Nueva adaptación de la figura de tamaño monstruo, enfocada a la creación de una atmósfera de terror latente al estilo de las viejas películas niponas de las que es heredera directa. El resultado es entretenido, pero más aparatoso y pirotécnico que espectacular. Además, su guión padece numerosas lagunas, incoherencias e inverosimilitudes, y descuida el desarrollo dramático de muchos de los numerosos personajes, lo que debilita su conexión con el público y, por tanto, la intensidad emocional de sus peripecias.
ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título original: Godzilla. |
SINOPSIS
El famoso monstruo se enfrenta a malvadas criaturas que, animadas por la arrogancia científica de la humanidad, amenazan nuestra propia existencia en una historia de valor y reconciliación frente a las poderosas fuerzas de la naturaleza. El aterrador Godzilla aparece para restablecer el equilibrio ante una humanidad indefensa.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín – COPE]
Hace quince años, unos misteriosos temblores de tierra destruyeron en Japón la central nuclear donde trabajaban el ingeniero estadounidense Joe Brody (Bryan Cranston) y su esposa Sandra (Juliette Binoche). Ahora, el propio Brody y su hijo Ford (Aaron Johnson) —un teniente de marines, experto en desactivación de bombas— descubren que la causa de aquellos temblores era un Muto macho, espeluznante e inmensa criatura que se dirige hacia San Francisco, donde viven la esposa de Ford, Elle (Elizabeth Olsen), y su pequeño hijo Sam (Carson Bolde). Parece que el objetivo del monstruo es reunirse con una Muto hembra que ha escapado de una base de residuos radioactivos de Arizona. Mientras el ejército —al mando del Almirante Stenz (David Strathairn)— y los científicos —como Ichiro Serizawa (Ken Watanabe) y la Dra. Vivienne Graham (Sally Hawkins)— son incapaces de parar a los Mutos, emerge de las profundidades del océano Pacífico un monstruo todavía mayor, Godzilla, otro mutante nuclear del que se desconocen sus intenciones.
Después de sorprender en 2010 con la modesta pero interesante “Monsters”, el inglés Gareth Edwards dirige esta ecológica actualización de las míticas películas japonesas de la Toho sobre monstruos (‘kaijus’), iniciadas en 1954 por Ishiro Honda con “Japón bajo el terror del monstruo”, de la que se cumplen 60 años. Aunque mantiene el tono coral del “Godzilla” que rodó el alemán Roland Emmerich en 1998, Edwards se esfuerza más en la creación de una atmósfera de terror latente, y recupera el estilo de las viejas películas niponas, tanto en el diseño de Godzilla, como en sus violentas peleas con los Mutos, más parecidos a las criaturas de las sagas “Alien” y “Jurassic Park”. De hecho, la película incluye varios homenajes a ambas sagas y, a menudo, imita muchos recursos visuales de las primeras películas de Steven Spielberg. Además, Edwards ha reforzado la vinculación de los monstruos con las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, y los posteriores ensayos nucleares en el Pacífico, introduciendo valiosos fragmentos documentales. También la brillante partitura del parisino Alexandre Desplat subraya esta integración de lo viejo y lo nuevo.
El resultado es entretenido, pero más aparatoso y pirotécnico que espectacular, y no aporta nada nuevo en su empleo del 3D estereoscópico. Además, su guión padece numerosas lagunas, incoherencias e inverosimilitudes, y descuida el desarrollo dramático de muchos de los numerosos personajes, lo que debilita su conexión con el público y, por tanto, la intensidad emocional de sus peripecias. Así que esta versión de Edwards comparte con la de Emmerich un esquematismo narrativo y dramático más propio de la serie B, lo que se aprecia en el lapidario simplismo de su principal declaración de principios: “La arrogancia del hombre es pensar que controla la Naturaleza, cuando es todo lo contrario”. En cualquier caso, mantiene un tono casi familiar y positivo en su exaltación de las virtudes básicas, de modo que gustará a un público muy amplio.
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