Cuando una directora ha hecho dos películas y las dos son mini obras maestras por su sencillez hablamos de Avelina Prat, que en Vasil de 2022 habló de la amistad, y ahora repite la misma temática, pero con otra profundidad. Es una película filosófica y demuestra que a veces cuando uno se siente abandonado por una mujer, decide irse a otro país, conocer nueva gente y cambiar de profesión, de profesor a jardinero, por ejemplo.
Con un gran guion, esta película tardó en arrancar y parecía que su directora no iba a superar su obra prima Vasil pero en los últimos cuarenta minutos da un giro con la gran partida de cartas. La directora rescata al actor protagonista de Vasil, Ivan Barnev, en un pequeño papel donde el protagonista vive en poco tiempo tres vidas y la parte final de la película deslumbra por su guion y resucita los fantasmas del pasado. Una película rodada en España y gran parte en Portugal, y como actriz protagonista María de Medeiros y con dos actrices serbias.
Es una película universal, por tener tres idiomas, por hablar de la amistad y de estas segundas oportunidades que todos merecemos. Una directora que en dos años ha rodado dos películas muy sencillas pero grandes en contenido y con estos silencios y pausas en toda la película que la hacen más grande.
Junto con Vasil y Una quinta portuguesa ya ha entrado entre las 500 mejores del cine español de la historia. Soberbio el actor Manolo Solo, aunque habla poco, pero sus miradas alumbran toda la película. Merece ser finalista en los Goya, pero a los académicos las historias maravillosas y grandes de contenido les interesa poco. Película que también habla del amor a las plantas y de cómo hay que tratarlas con amor para hablar con ellas y sacar lo mejor de ellas.