Pese a que tiene escenas fuertes y no es para toda la familia, la última adaptación de Lorca al cine es de una calidad incuestionable. Paula Ortiz toma como punto de partida las «Bodas de sangre» del poeta y dramaturgo y lo trae al presente con toda la fuerza que el cine puede añadir al teatro.
ESTRENO Título Original: La novia |
SINOPSIS
Adaptación de «Bodas de sangre», de Lorca. Desde pequeños, Leonardo, el novio y la novia han formado un triángulo inseparable, pero cuando se acerca la fecha de la boda las cosas se complican porque entre ella y Leonardo siempre ha habido algo más que amistad. La creciente tensión entre ambos es como un hilo invisible que no se puede explicar, pero tampoco romper.
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CRÍTICAS
[Josan Montull. Colaborador de CinemaNet]
En varias ocasiones la obra de Federico García Lorca se ha llevado con mayor o menor éxito a la pantalla. Directores tan interesantes como Carlos Saura o Mario Camus, han plasmado en imágenes el universo lorquiano. Esta vez es la aragonesa Paula Ortiz la que se atreve con el clásico “Bodas de sangre” y el resultado es sencillamente excelente.
“La novia” narra la historia de dos hombres y una mujer. En su infancia han sido inseparables y, a pesar de haber vivido un pasado sangriento que debería separar a las familias, viven unidos mientras el tiempo va avanzando. Con el paso de los años ella va a casarse con uno de sus dos amigos pero se siente infeliz y desgraciada porque sigue enamorada del otro amigo, Leonardo. Un día recibe la visita de una vieja mendiga misteriosa que le ofrece dos puñales de cristal y le dice “Si no lo amas, no te cases”. La aparición de Leonardo en la boda dará un giro oscuro a la supuesta felicidad que están celebrando y desatará los demonios atávicos de los que nunca se han librado.
En la obra de Lorca los personajes viven pasiones tan intensas que acaban siendo víctimas de ellas; son pasiones irrefrenables, ilógicas, sujetas al vértigo de un sentimiento incontrolable. En este sentido el film es un fiel reflejo de este sentir lorquiano. La novia tiene que debatirse entre un novio guapo, educado, fiel y cumplidor y su otro amigo, Leonardo, casado con una prima con la que han tenido un hijo. Leonardo es salvaje, libre y tan indómito como el caballo que monta.
El texto teatral va transitando por todo el metraje y sigue teniendo la hondura y el dramatismo de la obra lorquiana. Hay pocas palabras, sí, pero todas ellas inspiradas libremente en el texto del poeta. El film en sí destila poesía por todos los poros. La luna, el vino, la sangre, los muertos, los cuchillos, la piel, la tierra yerma…todas las constantes de la obra de Federico van desfilando por la pantalla con una belleza inigualable.
Los actores están magníficos. Inma Cuesta es simplemente sobresaliente. Sus ojos negros manifiestan una mirada seductora y dubitativa. La caracterización de los personajes es extraordinaria, hombres y mujeres –sobre todo mujeres- aparecen curtidos por el sol, con las arrugas surcadas de tragedia y el dolor en la mirada.
La obra no ha sido rodada en Andalucía, escenario literario de la historia, sino en la Capadocia turca y en los Monegros aragoneses, lugares done la tierra es baldía y el paisaje desolado manifiesta una singular belleza. Ese paisaje desértico acentúa el protagonismo humano cada vez que los personajes se mueven; se convierte a la vez en un reflejo de la soledad que viven los personajes. Mención aparte merece la fotografía de Miguel Amodoedo; cada encuadre es de un lirismo hermosísimo. Los paisajes, los claroscuros, el tratamiento de la luz, todo hace que la fotografía se convierta en un personaje más, en poesía pura. El tratamiento formal del film tiene un virtuosismo admirable.
Quizás esté ahí el encanto de la cinta, Paula Ortiz no se ha limitado a hacer una adaptación al cine de un texto teatral, “La novia” es puro cine. Los elementos de la película están puestos al servicio de un texto dramático y pasional que se lo apropia y lo traduce en cine. Todo el film, la fotografía, la música, la interpretación, el paisaje, es Lorca puro.
Con una belleza exquisita, “La novia” se convierte en una inspiradísima película que atrapa, fascina y seduce tan irrefrenablemente como la historia que nos cuenta.
Una maravilla.
[Eva Latonda. Pantalla 90]
Del argumento sobra el comentario. El original lorquiano es suficientemente conocido. El respeto por el texto es tomado casi como un referente sagrado. Mérito de los guionistas entre los que se encuentra la misma Ortiz. Ciertamente la belleza de las palabras del escritor no precisaba de retoques. El reto estaba aquí más en el continente que en el contenido. Y Paula Ortiz lo ha superado con creces.
Me atrevo a decir que si Lorca hubiera podido hacer una película, hubiera sido ésta.
Transcurridos los días, vuelven a mí sus imágenes repletas de poderosas metáforas visuales que reflejan un mundo creativo inmenso, que se atreve a explorar las emociones y las sensaciones a través de cada fotograma.
La traducción a lenguaje visual de una obra literaria tan conocida, visitada y rememorada como esta, no es tarea fácil. Es enfrentarse a un público muy crítico por resabiado. Pero la zaragozana asume el riesgo y lo hace con inmensa sensibilidad.
La dirección de arte, cada detalle, los paisajes, la fotografía, todo contribuye a crear un éxtasis visual. Palabras las justas. Ya se sabe, en cine menos es más. En el film el universo de Lorca, la luna, la mujer, la raza, el caballo, el puñal, lo fatídico, el destino, el fuego y la noche, la vida y la muerte… se entrelazan. Nada sobra, nada falta. La carnalidad de las escenas del fatal encuentro enciende toda la sexualidad empachada que se esconde tras el relato.
Es Paula Ortiz una directora todavía bastante joven pero empuja con fuerza. En su anterior trabajo “De tu ventana a la mía” (2011) desplegó todo ese poderoso imaginario que triplica en esta nueva entrega. Si los Goya la miman (que lo harán) se le augura un futuro menos fatídico que el de sus personajes.
Y en cuanto a la creación de estos, decir que los actores están entregados a la historia y se convierten en una maquinaria de relojería al servicio de la tragedia. Tal vez un poco más de energía por parte de Alex García, al que se le va a veces la fuerza que su personaje Leonardo requiere. Pero cosa de poco, o paladar exigente que es una.
Y todo ello aderezado con una banda sonora inspiradísima, sobre todo la versión de “Take this waltz” de Leonard Cohen de la, también aragonesa, Carmen París, que vertebra toda la película convirtiéndola en una pseudo musical coreografiado con gran precisión.
En fin, una obra que respira toda la tragedia de Federico.
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