El debut del indio Chaitanya Tamhane como director es una película lenta pero mordaz, que ataca sin consideración el anticuado sistema judicial y la burocracia de Bombay a través del caso de un anciano cantautor y poeta.
Título Original: Court |
SINOPSIS
Narayan Kamble es un anciano cantautor y poeta que es detenido tras una actuación en Bombay acusado de incitar al suicidio a un trabajador de alcantarillas con la letra de una de sus revolucionarias canciones. A partir de aquí se inicia un duelo legal infinito en los juzgados entre el anticuado sistema legal de la India y la defensa del veterano artista.
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CRÍTICAS
[Guille Altarriba. Colaborador de Cinemanet]
Antes que nada: “Tribunal” no es una película occidental ni comercial. Esto, que puede resultar anecdótico, es importante porque vertebra toda nuestra percepción de la cinta: el debut de Chaitanya Tamhane como director se mueve a un ritmo muy pausado, al que no solemos estar acostumbrados. Sin embargo, aunque a primera vista esta lentitud lleve a tachar el film de soberano aburrimiento, es una decisión del realizador que refuerza un mensaje contundente que se desparrama por las rendijas entre escena y escena, gota a gota.
La odisea de Narayan y su abogado de juicio en juicio por salas abarrotadas, juzgados destartalados y códigos de leyes centenarios funciona a dos niveles. En primer lugar, es una crítica a la burocracia y a la indiferencia con que los diferentes agentes del sistema judicial tratan a las personas. Para el juez y la fiscal de “Tribunal”, el cantautor es un mero número, sin interés real por su dignidad: es por eso que hablan de que le caigan 20 años de cárcel como quien comenta el partido de fútbol de la pasada noche.
La estructura de la película apuntala esta idea, ya que se compone de secuencias alternando las escenas de los sucesivos juicios -monótonos, grises, indistinguibles uno de otro- con vistazos de la vida cotidiana del abogado, la fiscal o el juez. Solo el joven abogado se preocupa algo por la salud y los derechos de Narayan: a la fiscal la vemos preocupada por su ascenso y al juez, de vacaciones en un resort tras tomar una medida a todas luces injusta con el artista.
Tras esta disección descarnada de los fangos del oxidado sistema legal indio -y, por extensión, esta crítica del absurdo al que lleva una burocratización excesiva y anclada en el pasado- se asoma el segundo plano de la película: la visión documental. Aunque no es la motivación principal del director, los momentos en los que Tamhane muestra la vida cotidiana de sus protagonistas ajenos al drama del hombre al que están condenando nos sirven también como un fresco naturalista de la sociedad india.
“Tribunal” es, por tanto, también un relato costumbrista de cómo viven, trabajan y se relacionan los diversos estratos de la sociedad de Bombai, desde los más humildes a los opulentos ricachones. Tamhane muestra esta realidad sin artificios, con planos estáticos y largos, dejando la cámara rodar como quien tiene todo el tiempo del mundo. De esta forma podemos empaparnos de una cultura distinta, con un colorido y unos ritmos diferentes, y a la vez darnos cuenta de que los problemas de fondo que refleja la película -la indiferencia al dolor ajeno y la injusticia fruto de un sistema opaco y chirriante- no nos son en realidad tan lejanos.
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