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Especial Star Wars Day: 5 reflexiones jedi a adoptar y 5 vicios sith a evitar

May the 4th be with you

La saga de Star Wars es una de la más influyentes y exitosas de todos los tiempos. En Cinemanet adoramos sus películas -bueno, alguna más que otras; ese El imperio contrataataca alguno muere de amor-, y hoy es el día idóneo para hablar de ellas. El 4 de mayo, por cómo suena en inglés -May the Fourth, equivalente al inicio de May the Force be with you, o «Que la Fuerza te acompañe»- se ha convertido en la fecha de celebración mundial de la space opera más épica de la historia.

Por eso, hoy es el día en que todos los frikis salen a la calle y las redes se inundan de referencias, tributes y memes. También nosotros hemos queremos rendirle homenaje… a nuestra manera. A continuación, Guillermo Altarriba y Álvaro Díez han escrito a dos manos este especial, centrándose en algunos personajes de Star Wars e interpretándolos como signos de algo real. Uno hablará de virtudes; el otro, de vicios: cada uno de lo que sabe…


5 lecciones vitales jedi, aprendiendo del lado luminoso de la Fuerza

– Por Guillermo Altarriba


Chebwacca: el significado auténtico de la fidelidad

Un felpudo con patas. Un temible wookie armado con una poderosa ballesta láser. Una transposición al imaginario Star Wars del mito del Buen Salvaje. Las definiciones de Chebwacca son muchas, pero todas han de reconciliarse con un hecho que -por repetido, tal vez- ya no llama la atención: su infinita fidelidad a Han Solo.

Si entendemos la fidelidad como la lealtad a un compromiso adquirido, o el acto de cumplir lo que se prometió y de conformar las palabras a los hechos, Chebwacca es un ejemplo paradigmático. A pesar de su fiereza y su valor, no ceja en su vocación de acompañar al piloto del Halcón Milenario, relación mútua fraguada con el paso de los parsecs y los años.


Lando Calrissian: aceptar con humildad las caídas

Como un San Pedro espacial -siempre y cuando el pescador fuera también un contrabandista arrogante y carismático-, Lando Calrissian le falla a su mejor amigo y se vuelve a levantar. Esto sucede en El imperio contraataca, en la Ciudad de las Nubes, donde Lando conduce a Han Solo y sus compañeros a una trampa. Como parte de una negociación secreta con el lord Sith por excelencia, deja a los rebeldes a manos del Imperio.

Poco después, tras caer en la cuenta de su error, no duda en meterse en la guarida de Jabba el Hutt para rescatar a Solo. Esta acción heroica nace de la humildad de saber que, aunque había cometido uno de los peores pecados contra su amigo al traicionarle, esto no le inhabilita para subsanar su error. Lejos de dejar que la culpa y el remordimiento le paralicen, o de encerrarse en una cáscara de orgullo –“¿cómo he podido yo fallar así?” es algo que nunca dirá-, asume su responsabilidad con la cabeza alta y con diligencia.

Obi Wan Kenobi: resonar en la eternidad

“Si me matas, volveré más poderoso de lo que nunca has podido imaginar”. La advertencia es de Obi Wan Kenobi a Darth Vader durante su duelo en Una nueva esperanza, la primera película de la saga en ver la luz. La predicción se cumple de modo literal cuando el fantasma del maestro susurra a su discípulo el modo de destruir la infame Estrella de la Muerte, lo cual nos ofrece la posibilidad de una bonita reflexión sobre cómo la vida de Obi Wan persiste en aquellos que le escucharon.

Su mensaje, su testimonio de bondad y su sabiduría perviven más allá de su muerte, influenciando a generación tras generación y creando una onda expansiva que va mucho más lejos que su existencia mortal. “Aquello que hacemos resuena en la eternidad”, decía cierto gladiador, y dicha frase se encarna en Obi Wan con una fuerza especial.

Jyn Erso: la magnífica banalidad del bien

Si Hannah Arendt hablaba de “la banalidad del mal” para referirse a la cotidianeidad que permitió al nazismo alzarse, en Rogue One podría decirse que vemos lo opuesto: la banalidad del bien. Jyn Erso y su escuadrón son los every-men, unos cualquiera, alejados de los grandes relatos heroicos de Skywalker y compañía. Los soldados sin rostro que luchan y ponen su granito de arena para que el bien avance ni que sea un palmo al mal.

Lo interesante es que en esta película vemos cómo, en la lucha de Erso, el bien cotidiano o pequeño acaba convirtiéndose en una acción fundamental para el devenir de los acontecimientos. Como aquel proverbio oriental que reza que “quien mueve montañas comenzó apartando piedrecitas”, el bien banal de Erso nos habla de esas pequeñas buenas acciones diarias que, visto en perspectiva, resultan soles plenos de sentido.

