Tras «La isla mínima», Alberto Rodríguez vuelve al thriller de factura exquisita para retratar en «El hombre de las mil caras» las miserias de esta España nuestra, esa que se dice democrática mientras guarda los trapos sucios bajo la alfombra.
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ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título Original: El hombre de las mil caras |
SINOPSIS
Francisco Paesa (Eduard Fernández), ex agente secreto del gobierno español, responsable de la operación contra ETA más importante de la historia, se ve envuelto en un caso de extorsión en plena crisis de los GAL y tiene que huir del país. Cuando regresa años después está arruinado. En tales circunstancias, recibe la visita de Luis Roldán (Carlos Santos), ex Director General de la Guardia Civil, y de su mujer Nieves Fernández Puerto (Marta Etura), que le ofrecen un millón de dólares si les ayuda a salvar 1.500 millones de pesetas sustraídos al erario público. Paesa ve entonces la oportunidad de vengarse del gobierno español, llevando a cabo una magistral operación con la colaboración de su inseparable amigo Jesús Camoes (José Coronado).
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CRÍTICAS
[Guille Altarriba. Colaborador de Cinemanet]
Normalmente, uno no conoce un país a través de sus grandes gestas: el alma de un lugar no se encuentra en los campos de batalla ni en los vetustos monumentos, sino en la pequeñez de lo cotidiano. Es por ello que las pequeñas anécdotas pueden revelar la idiosincrasia de un país con la precisión del escalpelo de un cirujano, y las notas a pie de página dibujan trazos más precisos que el párrafo principal.
Alberto Rodríguez ha entendido esto perfectamente, y –tras demostrar su pulso para el thriller calibrado al milímetro en “La isla mínima”– se empeña en sacar los muertos del armario de un país definido desde siempre por lo que guarda bajo sus alfombras.
España, años 90. La maraña política que atraviesa el país tiene enquistada una espina tan larga como el brazo del ex Director General de la Guardia Civil Luis Roldán, y en todo ello juega un papel crucial un hombre que es una sombra, un apéndice apenas entrevisto: Francisco Paesa. Alberto Rodríguez se acerca a estos hechos reales desde la ficción, filmándolos con el objetivo de transmitir al público que lo que está viendo es una película.
Esta intención, plasmada en el letrero al inicio del metraje que advierte de que la ficcionalización de estos hechos contiene alguna que otra mentira, es tal vez lo más honesto de una película marcada por la mentira constante. Acierta el director en poner el foco en el drama personal que atraviesan las dos caras de la peseta que articula el film: Roldán/Paesa, Paesa/Roldán.
Ambos personajes están interpretados con gusto y desenvoltura –el de Eduard Fernández, meloso y sibilino; el de Carlos Santos, patético y derrumbado-, y permiten reflexionar sobre el fruto de una vida construida sobre un andamio de mentiras: la soledad más profunda. Ambos personajes son carcasas, sepulcros blanqueados que repulsan y fascinan al mismo tiempo.
Si decíamos al principio que Rodríguez ha entendido con este film que un país se descubre en lo pequeño, es debido a que la anécdota de Paesa y Roldán sirve de ventanilla a las miserias de una España que se dice democrática pero vive en la picaresca mezquina.
Este último concepto, tan arraigado en la cultura popular desde antes del Lazarillo, es la pátina que envuelve el film: lejos de verse con simpatía, Alberto Rodríguez muestra cómo la picaresca institucionalizada se vuelve corrupción con el chasquear de unos dedos. Un sistema podrido en sus cimientos que engendra ratas, como Paesa: tiene narices que el modelo de espía español no sea un James Bond ni un Jason Bourne sino esta suerte de Pequeño Nicolás con ademán de comadreja.
En lo cinematográfico, la película cumple las expectativas puestas en su equipo creativo: “El hombre de las mil caras” tiene una factura técnica exquisita que no tiene nada que envidiar a los mejores thrillers del otro lado del charco. A pesar de que tiene un aire en ocasiones demasiado deudor de Martin Scorsese, hay que reconocer el mérito de Alberto Rodríguez al inyectar un ritmo galopante a lo que no dejan de ser personas hablando en habitaciones.
En definitiva, “El hombre de las mil caras” es una película muy sólida y muy entretenida, que cuenta con un plantel de actores entregado y que tiene auténtico valor como espejo de esta España todavía con más de una pata en el pasado. Baste como conclusión lo que comentaba el director en la rueda de prensa de esta edición del Festival de San Sebastián: “Hemos hecho esta película porque creemos que tenemos una sociedad lo suficientemente madura como para poder abordar nuestra historia reciente”.
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Impresionante la película El hombre de las mil caras, impresionante el guión y magnífico el reparto