Notable comedia a medio camino entre el surrealismo de la comedia delirante y el personal estilo, a veces descompensado, de su autor, quien demuestra siempre sus habilidades narrativas y visuales. El argumento de aire clásico incluye una acusación de asesinato y el robo de un valiosísimo cuadro renacentista. Para ponerlo en marcha, cuenta con una nutrida plantilla de estrellas poco beneficiadas por sus fraccionados y cortos minutos. Dista de ser redonda, pero es interesante.
ESTRENO Título original: The Grand Budapest Hotel. |
SINOPSIS
“El Gran Hotel Budapest” narra la historia de un legendario recepcionista de un famoso hotel europeo en el período de entreguerras, y de su amistad con un joven empleado que llega a ser su protegido de confianza. El argumento incluye el robo y la recuperación de un cuadro renacentista de inestimable valor, la lucha por una enorme fortuna familiar, y las lentas —y luego repentinas— agitaciones que transformaron la totalidad de Europa durante la primera mitad del siglo XX.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín – COPE]
Películas como “Academia Rushmore”, “Los Tenenbaums”, “Life Aquatic”, “Viaje a Darjeeling”, “Fantástico Sr. Fox” o “Moonrise Kingdom” han convertido al texano Wes Anderson en uno de los cineastas actuales más singulares e inclasificables, con defensores y detractores incondicionales a partes iguales. Ahora mantiene esa aura de autor maldito-de culto en “El Gran Hotel Budapest”, donde introduce a un reparto de lujo en un imaginario lugar centroeuropeo, zarandeado por los conflictos armados del periodo de entreguerras.
Allí se desarrollan las alucinantes andanzas de Gustave H. (Ralph Fiennes), legendario conserje del famoso Gran Hotel Budapest, que toma bajo su tutela, casi paternal, al nuevo botones Zero Moustafa (Tony Revolori), un chaval leal y espabilado. Sin comerlo ni beberlo, en medio de interminables conflictos armados, ambos se verán involucrados en el robo y la recuperación de una valiosa pintura renacentista, que enfrenta a Gustave con los miembros de una poderosa familia aristocrática.
Dice Anderson que este esperpento —a medio camino entre la comedia de enredo y la intriga melodramática— está inspirado en diversos escritos de Stefan Zweig. Pero, desde luego, sus estrambóticos personajes no tienen la entidad dramática de las criaturas del famoso novelista vienés, ni su caótica narración goza de la solidez de las obras del autor de “Momentos estelares de la humanidad”. Eso sí, al peculiar cineasta texano le funcionan bien sus constantes golpes de humor surrealista —al estilo del slapstick mudo— y su curiosa puesta en escena retro, en formato 4:3 y con muchos planos estáticos, casi pictóricos, junto a otros extremados hasta lo grotesco. Además, exprime al máximo la imaginativa y abigarrada dirección artística de Stephan O. Gessler, la estridente fotografía en tonos pastel de Robert D. Yeoman, el nostálgico y generoso acompañamiento musical de Alexandre Desplat… Todo ello, al servicio de unos espléndidos actores, eficacísimos en su premeditado histrionismo.
Lo dicho asegura un ligero entretenimiento para el público iniciado o favorable; pero seguramente sólo provocará en el gran público creciente perplejidad e, incluso, una cierta irritación, sobre todo ante algunas concesiones obscenas, zafias y hasta gore, toscas en sí y que restan ternura a los personajes. De modo que no cabe hablar de una gran película, sino de un original y sugerente divertimento, mucho más vacío y turbio por dentro de lo que aparenta su factura romántica y naïf.
[Ramón Ramos – Colaborador de CinemaNet]
Érase una vez un hotel
Los hoteles han sido escenario en varias ocasiones para desencadenar el humor más delirante con numerosos equívocos, puertas que se abren y se cierran a ritmo frenético, y personajes estrafalarios. Algunos de los títulos de los Hermanos Marx son buena muestra de ello, como “Los cuatro cocos” (1929), “El hotel de los líos” (1938), o “Una noche en Casablanca” (1946). En los años 70 tenemos el caso de la genial comedia de Peter Bogdanovich “¿Qué me pasa, doctor?”, con Ryan O’Neal y Barbra Streisand encabezando el reparto, y en los 90, el tándem Robert Rodríguez / Quentin Tarantino dieron rienda suelta a su humor negro en “Four Rooms”.
El peculiar autor Wes Anderson, artífice de “Moonrise Kingdom”, nos trae ahora su propio delirio hotelero con “El Gran Hotel Budapest”. La historia de cómo un botones llegó a ser el propietario del hotel en el que trabajaba. Una estrambótica trama en la que el susodicho se convierte en el brazo derecho del director del hotel en los años 30, el cual se ve envuelto en una rocambolesca pugna por una herencia que afecta a toda una galería de sofisticados personajes, siendo él acusado de asesinato. Todo ello con un diseño de producción fascinante, como suele ser en las películas de Anderson, y una magnífica partitura musical del prolífico Alexandre Desplat, que se convierten en los dos puntos más fuertes del film.
El elenco actoral es tan amplio, y con tantas caras conocidas, que apenas tienen oportunidad de lucirse. Entre estos famosos podemos encontrar a Edward Norton, Jude Law, Bill Murray, Adrien Brody, Saoirse Ronan, Tilda Swinton, Léa Seydoux, Harvey Keitel y un inquietante Willem Dafoe, que encarna a un matón muy arquetípico pero quizá de todos estos secundarios de lujo sea el más se luce. Curiosamente el que más destaca en general es el menos conocido, Tony Revolori, que interpreta al botones cuando era joven y ostentaba tal cargo. Su versión de mayor es encarnado por F. Murray Abraham, el famoso Salieri de “Amadeus”. Es el brazo derecho del personaje de Ralph Fiennes, que es el verdadero protagonista de la historia y cumple con oficio su cometido.
La película resulta algo confusa en intenciones, ya que navega entre la comedia delirante y el personal estilo de su autor, que suele trazar personajes algo distantes con el público medio y esto hace que no llegue al delirio, pero tenga fuertes pinceladas de surrealismo, y los gags humorísticos a veces funcionan y a veces no. En este sentido resultaba una película más redonda “Moonrise Kingdom”.
No obstante “El Gran Hotel Budapest” es una notable película, y Wes Anderson demuestra su habilidad para hacer lo que le da la gana contando con el beneplácito de grandes astros de la pantalla siempre dispuestos a trabajar con él.
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