CINE Y EDUCACIÓN
Un adolescente viene a verme y exclama: ¡este niño soy yo! Con este punto de partida me acerco a la visión de la película, que me sobrecoge y extasía. J. A. Bayona, en sus múltiples lecturas, nos permite hacer una reflexión en clave pedagógica de las vivencias de este niño con su madre enferma y un entorno difícil.
Un monstruo viene a verme nos muestra algunos puntos que pueden estar presentes en la vida de niños y jóvenes que llenan las aulas del siglo XXI.
En una foto panorámica observamos la compleja realidad del bullying, que atenta contra aquello que debilita y duele al menor. Una lacra social que se cuela en los ámbitos educativos y nos mantiene alerta a toda la comunidad educativa. Pero, ¿vamos más allá de los hechos? ¿Cuáles son los hilos que mueven los que atentan los derechos de los compañeros de estudio? Impartimos valores éticos en las aulas pero tenemos de poner más “vigilancia” en los recreos. Quizás algo está fallando…
El sentimiento de culpa del menor está presente a lo largo de toda la película. Él no sabe cómo explicarlo y el monstruo le ayuda a verbalizarlo. La dura realidad que está viviendo, no sabe cómo gestionarla solo. Ayudar a gestionar su emocionalidad será la tarea del monstruo-amigo. La expresión de sus emociones está amputada por la angustiosa vivencia familiar. Deberá aprender a sacar la tristeza, la rabia, el miedo, la melancolía. Saber valorarse, encontrar su sitio y salir del pozo en el que vive.
A menudo, los niños y niñas y los jóvenes necesitan canales de expresión de todo aquello que viven en un mundo globalizado, tecnológico, intercomunicado y a veces, incomunicado. Impacta e interroga el hecho de que la muerte por suicidio sea la primera causa entre los más jóvenes. Aquí entra en juego el importante papel de la escuela: la tarea del profesorado y de los compañeros para detectar focos de sufrimiento en el otro. Y de rebote, golpea las consciencias de todos los ciudadanos, ya que todos estamos implicados en el pleno desarrollo de los menores.
Como el protagonista, los niños y jóvenes que viven situaciones difíciles a menudo deben asumir responsabilidades que los convierten en adultos con cuerpo y sensibilidad de niño. La pedagogía sistémica nos muestra que todo el sistema se altera cuando se produce un hecho radical, las relaciones familiares cambian: como se muestra en la película el papel de la abuela, del padre, de la madre, se esfuerzan a su manera en ser parte de la solución y buscan establecer las estrategias más ecológicas para afrontar la vivencia familiar con éxito.
Pero, ¿qué es el éxito? El éxito es dar alas para la búsqueda de la propia identidad. El protagonista consigue saber quién es y que desea. Es ayudar a afrontar la enfermedad, a dialogar con su madre, a expresar lo que lleva dentro. Es ayudar a afrontar la muerte, con una preparación que le libera de las cargas interiores que soporta y lo capacita para expresar sus emociones.
Podríamos hablar del poder transformador de la inteligencia espiritual que nos permite interrogarnos sobre el qué, el cuándo, el cómo¹. Los estudiosos ven en ella una apuesta de futuro para las nuevas generaciones. Esta actitud de búsqueda, de interrogación de los niños, lo que en lenguaje anglosajón se ha denominado spiritual questing, nos muestra la capacidad y necesidad de encontrar respuestas a aquello que les presenta la inteligencia espiritual. Dotar a los niños y niñas de un por qué y un para qué quizás es la clave que los ayudará a ser ciudadanos conscientes, comprometidos y con una vida llena de sentido.
El psiquiatra infantil y profesor de la Universidad de Harvard Robert Coles² nos habla de la realidad del incipiente cuestionamiento de los niños por temas que tocan la inteligencia espiritual como son el sentido de la vida, el sentimiento de Dios, el más allá, el sufrimiento y la muerte. Dar respuestas, sin la pretensión de abastecer la infinitud, producirá beneficio en los niños y niñas y ahorro de ansiedad y desasosiego.
Los deliciosos cuentos de la película nos abren el corazón de niño que todos llevamos dentro. A través del juego nos acercamos al misterio, a aquello oculto, que nos sorprende y nos mueve a explorar, descubrir, admirar. Los cuentos nos dan alas para volar entre los grises del bien y el mal, el hombre “bueno” y el hombre “malo”, creyentes y descreídos y el hombre invisible que se hace visible.
El Monstruo, la voz de la consciencia, la sombra protectora de la madre o la mano misericordiosa de la providencia nos llevan al silencio absoluto del punto culminante de la película donde el protagonista se libera de sus cadenas. El silencio es aterrador y, a la vez da una inmensa paz, es el umbral con el transcendente. Como en la película Ran de Akira Kurosawa, el silencio se impone en la batalla final.
Se observa un interés creciente por el concepto de una educación holística, que entiende la persona como un todo, en su dimensión psíquica, corporal, emocional, social, familiar, profesional y espiritual. La idea de la educación holística proviene de tiempos antiguos. El propio científico Albert Einstein recogía este concepto hablando de la educación:
“Uno sólo ve la escuela como instrumento para transmitir el máximo de conocimientos a la generación en desarrollo. Pero esto no es correcto. El conocimiento está muerto; la escuela, sin embargo, sirve a los vivos. Se debería cultivar en los individuos jóvenes cualidades y aptitudes valiosas para el bien común (…)
El objetivo debe ser formar individuos que actúen y piensen con independencia y que consideren que su interés vital más importante es servir a la comunidad. (…) La escuela ha de plantearse como objetivo que el joven salga de ella con una personalidad harmónica, i no como un especialista (…) Lo primero debería de ser, siempre, desarrollar la capacidad general para el pensamiento y el juicio independientes y no la adquisición de conocimientos especializados”³
Un monstruo viene a verme, en definitiva, permite una visión poliédrica de la realidad. Después de verla, todavía se nos hace más urgente que familia, escuela, agentes sociales, amigos, compañeros y toda la sociedad estemos alerta para detectar sufrimientos de jóvenes y niños que viven situaciones límite.
¹ Desde las aportaciones de MARSHALL, Ian; ZOHAR, Dahar. Spiritual Intelligence. The ultimate Intelligence, London: Bloomsbury, 2000. Ed. Castellana Inteligencia “espiritual”. Madrid: Plaza&Janés, 2001.
² COLES, Robert. The Spiritual Life of Children. Boston: Houghton Mifflin Company, 1990.
³ Citado en EINSTEIN, Albert. Mis ideas y opiniones. Barcelona: Innova Prisa, 2005