“Los niños salvajes”, película con un excelente guión plagado de continuas sorpresas, es una inteligente mirada al mundo adolescente actual que nos introduce en un terreno frecuente en el cine: la manera de ver la realidad de la gente más joven, sus dudas y perplejidades, sus decepciones y carencias; también sus anhelos, sus sueños, sus inquietudes e ilusiones, y esa mirada crítica a un mundo que empiezan a juzgar como defectuoso y decepcionante.
PELÍCULA RECOMENDADA POR CINEMANET Título original: Els nens salvatges. |
SINOPSIS
«Los niños salvajes» narra la historia de tres adolescentes, Alex, Gabi y Oki, que viven en una gran ciudad. Son compañeros de un instituto con problemas. Están siendo interrogados, por separado, para tratar de averiguar que pasó aquella noche cuando fueron juntos a la playa. La cámara no desvela la identidad de quienes les interrogan lo que supone un acierto para mantener el suspense y la intriga a lo largo del film, tiempo en el que no podemos dejar de preguntarnos que les ha ocurrido. Percibimos que se masca la tragedia y que estamos, de alguna manera, al borde del precipicio.
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CRÍTICAS
[Mª Consuelo Tomás y Garrido – Colaboradora de CinemaNet]
Gran triunfadora en el decimoquinto Festival de cine español de Málaga (2012), ganadora de cuatro de sus premios: mejor película española, mejor guión, mejor actriz y mejor actor de reparto.
“Los niños salvajes”, película con un excelente guión plagado de continuas sorpresas, es una inteligente mirada al mundo adolescente actual que nos introduce en un terreno frecuente en el cine: la manera de ver la realidad de la gente más joven, sus dudas y perplejidades, sus decepciones y carencias; también sus anhelos, sus sueños, sus inquietudes e ilusiones, y esa mirada crítica a un mundo que empiezan a juzgar como defectuoso y decepcionante.
Magníficamente interpretada por Alex Moner, Albert Baró y Marina Comas, la película narra la historia de tres adolescentes, Alex, Gabi y Oki, que viven en una gran ciudad. Son compañeros de un instituto con problemas. Están siendo interrogados, por separado, para tratar de averiguar que pasó aquella noche cuando fueron juntos a la playa. La cámara no desvela la identidad de quienes les interrogan lo que supone un acierto para mantener el suspense y la intriga a lo largo del film, tiempo en el que no podemos dejar de preguntarnos que les ha ocurrido. Percibimos que se masca la tragedia y que estamos, de alguna manera, al borde del precipicio.
Cada uno de los jóvenes pertenece a una clase social, pero tienen en común no sentirse ni escuchados ni comprendidos por sus padres y profesores. Es doloroso el planteamiento de los padres al tratar de resolver la falta de comunicación a base de regalos en el caso de Oki; o de trasladar a su hijo -el padre de Gabi- sus aspiraciones de triunfo sobre el ring, o de los sacrificados padres de Alex que se matan a trabajar para sacar adelante a la familia pero sin dedicar tiempo y atención a los problemas e ilusiones de su hijo.
En las tres familias -también entre los profesores del instituto que no logran conectar con los alumnos- es evidente la falta de comunicación y de entendimiento, situación que lleva a los jóvenes a un aislamiento y a un caos emocional llevado al extremo. La soledad y la necesidad de desplegar su capacidad de querer, hace que se fragüe entre ellos una entrañable y divertida amistad que llevará a unas consecuencias inesperadas.
El film pone sobre el tapete cuestiones muy interesantes como la relación y comunicación entre padres e hijos, las carencias afectivas, la educación en la familia y en las aulas, la cuestión generacional, y también como las frustraciones de los adultos, su ausencia de ideales, o la falta de ejemplaridad, les impiden ser referentes para los jóvenes.
Un aspecto importante en la película es el mundo de los afectos y lo que pasa por la cabeza de unos adolescentes a los que la sociedad califica de “salvajes”. ¿Quién sabe lo que les pasa por su mente?, ¿cómo actuaríamos si pudiéramos adivinar lo que están pensando y supiéramos lo que querrían hacer? Descubrimos –sin buscar inocentes ni culpables-, lo difíciles que pueden ser estos jóvenes pero también algunos adultos y que, antes de culpabilizar a los adolescentes, los mayores debemos preguntarnos qué estamos haciendo por ellos y reconocer que probablemente podemos ser parte del problema y también de la solución.
Una estupenda película con un guión perfectamente estructurado que se encamina con paso firme a su desenlace final, un golpe de efecto quizás excesivo pero que ayuda a plantearse preguntas interesantes sobre los adolescentes al fijar la mirada sobre su mundo, sus ideales, sus inseguridades e inquietudes, y pensar que estamos haciendo por ellos: cuestión nada fácil.