Trama con sugerentes perfiles dramáticos y morales sobre el pasado radical de juventud que azota de nuevo la vida de un veterano fugitivo. Las buenas factura y corrección formales y su trufado reparto no esconden, sin embargo, que la película peca de tibieza en su postura, con cierta flaqueza rítmica en determinados pasajes. Aun así, está por encima de la media, falta de garra pero en definitiva dirigida con rigor, buen hacer y sobriedad.
ESTRENO Título original: The company you keep. |
SINOPSIS
Jim Grant es un abogado especializado en derechos civiles y un padre viudo que vive con su hija en la tranquilidad de los suburbios de Albany (Nueva York). Su vida da un giro radical cuando un joven periodista llamado Ben Shepard desvela su verdadera identidad como un antiguo radical antibelicista de los 70 y su condición de fugitivo buscado por asesinato. Después de vivir discretamente como abogado durante más de 30 años, Grant se verá obligado a darse a la fuga. Es el objetivo de una caza humana a escala nacional; con el FBI pisándole los talones, se embarca en un viaje a lo largo del país para dar con la persona que puede limpiar su nombre. Shepard es consciente del peso que tiene la noticia nacional que ha expuesto y de que es una oportunidad única en la vida para un periodista. Empeñado en crearse una reputación, está dispuesto a todo para sacar el máximo provecho de todo ello.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín – COPE]
En Albany (Nueva York), el FBI detiene a una acomodada ama de casa, Sharon (Susan Sarandon), por su supuesta participación en un asesinato cometido en los años 70 del siglo pasado por The Weather Underground, un grupo radical antibelicista. El director del principal diario local, Ray (Stanley Tucci), encarga un artículo sobre el tema al joven periodista Ben Shepard (Shia LaBeouf). Al poco, éste desvela la verdadera identidad a Jim Grant (Robert Redford), un prestigioso abogado viudo, especializado en derechos civiles, que vive en una zona residencial de Albany con su pequeña hija Isabel (Jackie Evancho). Su verdadero nombre es Nick Sloan, y también fue miembro activo del comando de Sharon. Tras dejar a su hija con su hermano Daniel (Chris Cooper), Grant se da a la fuga en busca de antiguos camaradas —Nick Nolte, Richard Jenkins…— con el fin de encontrar a una misteriosa mujer llamada Mimi (Julie Christie), que podría limpiar su nombre. Le sigue de cerca un amplio equipo del FBI, liderado por el incansable Agente Cornelius (Terrence Howard). Y, mientras tanto, Ben Shepard va descubriendo datos sorprendentes en su meticulosa investigación periodística.
Como todas las películas del californiano Robert Redford tras la cámara (“Gente corriente”, “Un lugar llamado Milagro”, “El río de la vida”, “Quiz Show”, “El hombre que susurraba a los caballos”, “La leyenda de Bagger Vance”, “Leones por corderos”, “La conspiración”), “Pacto de silencio” goza de un reparto de lujo, dirigido con rigor y sobriedad, y enfrentado a una trama con sugerentes perfiles dramáticos y morales, basada esta vez en la novela “The Company You Keep” de Neil Gordon. Ciertamente, resulta discutible el protagonismo del ya septuagenario actor-director, pues su personaje no cuadra del todo con su edad. Además, el ritmo de la historia flaquea en algunos momentos, y en otros, no alcanza la emotividad pretendida. Quizás la causa principal de estos defectos narrativos sea que, en su afán de ponderación, el guión de Lem Dobbs nada demasiado entre dos aguas: por un lado, el sincero examen de conciencia sobre los excesos de ciertos grupos de los años 70 —“No se llega a mi edad sin remordimientos”, reconoce Jim Grant-Nick Sloan—; y por otro, la crítica sin paliativos a la Guerra de Vietnam y, en general, al belicismo de la política exterior de Estados Unidos. “Nos equivocamos, pero estábamos en lo cierto”, sentencia el protagonista en otro momento. De todas formas, la película está por encima de la media, tiene una sólida factura visual, incluye varias secuencias de gran intensidad humana, y resulta especialmente certera en su retrato del espinoso dilema deontológico del joven periodista Ben Shepard.