Anakin Skywalker: nadie está perdido

Sí, Anakin Skywalker. Él, y no Darth Vader, porque este personaje presenta la mayor lección moral de toda la saga Star Wars: que la redención puede llegar a todos. Que nadie llega a estar tan encerrado en sí mismo -como Vader lo está en su caparazón negro de insecto- como para no poder ser tocado por el amor incondicional que todo lo trastoca.

La escena final de El retorno del jedi es, en este sentido, una masterclass de reconocimiento del auténtico yo a través de la mirada amorosa de otro. En este caso, es el antiguo Darth Vader quien reconoce, a través de su hijo torturado por el emperador, su propia condición de padre. Su propia humanidad, que regresa de su exilio para ya nunca más volver a abandonarle.

5 tentaciones destructoras, vicios del Lado Oscuro

– Por Álvaro Díez 

Wilhuff Tarkin: la burocracia del mal

Wilhuff Tarkin es el comandante de la Estrella de la Muerte en la primera película de la saga, Una nueva esperanza. Es un personaje mucho más importante de lo que parece a simple, y de hecho tiene una autoridad tal que incluso Darth Vader le obedece. Tarkin es un tipo gris, eficiente e inflexible. Hace lo que tiene que hacer, no cuestiona las órdenes y tolera mal aquello que salga de lo habitual y de lo racional, como la religión Jedi. Y eso le acaba llevando a ser destruido junto a la Estrella de la Muerte.

Tarkin en el fondo no es un malo cualquiera: representa la burocracia. Los engranajes que mueven el mal. Un conflicto no se gana solo con explosiones, muertes heroicas, colándose en bases enemigas o destruyendo ejércitos. Tiene que haber una logística. Alguien que sepa arreglar bombillas. Alguien que limpie. Alguien que, detrás de las cámaras, ponga en funcionamiento la masa de pequeñas cosas de la que depende todo lo demás. Tarkin, con su brutal eficiencia y falta de empatía, es la consecuencia final de llevar el mal a lo cotidiano, a lo natural. La «banalidad del mal» de la que hablaba Hannah Arendt. Un individuo como Tarkin es incluso más peligroso para el Bien que otros iconos más llamativos, como el Emperador, los Sith o la propia Estrella de la Muerte.

Jango Fett: «¡mi alma está en venta!»

Jango Fett es un hábil mercenario que aparece en el Episodio II, El ataque de los clonesEs el padre del legendario cazarrecompensas de culto Bobba Fett, de la trilogía original, y toda su vida la ha dedicado a asesinar, secuestrar y a otros menesteres del mismo estilo a cambio de dinero. Pero, en realidad, le gusta lo que hace. Es un ser egoísta y corrompido totalmente al servicio del mal.

Se abandonó a la oscuridad hace ya tiempo, y su degeneración moral llega a su punto de inflexión cuando acepta vender sus genes para que se cree un ejército de clones. Irónicamente, exige que se le entregue uno de estos clones para criarlo como su hijo. Un hijo que en realidad es él mismo. Literalmente. Un maldito clon. La megalomanía llevada a su máximo nivel.

A cambio de dinero y de un falso hijo, Jango Fett vende su esencia, lo que a nivel biológico le convierte en lo que es, en un individuo único. Lo que ha hecho en realidad es vender su alma, sin importarle una mierda que con sus genes se vaya a crear un ejército genocida y esclavo al servicio -en última instancia- del mayor villano de la Galaxia, Darth Sidious. Jango Fett es la consecuencia final de seguir los deseos propios sin filtrarlos a través de la conciencia, la consecuencia final de ser fiel a nuestros intereses y no a nuestros principios. Cosa -por cierto- bastante fácil cuando ni siquiera hay principios…

Poe Dameron: el falso héroe

Incluir a Poe Dameron en esta es polémico: es el mejor piloto de la Galaxia en El despertar de la Fuerza Los últimos jedi, y no pongo en duda sus intenciones nobles o su voluntad de servir al Bien… pero me viene a la mente un proverbio: «el camino al Infierno está empedrado de buenas intenciones». Es una lección dura: no sirve de nada querer hacer el Bien, si en la práctica no lo haces. Es, de hecho, una de las formas más frecuentes del Mal. Obrar sin percatarte de que la estás cagando. Si para que alguien «no sufra», lo matas, entonces quizá no estás entendiendo el significado de la compasión.

Y si para destruir una insignificante nave enemiga pierdes cientos de vidas amigas, es que quizá no sabes de estrategia, y tu corazón no se guía por el Bien, sino por el deseo de ser reconocido como el héroe responsable de tal hazaña. Este es el caso de Poe, que se pasa todo el Episodio VIII creyéndose el verdadero héroe de la Resistencia, ignorando los consejos y planes del resto de aliados. Actúa siempre en función de unos ideales irreales que, de ser seguidos por toda la Resistencia, implicaría la derrota inmediata. Hay otro proverbio de origen remoto que dice: «For he who that fights and runs away, may live to fight another day«.

