Brad Furman y Bryan Cranston entregan con Infiltrado un thriller correcto que reproduce perfectamente el difícil día a día de los agentes dobles, para los que un paso en falso significa su condena de muerte.
Título Original: The Infiltrator |
SINOPSIS
Basada en una historia real ocurrida en los años 80, narra cómo un policía estadounidense se infiltra en una banda de narcos colombianos. Para lograr ese objetivo, Robert Mazur (Bryan Cranston) se infiltrará junto Kathy Ertz (Diane Kruger), quien fingirá ser su futura esposa y Emir Abreu (John Leguizamo), un policía con métodos poco tradicionales para codearse con la cúpula de la organización criminal y ser parte de la mayor operación encubierta antidroga de la historia.
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CRÍTICA
[Pablo Gugel. Colaborador de CinemaNet]
A finales de la década de los 80, el presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, se decidió por fin a luchar públicamente contra el narcotráfico. Finalizar con esta lacra para el país se convirtió en su principal obsesión en los años finales de su mandato y destinó para ello medios económicos y materiales que hasta entonces estaban vetados.
Mientras tanto, el Cártel de Medellín, dirigido por Pablo Escobar, controlaba a su antojo la producción de la mayoría de la droga que entraba en Estados Unidos, a través del sur de Florida, y manejaba ingentes cantidades de dinero, que acumulaba en el Banco Internacional de Crédito y Comercio (el BCCI). A pesar del incremento de recursos, los cuerpos que dejaba esta guerra de poderes se acumulaban en la morgue y la policía, sobrepasada e incapaz, tenía que fiarse de informantes, a los que pagaba a cambio de alguna pista que les permitiese dar con el paradero de los miembros de la banda de Escobar.
Aunque bien podría serlo, no estamos hablando del argumento de la serie Narcos. En este contexto se sitúan los hechos que narra Inflitrado, la nueva película del director Brad Furman, basada en la novela del ex-policía Robert Mazur. Mazur (Bryan Cranston) es un agente de narcóticos que se infiltra en el Cártel de Medellín. Acompañado por Kathy Ertz (Diane Kruger), quien fingirá ser su prometida, y Emir Abreu (John Leguizamo), su enlace con el cártel, su objetivo es perseguir el dinero de la droga y llegar hasta las altas esferas de la organización criminal, para lograr así el mayor golpe contra el narcotráfico de la historia de los Estados Unidos.
Dejando a un lado los prejuicios inevitables, sobre todo si eres seguidor de la serie de Netflix, en Infiltrado nos encontramos ante un buen thriller que reproduce perfectamente la difícil situación que viven en el día a día los agentes dobles, para los que un paso en falso significa su condena de muerte. Sin obviar alguna escena de violencia, característica de las películas de este género, lo que más llama la atención de Infiltrado es el retrato psicológico que hace del carácter del personaje principal. Mazur se verá puesto a prueba en numerosas ocasiones, donde tendrá que establecer sus límites morales, rodeado de violencia, prostitución, dinero y falsas amistades.
Conceptos como la infidelidad, la traición y el sentido del deber aparecen constantemente en la película y muestran la dificultad que tienen las personas infiltradas para separar ambas vidas y establecer una relación entre ellas que no acabe con su cuerpo en un ataúd o, por el contrario, inmersas en una espiral profunda de lujo y violencia de la que es muy difícil salir y que además, como Mazur mismo reconoce, gusta.
Robert Mazur está interpretado de manera magistral por Bryan Cranston y buena parte del logro de que la película funcione se debe a su gran representación de las dos caras de la moneda. El actor estadounidense, que se hizo muy popular gracias a su interpretación de Walter White en Breaking Bad, encarna a la perfección el papel de un hombre al límite, capaz de lo mejor como padre de familia, y de lo peor cuando le toca realizar el papel de mafioso sin escrúpulos. El resto del reparto lo integran secundarios que cumplen correctamente su cometido, como Diane Kruger, John Leguizamo, Benjamin Bratt o la española Elena Anaya.
No es ni la primera ni la última película que se hará sobre este tema y tampoco es, ni mucho menos, la mejor, pero Infiltrado consigue radiografiar de manera notable los tejemanejes políticos y económicos del narcotráfico: un juego de intereses del que muchos quieren participar.
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