«El caso Fischer» es un contenido y formulaico biopic sobre el enfrentamiento entre dos leyendas del ajedrez: Bobby Fischer y Boris Spassky encapsularon en su duelo el espíritu de una época. Es una lástima que la película sea tan poco ambiciosa.
Título Original: Pawn Sacrifice |
SINOPSIS
«Pawn Sacrifice» –el título tiene más lírica en versión original- narra la historia de la preparación y del legendario enfrentamiento por el campeonato del mundo entre Bobby Fischer (Tobey Maguire), campeón de ajedrez norteamericano, y el campeón soviético Boris Spassky (Liev Schreiber). El duelo, que tuvo lugar en 1972, en plena Guerra Fría, fue mucho más que un conjunto de partidas para conquistar un campeonato; prueba de ello es que captó la atención televisada de todo el mundo.
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CRÍTICAS
[Guille Altarriba. Colaborador de CinemaNet]
A estas alturas, el biopic como género ha desarrollado tal número de códigos y clichés que doblegarse a ellos es en cierta medida una derrota o una muestra de pereza intelectual. Después de ver mil veces un comienzo in media res que retrocede casi inmediatamente a la infancia del protagonista, ya no sorprende que Edward Zwick eche mano de este recurso en “El caso Fischer”. Y así con todo: este apego a la fórmula se extiende a toda la película. La historia de Bobby Fischer recurre a todos los tropos del género –aparece la narración fragmentada a saltos e incluso el texto expositivo y documental que explica qué sucede en la Historia tras la historia, tras el The End-, exhibiendo una carencia aguda de ambición formal.
Más allá de esto, la película tiene dos puntos fuertes: los retratos que realiza del ajedrez y de la Guerra Fría. En el primer caso, las secuencias mejor conseguidas de la película son aquellas en las que permite al espectador atisbar el juego psicológico y la nobleza implícita en cada partida de blancas contra negras. Cuando Bobby hace ver a su amigo Bill Lombardy la causa de una derrota que este segundo sufrió hace tiempo o cuando se respira el juego y contrajuego entre Fischer y Spassky la película gana enteros. Su representación de la Guerra Fría es interesante porque –aunque adolece de la misma laxitud narrativa que ya hemos comentado- permite hacerse una idea de la tensión entre superpotencias y la competitividad extrema que se vivía en la época.
Como pequeño apunte, resulta curioso y también de agradecer que uno de los protagonistas –el mencionado ajedrecista Bill Lombardy- sea un sacerdote y que este hecho se trate con normalidad. Lombardy hace de amigo y en cierto modo brújula moral de Fischer, y pasea su sotana y sus oraciones a lo largo del metraje. Respecto al resto de personajes, Liev Schreiber hace un buen trabajo como el implacable ruso Boris Spassky mientras que el ex Spiderman Tobey Maguire hace lo que puede con un guion que no acaba de atrapar el aura de mito que Fischer tiene en el mundillo del ajedrez –cosa que hizo mejor “En busca de Bobby Fischer”, la cinta que estrenó Steven Zaillian en 1993 y que cuenta con una reflexión más que interesante sobre el valor de perder y la educación-.
[Ramón Ramos. Colaborador de CinemaNet]
Las poliédricas y torturadas mentes de los grandes genios, son fuente de inspiración para la composición de personajes carismáticos cuyo magnetismo proviene sus excentricidades fruto de trastornos obsesivos compulsivos, paranoia, esquizofrenia, y otros problemas mentales, a pesar de los cuales han sido capaces de dejar su huella en la historia. Así por ejemplo nos han llegado a la pantalla biopics, o películas biográficas, de personalidades como el productor de cine Howard Hughes en «El aviador», el matemático John Nash de «Una mente maravillosa», o el visionario fundador de Apple, Steve Jobs. Ahora le llega el turno al campeón de ajedrez Bobby Fischer en la película «El caso Fischer».
El director Edward Zwick, artífice de «Leyendas de pasión», «El último samurai», o «Diamante de sangre», entre otras, dirige a Tobey Maguire, el otrora Spiderman, versión de Sam Raimi, que se mete en la piel del complicado ajedrecista. Un personaje obsesionado con vencer al campeón soviético de ajedrez, una personalidad marcada por un ambiente familiar inestable, y con la paranoia conspiratoria del espionaje durante la Guerra Fría como telón de fondo.
Liev Schreiber, que ya había trabajado a las órdenes de Zwick en «Resistencia», encarna al campeón soviético Boris Spassky, en un registro más contenido, de menos diálogo y más presencia silenciosa que los personajes a los que nos tiene acostumbrados. Cabe recordar que ha interpretado personajes más viscerales tanto en «Resistencia» como en «X-Men Orígenes: Lobezno», o roles más locuaces como su encarnación de Orson Welles en «RKO 281» o el científico de «Kate y Leopold». A principios de este año lo pudimos ver en la oscarizada «Spotlight».
El famoso encuentro entre Fischer y Spassky de 1972 se convirtió en un fenómeno social sin precedentes en el mundo del ajedrez. Fischer se hizo famoso a nivel de ídolo de masas dedicándose a algo que normalmente no resulta nada mediático. No obstante también hay que tener en cuenta los factores externos, y el hecho de la época, en que un enfrentamiento entre Estados Unidos y la Unión Soviética, hace que este tipo de eventos cobren una mayor dimensión que si hubiese tenido lugar en otro momento de la historia.
«El caso Fischer» goza de una correcta ambientación del momento en que se desarrolla la acción, buenas interpretaciones de sus protagonistas, y un ritmo narrativo adecuado a la evolución de la trama. Es una lástima el anodino título que le han puesto para su estreno en España. La traducción literal del título original, «Pawn sacrifice», viene siendo algo así como sacrificio de peón, en clara alusión a una jugada de ajedrez que funciona como metáfora del juego de poder de las altas esferas y de cómo utilizan a las personas en sus estrategias políticas, es decir, como a peones de ajedrez.
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