¿Qué es ser un buen padre? Es una cuestión espinosa, y una que yo –inexperto veinteañero- no puedo responder en base a la experiencia. Por ello, toca dar la palabra a voces más autorizadas: “Ser padre no es tener hijos, del mismo modo en que tener un piano no te hace pianista”, nos dice el profesor Michael Levine. Por su parte, Balzac apunta que “los padres, para ser felices, tienen que dar. Dar siempre”.
En cualquier caso, más allá de citas, parece que hay algo en lo que todos podemos estar de acuerdo: ser buen padre implica amor. Implica ejercer de modelo de conducta para ese retaco o esa canija que mira hacia arriba y dice “papá”. Implica responsabilidad y pensar en el bien de tus hijos. Lo que no implica, desde luego, son las actitudes de los personajes que mostramos a continuación.
Y es que a veces la mejor lección de paternidad que podemos extraer de una película es aquello que es mejor no hacer. Vamos allá, y atención que habrá spoilers de las películas comentadas.
(Os invitamos a votar en los comentarios al final del texto y a que, si creéis que en esta lista falta algún personaje fundamental, ¡no dudéis en compartirlo con nosotros y el resto de lectores!)
Big Daddy en Kick Ass
La relación que mantienen Big Daddy y Hit Girl en la violenta adaptación del aún más violento cómic de Mark Millar Kick Ass es, cuanto menos, curiosa. Dicen quererse, pero lo suyo parece más una muestra de síndrome de Estocolmo. Obsesionado con llevar a cabo su venganza contra la mafia, el ex policía Damon Macready adiestra a su hija Mindy desde que nace para ser una máquina de matar.
Hoy en día existen teorías pedagógicas para todos los gustos, pero difícilmente encontraremos una que propugne como método educativo adecuado disparar a bocajarro a tu hija con una pistola solo para habituarla a recibir balazos de criminales. Pasando de la fantasía a la realidad, introducimos a Big Daddy en esta lista por convertir a su hija en producto de su enloquecida cruzada personal.
Denethor II en El retorno del rey
Lo del senescal de Gondor en la tercera parte de la épica trilogía de Peter Jackson es de traca. Acomodado en su posición de poder y padre de dos bravos guerreros –Boromir, el mayor, y Faramir, el menor- su primer fallo es tener un claro favorito entre sus vástagos, el primogénito. Cuando este muere –protagonizando su particular redención en aquella escena inolvidable de La comunidad del anillo-, Denethor queda destrozado, y enloquece de rabia y –tal vez- también de culpa.
Fruto de esta locura ordenará quemar vivo a Faramir, creyéndole también difunto. Sin llegar a tanto, lo cierto es que este desdichado personaje nos puede servir para reflexionar acerca de la importancia de querer a todos los hijos por igual, cada uno a su particular modo.
Daniel Plainview en Pozos de ambición
El caso del personaje de Daniel Day Lewis en el drama petrolífero de Paul Thomas Anderson es paradigmático: egoísta, cruel y pragmático, Plainview solo adopta a un niño huérfano para que su negocio sea visto como una empresa familiar. Así, convierte al hijo de un trabajador fallecido en una herramienta, en un engranaje de la maquinaria industrial.
Plainview representa en Pozos de ambición uno de los peores males que puede perpetrar un padre: no tratar a los hijos –biológicos o adoptivos, tanto da- como bienes en sí mismos, sino como medios. Rechazar el amor y convertir al otro en un aparato para conseguir algo más, carente de valor por sí solo.
El padre de Riley en Del revés
No todo tienen que ser grandes dramas o padres horribles: a veces de una película podemos extraer reflexiones de pequeños detalles. Es el caso de la célebre escena de la cena de Del revés, la maravillosa exploración de la psique infantil que realizó Pixar haciendo que pareciese fácil.
En dicha escena, somos testigos de cómo el padre de Riley –un hombre bueno- se deja calentar por el hermetismo y el enfado de su hija y cómo explota mandándola a su habitación. Lo gracioso es que, mientras él queda con la conciencia tranquila de haberlo hecho genial, su mujer se da cuenta del desastre. Y es que, ¿cuántas veces falta algo más de empatía y escucha activa en las cenas familiares?
Doug en Nuestro último verano en Escocia
Hace poco escribía aquí en CinemaNet sobre esta película. A través de una escena clave, exploraba qué nos cuentan los directores acerca de la relación entre padres e hijos, y una de las conclusiones principales va en tono de amable pero firme advertencia: el mundo de los adultos y el de los niños no son los mismos.
Un buen padre –parece desprenderse por contraste de la película- es aquel que se preocupa por entrar en el mundo de los hijos. Que no les priva de atención y de referentes, dejando que los encuentren en otra parte. Que, en definitiva, tiene la humildad de escuchar y atender. Vamos, todo lo que no hace Doug hasta el final de la película.
El capitán Vidal en El laberinto del fauno
Cerramos la lista con un ogro. Si los dos anteriores eran personajes sin mala intención y que intentaban llevar a cabo su rol de la mejor manera posible, el capitán Vidal es todo lo contrario. Una representación del mal puro que, en el retorcido cuento que nos ofreció en 2006 Guillermo del Toro, toma el papel de padrastro de la protagonista.
Personajes como este capitán del ejército nacional sin escrúpulos ni asomo de piedad se nos presentan como un todo monolítico que rechazar. Un vacío negro que nos impulsa a regresar al lado del amor con el corazón en un puño.
Desde luego, no están todos los que son –entre los más conocidos (y precisamente por eso) no hemos incluido a Darth Vader ni a Jack Torrance-, pero para eso están los comentarios. Os invitamos a votar y a participar con vuestros propios ejemplos: ¿en qué padre de película es mejor no inspirarse?