[Enrique Almaraz, Colaborador de CinemaNet]
La nueva película de Robert Redford retoma los duros asuntos políticos y sociales que tan buenos resultados le han otorgado a las órdenes de otros directores, además de sí mismo. En esta ocasión dirige y da vida al protagonista, Jim Grant, un abogado de pleitos pobres en un pequeño pueblo que esconde, tras nombre y cargo, a Nick Sloan, un fugitivo de la justicia durante treinta años, cuando, en sus tiempos de joven radical contra el sistema, su nombre se vio mezclado en un atraco donde resultó muerto un guardia. Con la detención de Sharon Solarz (Susan Sarandon), acusada del mismo delito, el joven periodista que lleva el caso, Ben Shepard (Shia LaBeouf) se topa por casualidad con la verdad sobre el letrado. A partir de ese momento, el maduro fugitivo se ve forzado a continuar su larga huida en paréntesis con el propósito de defender su inocencia.
Nada se descubre al reconocer las virtudes de Robert Redford como director, casi siempre y cuando el tema lo requiere, con el discurso crítico en alza. Desde el punto de vista meramente formal, el resultado es una notable película policíaca —no únicamente—, pero carente de cierta garra como otras veces ha mostrado. A los pocos minutos del inicio ya nos encontramos de lleno en el nudo, si bien los primeros compases del mismo parecen discurrir con el freno echado. Buena parte del empuje lo motiva Shia LaBeouf, además del propio Redford una vez abandonada la rutina del despacho. Siempre se le dio bien correr y su ya lejana entrada en su octava década de vida no iba a ser impedimento. Eso sí, los años pasan para todos a pesar de la legendaria bula de Redford al respecto y algo empieza lentamente a posarlo en el terrenal mundo de los demás mortales, sin que ello signifique que su estado de forma no es admirable. Numerosos intérpretes veteranos se dan cita, algunos de ellos en pequeños pero significativos papeles: estrellas como Susan Sarandon, Nick Nolte y Julie Christie y grandes secundarios como Richard Jenkins, Brendan Gleeson, Stanley Tucci o Terrence Howard. Nombres todos ellos que soportan alto el listón de la película mientras son mejor reclamo que el argumento y la factura. A modo de anécdota, la generosidad cronológica de regalar mayor juventud hace treinta años a actores tan talluditos como el propio Redford (que en la película tiene 76) o Julie Christie (71).
“Pacto de silencio” viene envuelta en las redes de una página negra en la historia reciente norteamericana, a nivel político y social, cuando al final simplifica el asunto focalizándolo, sin la hondura requerida, en un episodio de dolor, crimen e injusticia, con crisis internas de identidad y actuación o fidelidad o no a las convicciones, donde el camino hacia el arrepentimiento puede mostrar múltiples y diferentes motivos. Se echa de menos mayor firmeza en el conjunto, o siquiera un análisis sobre uno de los pilares básicos del acontecimiento: la asunción de culpa es necesaria, pero, desgraciadamente y como es bien sabido, no suficiente. A cambio, se dibujan diversos caracteres y juicios sobre la visión de tales actos, reparto de culpas para algunos, cambio con la madurez para otros, las consecuencias del “mal menor” o la concepción de los hechos según posturas y generaciones, pero no todo vale.
En resumen: respecto al argumento, la premisa raya a gran nivel; sin embargo, la tibieza con la causa es tal que termina amortiguada y diluida en el drama familiar y sentimental del pasado Nick Sloan, quien lucha por convertirse definitivamente en Jim Grant. Ello perjudica el resultado final y, en consecuencia, su calificación.
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