Puñales por la espalda es la partida de Cluedo personal del director y guionista Rian Johnson. Rodeado de un elenco envidiable –Daniel Craig, Ana de Armas, Chris Evans, Jamie Lee Curtis-, el cineasta estadounidense filma un thriller perfectamente medido donde, como en el popular juego de mesa, el misterio central es averiguar quién mató a quién. Cuando acaba la película esta incógnita queda resuelta, pero aún quedan intrigas más interesantes que resolver.
(Atención: Este artículo presupone que has visto “Puñales por la espalda” o que no te importa que te desvelen detalles del argumento. El texto contiene ‘spoilers’ de toda la trama de “Puñales por la espalda”. Si quieres un análisis sin destripamientos del guion, puedes leer esta crítica)
Para mí, la pregunta central es “¿para qué?”. ¿Para qué ha invertido Rian Johnson tanto esfuerzo en rodar un homenaje a las novelas de misterio de Agatha Christie o Arthur Conan Doyle? La respuesta es que no se trata solo de eso: como decía en la crítica de la película, Puñales por la espalda utiliza los tópicos de los relatos de detectives para hablar de algo mucho más actual y urgente, y en este texto vamos a intentar analizar cómo lo hace.
El tema central de Puñales por la espalda es el racismo. En concreto, el racismo en EEUU hacia las personas que viven al sur de la frontera. Rian Johnson hace evidente que su película trata de esto en una conversación en la que los miembros de la familia Thrombey discuten acerca de las familias de inmigrantes mexicanos que cruzan la barrera y debaten sobre la separación de los niños y las infames “jaulas” de confinamiento.
Desde este punto de vista, la película se convierte en una metáfora: la gran mansión es EEUU, la familia Thrombey -todos ricos y blancos- son diferentes perfiles de estadounidense racista y Marta Cabrera -la enfermera personal de Harlan Thrombey, el patriarca difunto- es la representación del inmigrante. En el momento en que esta última resulta ser la heredera de toda la fortuna del fallecido, la narrativa pasa a ser que ella “ha venido a robarnos”.
Los Thrombey: la América blanca, soberbia y ridícula
De hecho, es interesante ver cómo cada miembro de la familia habla de la procedencia de Marta citando un país diferente: para uno viene de Paraguay, para otro, de Colombia; para otro, de Brasil. Tanto da: esta indiferencia por la historia real habla de la indiferencia por las vidas de unas personas que se reducen a un problema o una cifra. Para los Thrombey -para los estadounidenses indiferentes-, la inmigración ilegal es un debate de café, no un problema real que sufren personas reales.
Cada uno de los Thrombey representa una parcela de esa sociedad que el director está criticando: la pija estirada, el troll de Twitter, la joven intelectual y comprometida con la causa social cuyo compromiso no baja a la realidad… Todos ellos, además, no paran de hablar de cómo “han construido su fortuna desde cero”, y exigen a los inmigrantes ilegales que hagan los mismo, cuando en realidad son todos unos mantenidos a costa de la fortuna de Harlan.
Un detalle en este sentido es la respuesta que da el detective Blanc -el personaje de Daniel Craig– cuando le dicen que los Thrombey son dueños de la casa desde tiempos inmemoriales: reírse, y apuntar que el patriarca la compró en lo 80. De nuevo, un paralelismo con la soberbia blanca estadounidense, que se creen dueños morales de la tierra cuando llegaron a ella desde el Viejo Mundo hace pocos años.
Marta y Ransom, o cómo hacer saltar el tablero
El juego que plantea Rian Johnson es que la inmigrante -Marta- tiene más humanidad que todos ellos, y les gana en su propio juego. Al final de la película se revela que el culpable del asesinato es el nieto de Harlan, Ransom: el joven ricachón e insolente interpretado por Chris Evans.
Una primera subversión de la soberbia estrechez de miras de Ransom -que encarna los peores vicios de su familia- la vemos en los cambios de medicación y la manipulación. El villano no había previsto que Marta pudiera ser una profesional cualificada y que, por tanto, sabría realizar el cambio de viales. Otro momento en el que Marta “vence” a Ransom es cuando ella decide sacrificarse por su compañera en peligro, aún a sabiendas de que esta acción la pondría en peligro a ella. En su plan, Ransom no era capaz de prever que alguien haría algo más allá de su propio interés.
En última instancia, la clave es la frase que Harlan le dice a Ransom: “no sabe diferenciar un cuchillo que corta de uno que no”. Más allá de lo literal -que lleva al chico a un trágico final-, está la conexión con Marta. Ransom, encerrado en su orgullo, no sabe diferenciar que la chica es un cuchillo afilado: al incluirla en el prejuicio que tiene de las personas inmigrantes, le niega la capacidad de alterar sus planes.
Esta condescendencia es, en última instancia, la que nos lleva al plano final de la casa, que cierra el círculo. Marta observa desde el balcón a la familia Thrombey, derrotados, mientras sostiene la taza que abría la película, en la que se lee “Mi casa, mis reglas”. El final, queda abierto, eso sí: ¿se vengará de la familia que la ha hecho sufrir o les ayudará, rompiendo así, del todo, la lógica del conquistador?
En éste análisis se destilan los prejuicios contra la sociedad americana.
El argumento central de la pelicula es una adaptacion – mal disimulada- de un relato de Agatha Christie, en el que Hércules Poirot se ve implicado en la muerte de un anciano supuestamente degollado en una habitación cuando todos tenian coartada y poco despues de dejar a toda su familia sin herencia y dejando todo su patrimonio a una persona fuera de la familia.
El tema es que la protagonista de esta pelicula no es la asesina, pero si ha usado su manipulación para hacerse con toda la fortuna del anciano. Consigue que desherede a la familia y se lo deje todo a ella. No solo hay menciones puntuales a esto, sino que hay menciones mas sutiles a sus capacidades para conseguirlo.
Solo hay un comentario xenófobo en la pelicula (no racista) del personage mas radical en ese sentido, y solo otra persona justifica que encierren a inmigrantes ilegales enfrentandose con otros miembros de su familia que estan totalmente en contra. Es cierto que no recuerdan el origen de la joven, pero no es por racismo sino por clasismo, y la familia en general demuestra afecto y admiración hacia ella en multiples ocasiones (hablan mejor de ella que de su propia familia) hasta que pierden la herencia, claro.
Son gente codiciosa que creian que no necesitaban esforzarse, pero la inmigrante (su madre si estaba de forma ilegal) con su taimado caracter consigue quitarselo todo.
En el final vemos cómo ya no oculta su caracter con falsa fragilidad y, con la taza de «mi café, mi casa, mis normas» observa a los que ha desplumado desde lo alto como quien observa una gran obra completada.
También me parece una lectura interesante, LL, sobre todo el apunte sobre el clasismo. ¡Muchas gracias por aportar al debate! 🙂
Cómo llega la gota de sangre a la zapatilla de Marta ? Me carcome eso jajaja