Calladita | El dinero no compra la calidad humana

Mª Ángeles Almacellas

Doctora en Filosofía y Ciencias de la Educación por la Universidad Complutense de Madrid. Crítica de cine. Miembro del Círculo de escritores cinematográficos. Directora del curso "El arte de ver películas" en la UPM. Directora de CinemaNet-Madrid.

Calladita es una adaptación del cortometraje homónimo que Miguel Faus dirigió en 2020, con la misma actriz protagonista, Paulina Grimaldo.

Ana es una joven inmigrante colombiana sin papeles, que trabaja como muchacha de servicio de una adinerada familia de Barcelona. Van a pasar el mes de vacaciones en la enorme y espectacular casa de verano en la Costa Brava. Todo el trabajo le corresponde a Ana, que debe dedicarle prácticamente todo el día, sin horarios, incluidos los fines de semana, por un sueldo misérrimo, pero con la promesa de que, si cumple bien, es discreta y está calladita, en septiembre le harán un contrato laboral y la empadronarán para que pueda resolver el tema de sus papeles en España.

Trabaja como una esclava sin quejarse, porque necesita una buena suma de dinero para enviárselo a su familia y poder pagar la matrícula de su hermana pequeña, que quiere entrar en la universidad para estudiar medicina.

 Por casualidad se entera de que legalmente no es posible lo que le han prometido y, a medida que sus objetivos –tener papeles de residencia y pagar la matrícula a su hermana— se van alejando, cada vez va sintiéndose más explotada y poco a poco va cambiando su actitud en el trabajo. Y lo que es peor, pierde bastante el rumbo de su vida.

Calladita forma parte de una larga tradición de películas que narran los abusos de los ricos sobre los seres más desvalidos, con una mirada satírica sobre los ricachones deshumanizados, que suelen aparecer como seres risibles de tan degenerados.

Sin embargo, Faus no hace demasiada sangre y aunque todos los miembros de la familia adinerada y sus amigos aparecen como seres tan deleznables como ridículos, no es una historia maniqueísta de malos que acogotan a los inocentes. Quiere tratar las injusticias sociales, marcando el contraste entre la vida ostentosa de las clases privilegiadas y los apuros de las chicas del trabajo doméstico que deben enviar dinero a sus familias. Pero el punto referencial no puede ser lo que sucede al otro lado del Atlántico, sino que toda persona cobre un salario justo por el trabajo que realiza y que no se la explote con los horarios como a Ana.

Con el problema así desenfocado,  la película se queda un poco «en tierra de nadie». Abundan los comentarios y las bromas de refilón sobre los seres que «los ricos» consideran inferiores. Resultan despreciables sin duda, pero sobre todo por la estulticia de esa gente sobrada de dinero y tan pobre humanamente. Sus gestos y palabras de clasismo o racismo resultan tan patéticos que su perversidad queda como diluida

La película está prácticamente rodada dentro del perímetro de la mansión de verano, sin que apenas aparezcan los magníficos paisajes de la Costa Brava.  La historia está narrada desde la perspectiva de Ana, sin que eso le imprima realmente mayor interés, tal vez porque da pena ver cómo la muchacha se deja ir por la misma pendiente que los seres a los que desprecia. El gran acierto de Faus es haber contado con un reparto especialmente solvente –Ariadna Gil y Luis Bermejo, especialmente– que elevan el nivel de calidad de la película.