Emotiva película, no redonda pero sí interesante, a través de los ojos de un niño que influye de manera tan inocente como revolucionaria en los planteamientos y perspectivas de cuantos lo rodean. La película afronta con seriedad y con un tierno sentido del humor temas tan serios como el de la familia, la soledad, el perdón, el aborto, la posibilidad de redimirse o la amistad.
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ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Película: Ismael. |
SINOPSIS
Ismael Tchou, de 10 años y de madre africana, coge el AVE en Atocha rumbo a Barcelona. Se ha fugado de su casa porque quiere encontrar a Félix Ambrós, su padre, al que nunca conoció. Su única pista es una dirección de un apartamento en la Ciudad Condal, escrita en el remite de una carta dirigida a su madre Alika. Una vez allí consigue encontrar el edificio, pero en el apartamento sólo encuentra a Nora, una elegante mujer de unos 50 años que resulta ser la madre de Félix Ambrós, es decir, su desconocida abuela. Félix nunca le dijo a Nora nada sobre la existencia de ese niño, pero tan pronto ella lo localiza por teléfono, no niega su paternidad. Después de avisar a la madre del niño, Nora decide llevarlo a conocer a su padre. Abuela y nieto emprenden un viaje hacia un pueblo de Girona donde Félix vive desde hace tiempo. Al mismo tiempo, Alika y su marido Eduardo viajan desde Madrid hacia Girona en busca del chico. El encuentro que desencadena Ismael con el deseo de conocer a su padre biológico, hará que todos los personajes traten de saldar sus cuentas con el pasado.
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CRÍTICAS
[Josan Montull, Colaborador de CinemaNet]
En busca del tiempo perdido
En los últimos años han sido varios los filmes españoles que han buceado en el difícil momento de la adolescencia y la búsqueda de la identidad personal de chavales que se abren a la vida con incertidumbres y temores dando tumbos mientras intentan descubrirse. Ahí tenemos “Los niños salvajes” (de Patricia Ferreira, 2012), “Hijo de Caín” (de Jesús Monllaó, 2013) o “15 años y un día” (de Gracia Querejeta, 2013). En todas ellas el protagonista es un adolescente cargado de preguntas en medio de una situación familiar confusa. El argentino Marcelo Piñeyro (“Kamchatka”, “El método”, “Plata quemada”…) nos regala una película de producción totalmente española con un planteamiento similar: la búsqueda de la propia identidad.
Ismael (Larsson do Amaral), un niño negro de 10 años, toma un tren en Atocha sin ningún acompañante y se baja en a Barcelona. Teniendo como referencia el remite de una carta dirigida a su madre, Alika (Ella Kweku), se planta en la puerta de una casa. Allí se encuentra con Nora (Belén Rueda) que, para sorpresa suya, resulta ser su abuela. Los dos se dirigen a un pequeño pueblo de la costa gerundense donde vive el presunto padre del chaval, Felix Ambrós (Mario Casas) que trabaja como educador de chavales en situación de riesgo social y vive solo, únicamente visitado por su buen amigo Jordi (Sergi López) que regenta un hotel. A la vez Alika y su actual compañero Luis (Juan Diego Botto) emprenden el viaje desde Madrid a Girona para recoger al crío fugado.
Si en las películas anteriormente citadas, el argumento giraba en torno a la búsqueda de la identidad de un adolescente, aquí esa inocente escapada de Ismael se va a convertir en el detonante para que todos los personajes tengan que reflexionar sobre sus vidas y buscar sus propias señas de identidad. La presencia del niño entre los adultos hace que estos se vean obligados a bucear en su pasado y descubran cómo la dificultad para amar y el miedo al compromiso no sólo marcaron la propia vida sino que dejaron heridas en las personas a las que más amaban. La aparición de Ismael, que ha nacido por la tenacidad valiente de su madre soltera, obliga a que los adultos tengan que enfrentarse con sus propios fantasmas y no puedan seguir huyendo de sí mismos.
La película afronta con seriedad y con un tierno sentido del humor temas tan serios como el de la familia, la soledad, el perdón, el aborto, la posibilidad de redimirse, la amistad… No estamos ante una película edulcorada y con afán de buscar la lágrima fácil, “Ismael” es una película seria, bien trabajada, con un guión sólido y con un recital interpretativo extraordinario. Los actores adultos están absolutamente fantásticos. No desentona en absoluto la novel Ella Kweku; el pequeño Larsson do Amaral manifiesta una frescura envidiable ante la cámara y su mirada se convierte en una pieza clave del film. La estupenda fotografía de Xavi Giménez y la música amable de Javier Limón, subrayan los sentimientos que manifiestan los actores y nos acercan al alma de los mismos haciéndonos pensar en cuánto de ellos hay en nosotros mismos.
