Philippe Faucon quiere mostrar con «Fatima» la historia del bosque que crece sin hacer ruido. No encontraremos árboles cayendo ruidosamente ni efectismo barato: el drama de esta ganadora del Cesar a Mejor Película es digno, contenido y golpea por donde no te lo esperas.
Lee aquí la ENTREVISTA a su director
ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título Original: Fatima |
SINOPSIS
Inspirada en una historia demasiado real, Fátima (Soria Zeroual) es una mujer marroquí que vive en Francia y trabaja duro para poder ayudar a sus dos hijas, Souad y Nesrine, a salir adelante. Mientras que de día se enfrenta a los prejuicios y al racismo palpitante de la sociedad de su país de acogida, de noche libera sus preocupaciones, anhelos y deseos escribiendo poemas a la luna.
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CRÍTICAS
[Guille Altarriba. Colaborador de CinemaNet]
Fátima es una fregona / Fátima es una luchadora. Fátima es una inmigrante marroquí que no entiende el francés y solo sirve para limpiar / Fátima es una madre entregada que se parte el lomo en el único trabajo que le dejan desempeñar para ayudar a sus dos hijas. Fátima es ignorante / Fátima tiene alma de poeta y es capaz de condensar sus anhelos, sus preocupaciones y sus sueños en escritos en árabe con los que llena cuadernos por la noche.
Esta dicotomía es la clave para entender “Fatima”, la última película del director francés de origen marroquí Philippe Faucon, un relato costumbrista que avanza con la calma reposada de lo cotidiano -otra manera de decir que apenas pasa nada en toda la película- pero que esconde un fondo que te golpea como un mazo a la que te descuidas. Es el impacto de una realidad demasiado cotidiana: la división que se establece en la mirada occidental al Otro.
A los ojos de la sociedad francesa -más cerril por lo visto de lo que proclaman sus consabidos lemas de igualdad, libertad y fraternidad-, Fátima no es más que “la de la limpieza”, la inmigrante que trabaja limpiando las casas de los blancos ricos. La realidad, nos dice Faucon, es muy distinta: Fátima es un personaje -o persona, ya que está basada libremente en Fátima Elayoubi, autora de los poemarios “Rezar a la Luna” y “Por fin yo marcho sola”- profundo y complejo, llena de amor pero lastrada por las fronteras reales o dialécticas que atraviesan su vida.
Fátima tiene dos hijas por las que se desvive pero con las que tiene problemas de comunicación: ella no habla francés y a ellas les cuesta el árabe. Es el amor de esta madre coraje por sus chicas el núcleo de la historia, un amor que recibe gratitud por parte de Nesrine (una luminosa Zita Hanrot), que persevera hasta la extenuación por su recién comenzada carrera de Medicina en la universidad, y rechazo e incomprensión por parte la revoltosa y adolescente Souad (Kenza Noah Aïche).
Hasta aquí podría parecer un drama social más o una historia lacrimógena más, pero el acierto del director es templar el acercamiento: emoción, pero la justa; denuncia social, pero la exacta. No esperen lloros ni sollozos a pesar de la entidad de lo que se cuenta: “Fatima” es una película tan digna y orgullosa como su personaje principal, tan terca como una Fátima que no baja los brazos, como lo define Philippe Faucon. Las relaciones entre los personajes de amor o rechazo son el motor que hace avanzar una historia demasiado cotidiana relatada con pulso envidiable.
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