A la serie de reboots hechos por Disney de sus cintas de dibujos clásicas («Alicia en el País de las Maravillas», «Maléfica», «Cenicienta») se suma este nuevo libro de la selva, una mezcla de la historia del original de dibujos animados de 1967 con el tono de los relatos de Rudyard Kipling que presenta un acabado técnico excepcional y un buen puñado de reflexiones interesantes y temas a tratar a partir de su visionado.
ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título Original: The Jungle Book |
SINOPSIS
Mowgli es un niño que se perdió en la selva de bebé y fue adoptado por una manada de lobos y cuidado por ellos como un cachorro más. La amenaza del tigre Shere Khan obliga al joven humano a huir, acompañado de la pantera Bagheera, hacia el interior de la jungla rumbo a la aldea de los humanos. En el viaje encontrará aliados y enemigos en la forma de personajes como el oso Baloo, el rey simio Louie o la serpiente Kaa.
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CRÍTICAS
[Guille Altarriba. Colaborador de Cinemanet]
Al enfrentarnos a un remake o reinterpretación de otra obra, es inevitable -y hasta necesario- remontarse al original; en este caso, la amable y cantada versión Disney de 1967. La historia original se mantiene a grandes rasgos: Mowgli (Neel Sethi) sigue siendo ese buen salvaje rousseauniano criado entre lobos y una pantera que debe huir de la amenaza del pérfido Shere Khan, un tigre de bengala que en esta revisitación gana en sed de sangre y pierde el carisma de rajá indio que lo caracterizaba.
En general, todos los protagonistas sufren este proceso de pérdida de encanto. Puede ser un sesgo fruto de la nostalgia con la que siempre se recuerdan las películas de la infancia, pero la impresión es que en este nuevo libro de la selva los protagonistas no atrapan del mismo modo que sus homólogos de hace cincuenta años. Seguramente sea cosa de ir acorde al paso de la línea gruesa a los píxeles y la tridimensionalidad, pero los Baloo, Bagheera y compañía de la cinta de Jon Favreau son más animales y menos humanos, más bestiales -son tigres, simios y osos, al fin y al cabo- y menos amigables.
Así, por ejemplo, la serpiente Kaa deja de ser un cómico sidekick del tigre para convertirse en una cazadora solitaria y amenazante, y el oso Baloo pasa de alegre bufón a pícaro desvergonzado de moral distraída, más cercano a las historias de Lázaro de Tormes que a la inocencia original de la cinta de Wolfgang Reitherman. La pérdida de inocencia es precisamente la principal diferencia con la película de dibujos clásica, un cambio fundamental que acerca esta nueva versión a los relatos originales de Ryudard Kipling, más crudos y salvajes.
Sin embargo, y a pesar de lo que pudiera parecer hasta ahora, es un cambio positivo para la historia. Esta apariencia de madurez y seriedad -bastante aparente, porque la cinta sigue clasificada para todos los públicos- dota a la cinta de un tono alejado de lo puramente infantil y que permite al director tratar temas desde una perspectiva más interesante. Por ejemplo, a través de la tregua por el agua y la organización de la manada de lobos de Akela y Raksha se puede reflexionar sobre la importancia de la ley para evitar el caos social -en una inversión del famoso aforismo de Hobbes, en este caso el lobo es un hombre para el lobo-.
Otro de los temas principales de la película -y aquí sí que la versión de 2016 entronca con la del 67- es la paternidad y la familia: el viaje a través de la jungla de Mowgli no deja de ser una metáfora de su maduración interior, de cómo pasa de ser un cachorro a un adulto enfrentándose a las dificultades y peligros. El protagonista construye su identidad en base a la relación con los diferentes “padres” que va encontrando, personajes que le toman bajo su cuidado y sirven de mentor. De Akela aprende liderazgo; de Raksha, cariño; de Bagheera, valentía; de Baloo, a buscar lo más vital, y del rey Louie -el gobernador de los simios, un anti-padre o figura negativa- a decir que no.
El valor de la familia -o la manada-, la unidad entre razas -la comunión entre los distintos animales de la selva en algunos momentos de la trama- o el respeto a la tradición -encarnada en unos elefantes que en esta ocasión no trompetean marchas militares sino que se adquieren un rol pétreo y quasi-religioso, de venerables y sabias criaturas elevadas por encima del resto- son otros de los valores que presenta “El libro de la selva”. Para concluir este apartado, una última reflexión presente en el film: superar los temores solo es posible cuando uno sale de sí mismo, como logra hacer un miedica Baloo que solo se atreve a trepar una pared vertical cuando su amigo está en peligro.
En lo cinematográfico, la película es una cinta de aventuras de corte clásico y episódico, en la que hay un punto A y un punto B y los personajes van de uno a otro afrontando obstáculos de uno en uno. La animación de los personajes, eso sí, es brillante, y el trabajo de los animadores logra imprimir personalidad a los protagonistas sin que dejen de ser animales -menos que en la cinta original, ya lo hemos comentado, pero aún así hay que reconocer el mérito del equipo-. El 3D, sin embargo, no aporta demasiado y es perfectamente posible prescindir de las gafas al ver la película.
En lo referente al reparto, la versión de prensa a la que hemos podido acceder estaba doblada al castellano, por lo que solo podemos imaginar cómo casan las voces de unos actores y actrices de renombre (Idris Elba, Ben Kingsley, Scarlett Johansson o Bill Murray son solo algunos) en la versión original. El doblaje español, en cualquier caso, está a la altura.
Por último, cabe destacar el papel de la música, que en esta ocasión no es protagonista -como sí lo era en la cinta original- pero sí una secundaria de lujo. La banda sonora la forman enérgicas composiciones de John Denbey como esa reinterpretación de “The Bare Necessities” y viene adornada por dos canciones: una que encaja como un guante –«Lo más vital”– y una cuya aparición, por más que la nostalgia lo agradezca, rompe con toda la tensión construida en la secuencia previamente. Un fallo menor en una cinta trepidante y llena de valores positivos que resulta la evolución y actualización lógica de las aventuras selváticas de Mowgli y compañía.
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