“Ismael” es una película pedagógica, con una valentía ética encomiable. Nos enseña a ver lo difícil de la fidelidad en el amor y la amistad, nos da a conocer que el miedo y la falta de compromiso dejan heridas en el camino, en la propia vida y en la de inocentes que, como Ismael, están reclamando a gritos ser tenidos en cuenta y ser amados sin suponer una carga.
[Juan Orellana – Alfa y Omega]
Ismael Tchou (Larsson do Amaral) es un niño mulato de diez años. Vive en Madrid con su madre africana, Alika (Ella Kweku), y su nuevo marido, Luis (Juan Diego Botto). Un día, Ismael se fuga solo en AVE a Barcelona para buscar a su padre biológico, Félix Ambrós (Mario Casas), al que no conoce. Su única pista es una dirección de un apartamento en la Ciudad Condal, escrita en el remite de una carta dirigida a su madre. Pero en esa casa vive solamente su abuela, Nora (Belén Rueda), que ni siquiera conocía la existencia del niño.
El famoso director bonaerense Marcelo Piñeyro (“Cenizas del Paraíso”, “Kamchatka”, “El método”) ha rodado en España “Ismael”, una historia que vuelve a uno de los temas estrella del cine contemporáneo: la búsqueda del padre. La película entra de lleno en el drama de las familias heridas, del miedo a la paternidad y de la necesidad de saber a quién pertenece cada uno. Todo gira en torno a la mirada de Ismael, una mirada exigente y limpia, y que encarna un actor infantil, Larsson do Amaral, que se come la pantalla. El conjunto no es redondo, pero sí interesante, y resulta algo irregular, ya que a tramas hondas como la de la relación padre-hijo, añade otras muy tópicas y banales, como la del affaire entre Nora y Jordi (Sergi López). La cinta quiere profundizar en la responsabilidad de las relaciones en una sociedad llena de peterpanes que quieren jugar con la vida. Todos los personajes tienen goteras, heridas y miedos, pero Ismael irrumpe como un terremoto que va a obligar a propios y ajenos a reubicarse frente a sus propias vidas.
[Decine21]
Yo soy tu padre
Octavo largometraje del argentino Marcelo Piñeyro, que en los últimos años se distingue porque desarrolla su carrera entre su país y España. El cineasta ha tardado cuatro años en volver a estrenar tras “Las viudas de los jueves”, de 2009.
Ismael, un niño de 10 años de madre africana, se fuga de su casa en Madrid para coger el AVE rumbo a Barcelona. Allí quiere encontrar a su padre biológico, Félix Ambrós, profesor de niños inadaptados, aunque en la dirección que tiene sólo encuentra a Nora, una mujer cincuentona que resulta ser su abuela.
El guión de “Ismael”, firmado por el propio cineasta bonaerense, junto a su colaborador habitual Marcelo Figueras (“Plata quemada”, “Kamchatka”) y Verónica Fernández (“El Bola”) trata de forma muy positiva el tema central, el miedo a la responsabilidad. De forma secundaria están presentes las relaciones paterno-filiales y la educación de niños problemáticos, entre otros asuntos.
“Ismael” describe —con ayuda de un reparto coral de primera categoría— a los personajes con gran profundidad, tratando de entender la postura de todos los involucrados en el conflicto central, sobre todo de Félix, un buen tipo que a pesar de estar enamorado profundamente se asustó al enterarse de que iba a ser padre (llegó a recomendar el aborto) y que con el paso del tiempo paga las consecuencias de este error. Pero también parecen de carne y hueso los otros implicados, como un niño que sólo siente la natural curiosidad, una madre a la que aún le dura la decepción, la abuela sorprendida ante la existencia de un nieto que desconocía, y un padre adoptivo comprensivo.
Es habitual para Piñeyro dirigir a actores de renombre incluso en los papeles más secundarios. Aquí destacan más los secundarios, especialmente Belén Rueda, que afronta con valentía un papel de mujer más madura que sus personajes habituales, y Juan Diego Botto, que repite con el realizador, tras el último film de éste, y que ofrece tridimensionalidad a un personaje menor que en manos de otro actor quizás hubiera pasado desapercibido: la nueva pareja de la madre de la criatura.
Por lo demás, el gran Sergi López le otorga gran simpatía a un músico de importancia incidental en la trama. El jovencísimo Larsson do Amaral resulta lo suficientemente expresivo, así como algún otro adolescente que aparece en la pantalla. Podrían haber estado mejor el otras veces muy superior Mario Casas (su personaje tenía posibilidades de haber sido memorable) y la debutante en el largo Ella Kwueku.
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