Hace ya más de treinta años del estreno de «Los cazafantasmas», tiempo suficiente para que el equipo vuelva a la pantalla. O eso han pensado los ejecutivos de Hollywood detrás de esta nueva versión, un entretenimiento nostálgico y palomitero al que desgraciadamente le falta personalidad propia.
Título Original: Ghostbusters |
SINOPSIS
Erin Gilbert (Kristen Wiig) no cree en fantasmas. O eso se repite a sí misma la co-autora de un libro sobre fenómenos paranormales mientras intenta lograr un puesto en una prestigiosa universidad. La situación se le va de las manos cuando se cruza en el camino de Abby (Melissa McCarthy) y Holtzmann (Kate McKinnon), dos entusiastas fanáticas de los seres de ultratumba que junto a Erin descubren que Nueva York está siendo invadida por un número inusualmente alto de fantasmas. Con la incorporación al equipo de Patty (Leslie Jones) y la contratación del tonto pero guapo secretario Kevin (Chris Hemsworth), las recién formadas Cazafantasmas se disponen a librar a la ciudad de la amenaza ectoplásmica.
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CRÍTICAS
[Guille Altarriba. Colaborador de CinemaNet]
El Hollywood más palomitero se mueve por miedo. No es un reproche, sino un análisis: las ingentes cantidades de dinero que manejan los productores de la principal industria cinematográfica del mundo –en influencia al menos- incitan al temor y la cautela. ¿Para qué arriesgar cientos de millones de dólares en una película que nadie conoce y que no se sabe si funcionará en taquilla? Especialmente pudiendo resucitar cadáveres y apelar al factor nostalgia para llegar a un público –en teoría- ya fidelizado. Fruto de este razonamiento han surgido algunos de los blockbusters más sonados de los últimos años, como “Jurassic World”, “Star Wars VII. El despertar de la Fuerza” o, ahora, “Cazafantasmas”.
El problema no es revivir una franquicia en sí, sino -como ya ocurría con la cinta de J.J. Abrams y es aún más descarado en el sheboot que nos ocupa- apartar perezosamente la creatividad y caer en la fosa del fan service. O, por no recurrir al socorrido anglicismo, el inconveniente consiste en basar la gracia de la película en las referencias al material ya querido por los fans. Esta obsesión obsequiosa por alcanzar al fan ochentero, que debería ser una de sus mayores virtudes, es uno de los principales lastres de “Cazafantasmas”. El director Paul Feig cruza la línea del homenaje delicado y se dedica a bombardear al fan de “Los cazafantasmas” con guiños menos sutiles que un muñeco gigante de Marshmallows en una chatarrería.
Desde dicho muñeco a la aparición de Moquete –o Slimer en la versión original-, desde la manida tonadilla a la repetición cansina de la frase “¿a quién van a llamar?” pasando por los cameos de rigor de los miembros del cast original a los que han podido reunir, los guiños se acumulan unos sobre otros mientras la trama refleja la que se vio en pantalla hace 32 años. Como entretenimiento veraniego funciona, claro, y los toques de humor –especialmente los protagonizados por el musculoso y tontorrón intérprete de “Thor”– arrancan más de una carcajada en el público relajado, pero “Cazafantasmas” no deja de ser un refrito de ideas sin personalidad propia.
Este es el principal lastre de un producto de consumo rápido que funciona a ratos. Tal vez sea por contar una historia de orígenes, pero la mayor parte de lo que se narra ya es sabido y, por ende, previsible. El cuarteto protagonista cumple y, a pesar de que los personajes son poco más que clichés con patas –especialmente flagrante en el caso de la cazafantasmas de Leslie Jones-, demuestran tener una química refrescante entre ellos. Y todo ello sin que el cambio de sexo producido moleste ni llame la atención, ni en positivo ni en negativo. Simplemente está ahí.
Por otro lado, y para no dejar sin comentario este apartado –tal vez el más publicitado y novedoso de la cinta-, no parece que “Cazafantasmas” sea una victoria de la igualdad entre hombres y mujeres. Es cierto que contribuye a generar un clima de naturalidad muchas veces poco presente en el Hollywood mainstream, pero por otro lado, ¿de verdad la solución al machismo hollywoodiense es feminizar sagas ya conocidas –recordemos que van a hacer lo propio con “Los mercenarios” y “Ocean’s Eleven”– en lugar de crear personajes femeninos fuertes y redondos desde cero? Ahí va la pregunta al aire.
PD: Si a lo largo de la crítica no hemos tratado el tema de los valores que encierra esta superproducción es porque simplemente no hay demasiado a comentar. En la línea de «Ninja Turtles: Fuera de las sombras» o la reciente «Escuadrón suicida», «Cazafantasmas» no pasa del manido sentimiento de familia que se crea entre un puñado de inadaptadas. En este sentido, no llega al suficiente.
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