de que su genialidad haya sido finalmente reconocida por su ídolo, el famoso científico Chester V, que le ha invitado a unirse a The Live Corp Company, donde los mejores y más brillantes inventores del mundo crean nuevas tecnologías para el bienestar de la humanidad.
Pero todo cambia cuando descubren que la máquina de Flint sobrevivió en una isla, donde está creando miles de inquietantes híbridos de animales y comida: los comidanimales. Flint, su novia la reportera televisiva Sam Sparks, su padre Tim, sus amigos y la manipuladora orangutana inteligente Barb —siniestra mano derecha de Chester V— emprenderán la peligrosa misión de intentar salvar al mundo una vez más, enfrentándose a hambrientos tacodrilos, gambancés, patatótamos, burguerañas y otras quimeras singulares.
Dirigida esta vez por Cody Cameron (“Colegas en el bosque 3”) y el debutante Kris Pearn, esta continuación de “Lluvia de albóndigas” se basa también en las novelas de Judi y Ron Barrett. Como su antecesora, ofrece una notable animación 3D estereoscópica, cuya espectacularidad se acrecienta ahora con la imaginativa galería de comidanimales, en la mejor tradición del cine de aventuras y con toques de ternura y humor, que la hacen más atractiva y compensan en parte la todavía mejorable gestualidad de los personajes humanos. También mantiene esta secuela un positivo elogio de las virtudes básicas y una lúcida crítica a la mitificación y mercantilización de la ciencia, aderezada esta vez con un sencillo mensaje ecológico, en la línea de “Avatar” o “Epic: El mundo secreto”.
Sin embargo, de nuevo esos sabrosos ingredientes se articulan en un guión demasiado acumulativo, confuso y deslavazado, con claras fracturas de ritmo. Los más pequeños de lo pasarán en grande en este nuevo “Parque Jurásico” gastronómico; pero los adultos seguramente se acaben cansando de tanta trepidación y tanto bicho raro.
[Lourdes Domingo – TAConline]
El éxito de Lluvia de albóndigas en 2009 animó en seguida a su equipo a llevar a cabo una secuela. Entonces Phil Lord y Chris Miller (amigos desde el instituto y compañeros en otros proyectos audiovisuales) llevaron a cabo una imaginativa adaptación del libro de Judi Barret, ilustrado por Ron Barret y publicado en 1978. Ahora, ambos permanecen como productores ejecutivos y dejan paso a dos directores y tres guionistas nuevos.
Esta vez, el argumento sólo parte de los personajes del libro y avanza por caminos nuevos, donde abunda el colorido y la animación se perfecciona no sólo en cuanto a la realización y montaje sino a su diseño y detallismo.
Como en la primera, la idea del grupo como soporte para lograr las metas y ayudarnos a mejorar como personas no sólo sigue vigente sino que sale reforzada. Al mismo tiempo, el guión se introduce en conflictos más cercanos a la edad adulta –la ambición de dinero o de fama y poder a costa de robar ideas a los demás-, en los que se utilizan analogías con grandes corporaciones actuales (confesadas por los artífices del film), que quizá resultan menos comprensibles para los más pequeños. En este sentido, Lluvia de albóndigas no recurre a otro tipo de guiños que buscan la extraña, por poco educativa, complicidad de los padres.
Por lo que respecta, precisamente, a la complejidad y profundidad argumental, la película no es singularmente virtuosa u original, y sigue apostando por cierto tono acelerado y pirotécnico como la mayoría de las producciones de animación de los grandes estudios. Pero, al menos, resulta una oferta entretenida y positiva para las fechas que se acercan.
Seguramente, los diseñadores han dejado la creatividad especial para los títulos de crédito finales, en los que han trabajado con animación flash 2D, edición digital, stop-motion y marionetas, con una estética retro y un guión bastante ingenioso.
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