ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título Original: Lemale Et Ha’Chalal. |
SINOPSIS
Llenar el vacío cuenta la historia de Shira, la hija más joven de una familia ortodoxa de Tel Aviv. Prometida con un joven de su misma edad, se siente preparada e impaciente. La muerte de su hermana mayor, Esther, al dar a luz a su primer hijo, trastocará por completo la vida familiar y el futuro de Shira, que se verá obligada a elegir entre los deseos de su corazón y el deber familiar.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín – COPE]
Shira (Hadas Yaron) es la hija más joven de una familia judía ortodoxa jasídica de Tel Aviv. Prometida con un joven de su misma edad, a sus 18 años Shira se siente preparada e impaciente. Pero la muerte de su hermana mayor, Esther (Renana Raz), al dar a luz a su primer hijo, trastocará por completo la vida familiar y el futuro de Shira. Concretamente, ella ve obligada a elegir entre los deseos de su corazón y el deber familiar, pues su madre le propone contraer matrimonio con el viudo de su hermana, Yochay (Yiftach Klein), al que considera parte primordial de la familia y que, si no se vuelve a casar, debería ocuparse en solitario de su hijo recién nacido.
La neoyorquina residente en Israel Rama Burshtein debuta en el largometraje con esta sensible y delicada película, galardonada, entre otros, con siete premios importantes de la Academia Israelí de Cine, con la Copa Volpi a la mejor actriz (Hadas Yaron) en la Mostra de Venecia 2012 y con el Premio del Cine Europeo 2013 a la mejor fotografía (Asaf Sudri). A través de una contemplativa y cálida factura visual —cercana a la del documental sobre monjes cartujos El gran silencio (2005), del alemán Philip Gröning—, y de una hipnótica banda sonora folclórico-mística, Burshtein sumerge al espectador en las intimidades de los jaredíes, la rigurosa comunidad judía jasídica a la que ella misma pertenece. Y lo hace con algún apunte crítico, pero subrayando más bien la profunda religiosidad y sentido moral de sus miembros, todos ellos encarnados en la película con una entrañable veracidad y riqueza de matices.
A muchos les resultará lenta y tediosa, pero Llenar el vacío es una película bella y fascinante, mucho más universal de lo que parece, que da muchas luces sobre el profundo valor de la religión en las vidas de tantas personas, y sobre la consiguiente necesidad que sienten de adecuar la propia libertad a la voluntad de Dios, para que ese amor sobrenatural guíe al resto de amores humanos, también al matrimonial, al maternal y al paternal. Todo ello, con realismo, sin idílicas ensoñaciones, pero con una rotunda esperanza.
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