A veces es más inteligente esperar y golpear otro día. Todo lo contrario al célebre «Más vale honra sin barcos, que barcos sin honra«, que sería sin duda el lema de Dameron. La tradición está llena de advertencias contra este tipo de héroe, que busca la gloria personal a costa de los demás, y a veces de sí mismo. Tan habitual en los terrenos dónde hay competencia, como los deportes o la guerra. Por suerte, el Destino no está escrito, y al final de la película podemos ver que Poe Dameron se ha dado cuenta al fin de que el heroísmo desmesurado no siempre ayuda en la lucha contra el Mal.

Kylo Ren: la entrega voluntaria al Mal puro

Kylo Ren es quizá el personaje más interesante surgido de los últimos films de Star Wars: El despertar de la Fuerza Los últimos jedi. A diferencia de los anteriores, no busca dinero, ni mero poder. Siente una atracción hacia el Mal, pero es mucho más consciente de ello. Ni Jango Fett ni Tarkin son personajes de gran complejidad filosófica: uno obedece, el otro busca satisfacer sus deseos a cualquier precio. Kylo Ren, en cambio, se entrega de manera mucho más profunda al Mal. Es su religión, como lo era antes la Jedi, el culto al Bien.

Ren vive de manera austera, entrenándose, cumpliendo misiones y aprendiendo. Es, de algún retorcido modo, un sacerdote del Mal. Un obispo, en realidad, o quizá incluso algo más. Su proceso degenerativo es claro. Primero traiciona a su mentor, Luke Skywalker, y pasa a trabajar para los Sith. A sus órdenes comete crímenes por toda la Galaxia. Más adelante, matará a su padre, Han Solo, y -aprovechando la ingenuidad de Rey- la atraerá hasta él para intentar seducirla al Lado Oscuro. En el proceso, traiciona y asesina a su mentor Sith, el Líder Supremo Snoke, e intentará matar a Luke por segunda vez.

Es una persona educada, con una fuerte presencia en su vida del Bien, siendo además su madre Leia Organa, heroína de la Resistencia, y su tío, el gran Jedi Luke Skywalker. Sin embargo, Kylo Ren está hecho para el Mal, y acaba cayendo. Es un personaje que sufre, porque el Bien sigue siendo influyéndole, aunque nunca nos queda claro si no deja de ser una excusa para jugar con aquellos que aún creen que pueden controlarle o salvarle… cosa que lo haría aún más perverso y complicado. Kylo Ren cree profundamente en el Lado Oscuro, en su poder y en el conocimiento que otorga, y está dispuesto a abandonar todo aquello que ama, y toda tentación por el Bien, a cambio de llegar hasta el final de su ideal.

Darth Maul: la belleza del mal

Darth Maul es otro icónico Sith, y aparece en el Episodio I, La amenaza fantasma. La razón por la que está en esta lista es simple: estéticamente es brutal. No constituye un ejemplo de vicio o degeneración; lo que nos interesa aquí es su rollo. Lucha bien, es valiente y se enfrenta él solo a dos Jedis. Es un personaje diseñado para seducir. Incluso el tema musical que le acompaña es de los más míticos de la saga. Por otro lado, su aspecto es impresionante. Un verdadero demonio rojo, con cuernos, ojos encendidos como ascuas, tatuajes negros de bestia, frialdad asesina y estilo. Según este criterio podríamos haber incluido al Conde Dooku, pero Darth Maul es probablemente más bello, más seductor.

El Mal es complejo. Se aproxima a cada persona de manera diferente. Sin embargo, una de sus herramientas universales es el uso de la seducción a través de la belleza. Hay mitos por todo el mundo que hacen referencia al disfraz seductor que adopta el Mal para embaucar al Hombre. Incluso en la naturaleza, muchos de las más especies más bellas son también las más mortíferas, como el célebre hongo amanita muscaria o la rana dorada Phyllobates terribilis.

Dentro del reino humano, podemos poner de ejemplo las iconografías comunista y nazi, con su increíble uso de la imagen para impresionar, sus símbolos potentes e inolvidables, sus discursos llenos de odio y promesas, de ira y de fuerza. La Belleza es un atributo del Bien, de Dios, del Orden. Una expresión del Logos que rige y organiza el mundo. Tiene sentido que la realidad sea bella. Darth Maul es un ejemplo de como el Mal adopta formas bellas, de fuerza y poder a veces, de delicadeza otras, para atraernos, como las Sirenas atraían a los marineros, como el espejismo atrae al sediento.

Hasta aquí: esto han sido diez personajes y diez reflexiones traídas de una galaxia muy, muy lejana. Algunos, modelos de comportamiento a los que imitar; otros, modelos de vicios de los que prevenirse. Sin embargo, desde luego que estos no es todo lo que se puede sacar de una saga tan rica como Star Wars, ¿cuál es tu personaje favorito? ¿Qué hace que vibre contigo de un modo especial?

Cuéntanoslo en los comentarios para compartirlo con el resto de lectores y recuerda: ¡que la Fuerza te acompañe!

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