El Francotirador llega a las pantallas españolas acompañada de grandes cifras de audiencia en Estados Unidos, varias nominaciones a los Óscar (de las que sólo ha obtenido una estatuilla menor) y, sobretodo mucha polémica. Lo último de Clint Eastwood trata de retratar la vida de un mito, el francotirador Chris Kyle, sus traumas y los de Estados Unidos, y la dureza de la guerra.
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ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título Original: American Sniper. |
SINOPSIS
Adaptación a la gran pantalla de la autobiografía del Navy SEAL Chris Kyle, un tejano con el récord de muertes como francotirador del ejército norteamericano. El marine del grupo de operaciones especiales de la Marina de los Estados Unidos Chris Kyle es enviado a Irak con una sola misión: proteger a sus compañeros. Su precisión milimétrica salva incontables vidas en el campo de batalla y, a medida que se extienden sus valientes hazañas, se gana el apodo de “Leyenda”. Sin embargo, su reputación también crece detrás de las líneas enemigas, de manera que ponen precio a su cabeza y se convierte en objetivo prioritario de los insurgentes. Al mismo tiempo también se está enfrentando a otra batalla en casa: ser un buen marido de Taya Renae Kyle y un buen padre desde el otro lado del mundo. A pesar del peligro, Chris sirve durante cuatro angustiosas misiones en Irak, personificando el emblema del credo de los SEAL: “no dejar a ningún hombre atrás”.
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CRÍTICAS
[Julio R. Chico – Colaborador de CinemaNet]
De perro pastor a oveja trasquilada
“En la vida hay ovejas, lobos, y perros pastores. Tú tienes que ser perro pastor y cuidar de tu hermano”. Es lo que le dice a Chris-niño su propio padre, en una lección que nunca se le olvidará. Años después, el atentado a las Torres Gemelas espolea su sentido patriótico, se alista en el cuerpo de élite de los SEAL, y parte a la guerra de Irak… para proteger a los suyos o para vengarles, que nunca se sabe bien. Desde una azotea y con la mirilla ajustada, a Chris se le presenta más de una situación y decisión difíciles, y la primera vez que apunta y dispara no es lo mismo que la vigésima, pero algo está cambiando en esta Leyenda, y su mujer se lo hace saber. El francotirador llega con todo el ruido y polémica del mundo, y Clint Eastwood vuelve a darnos una película de factura clásica y genuinamente americana, donde la guerra es presentada con toda su crudeza para terminar cuestionando su sentido y justificación.
Comienza la película con un flash back de su infancia que se inserta en su tiempo de cowboy y que marcará toda su existencia, para continuar con una narrativa lineal que no se pierde por vericuetos argumentales porque va directo al objetivo de la cinta. Eastwood pone en su mirilla la política bélica norteamericana en Oriente Medio y la guerra en general y, gracias a un Bradley Cooper inspiradísimo, consigue que entre por los ojos el proceso de deshumanización que sufren los que en ella participan. Estremecedora es la secuencia de Chris apuntando a un niño que recoge el lanzagranadas del hombre abatido, o aquella otra en que -ya de vuelta a casa tras su cuarto despliegue en tierra hostil- está delante del televisor apagado. El estrés postraumático y los conflictos de conciencia son tales que se verá obligado a canalizar su afán de ayudar a los suyos… de otra manera.
Pero podemos preguntarnos, ¿qué diferencia hay entre Chris y Mustafá? Lógicamente, la película está realizada desde la perspectiva americana, pero ¿porqué los soldados iraníes son salvajes y los marines son héroes legendarios? Por otra parte, ¿no habría que ver antes de nada si el otro quiere ser ayudado (que se lo pregunten al veterano que entra en escena en el desenlace)? En plena guerra, ¿cuánto hay de venganza o rabia personal y cuánto de justicia social? ¿Está justificada una acción suicida como la que Chris ejecuta y que pone en riesgo real a tantos compañeros? Son cuestiones morales en torno a la guerra que Eastwood se plantea y que no resultan fáciles de resolver porque el francotirador -y cualquiera- tiene unos esquemas mentales y unos sentimientos que superan su capacidad de raciocinio. Por eso, asistimos a un ambiguo retrato del mito y a un doble trauma -del individuo y del país-, pues no queda claro si estamos ante un héroe o ante un perdedor que tiene el enemigo dentro.
En realidad, El francotirador es un western disfrazado en el que todo se juega a una carta en un duelo personal, y Eastwood no duda incluso de echar mano de la cámara lenta en el momento decisivo emulando a Sam Peckinpah. El claroscuro fotográfico nos habla de las sombras de una conciencia que ha perdido su lugar en el mundo -incluso cuando regresa a casa-, y el hiperrealismo bélico hace lo propio de un mundo de sangre y venganza en el que hay muertos por fuera y muertos por dentro. Aunque irregular dramáticamente y previsible en su desarrollo, Eastwood denuncia una vez más la maquinaria de guerra que deja mitos que son víctimas en realidad, y en la que un perro pastor se convierte en oveja herida y trasquilada.
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