(Artículo cedido por su autor, Pablo J. Ginés, y publicado originalmente en Religión en libertad)
Con una semana de diferencia en España se han estrenado dos películas de héroes con espadas que se enfrentan al mal. Son dos héroes muy distintos en apariencia: Ignacio de Loyola y Wonder Woman. Un hombre real, histórico y una mujer de ficción. Un religioso y una amazona guerrera. Uno que deja las armas y otra que abandona su isla paradisiaca para enfrentar el mundo.
Pero en realidad ambas historias muestran que los dos personajes son muy parecidos, porque luchan por causas similares, contra enemigos similares y, hasta cierto punto, con medios e itinerarios similares. Después de ver ambas películas, estas son las siete grandes similitudes que detectamos entre ellos:
1- Son Quijotes
El gran encanto de la película de Wonder Woman es que ella es, prácticamente, de otro mundo y choca con el nuestro. Ella viene de la Isla de las Amazonas, donde ha leído libros pero no conoce nada del mundo, sus guerras, sus males… Es inocente como Don Quijote, que tampoco hace cálculos sociales o estratégicos. Piensa que arremeter contra el enemigo bastará y que todos harán el bien, excepto los villanos más villanos. Wonder Woman se lanza a desfacer entuertos con ingenuidad desarmante y eso la hace encantadora. Su modelo son las históricas míticas que le han contado y sus maestras.
Lo mismo pasa, en parte, con Ignacio de Loyola. Gran lector de novelas de caballería, una vez herido pasa a leer vidas de santos como si fueran caballeros, guerreros de Dios. Igual que Quijote quiere ser Amadís, Ignacio quiere ser otro Francisco, otro Domingo. Una vez se decide, saldrá al mundo a desfacer entuertos con gran ingenuidad. Dará su ropa a un mendigo que poco después será apaleado por las autoridades, en una escena quijotesca. Pero seguirá avanzando como «caballero andante», aunque a pie y descalzo en su caso.
2- Usan espadas frente a cañones… y se quedan sin ellas
Toda la película de Paolo Dy sobre San Ignacio juega con la idea de que Ignacio es la espada. Si el filme clásico de Conan el Bárbaro empezaba con la forja de una espada y el discurso sobre el secreto del acero, también esta película lo hace. El fuego primero, el agua después: lo que surje es la espada. Y la espada es Ignacio, por supuesto, y quien la ha de blandir es Dios.
Ignacio entrega su espada a la Virgen de Montserrat, como caballero a su nueva dama. Ignacio ya la ha usado contra los cañones franceses en Pamplona. Poco a poco entenderá que él es la espada que necesita templarse -por ejemplo, en las aguas del renacer en el río Cardoner-.
También Wonder Woman confía en su espada, la Matadioses, la lleva consigo a todas partes y se lanza contra los cañones alemanes en el frente francés esgrimiéndola. Pero llegará el momento en que se quedará sin espada y deberá descubrir que ella es el arma.
3- Inspiran a los demás
Aunque tanto Ignacio como Wonder Woman empiezan como Quijotes solitarios, lo que les hace especiales de verdad es que son capaces de inspirar y arrastrar a los demás. Su locura, inocencia y decisión empujan a otros.
Eso no siempre es para bien. Ignacio en Pamplona -según la película- está dispuesto a arrastrar a las tropas a una muerte innecesaria por una batalla que no era tan importante. Wonder Woman no entiende la gravedad de la guerra y los efectos de sus decisiones.
Pero, más adelante, Ignacio se convierte en un maestro de almas, un general de hombres que quieren servir a Dios. En la película eso se expresa primero cuando anima a una prostituta a imaginar su vida con Cristo, a dejar sus ataduras. También Wonder Woman aprende a insuflar coraje y esperanza en todos a su alrededor, sean los mercenarios que le acompañan o los soldados o su amado Steve Trevor.
4- Se enfrentan al demonio
Wonder Woman sale de la Isla de las Amazonas con una misión muy clara: matar a Ares, dios de la Guerra… en el que nadie más cree. Y llegará el momento en que Ares se manifieste, con sus propios argumentos, sus razones que no son tan absurdas. Ares no es un mal tan lejano: es pariente cercano de nuestra heroina.
También Ignacio se enfrenta al demonio, que se muestra cercanísimo, como otro Ignacio, como lo peor de Ignacio, con elocuentes razones. También en esta lucha habrá rayos, truenos, vendavales.
Una diferencia entre ambas películas es que Ares está dispuesto a reclutar a Wonder Woman para su causa, mientras que el demonio de Ignacio pretende su muerte, quizá porque Ignacio arrastra muchas heridas vivenciales de su infancia -que Wonder Woman, pese a su ausencia de padre, no ha sufrido- y es fácil tentar al suicidio al caballero español.
5- Descubren que la línea del mal pasa por cada uno
Wonder Woman cree que el mal tiene solo un origen: una vez vencido Ares, acabará la I Guerra Mundial y los hombres serán buenos. Tanto su amado Steve Trevor como el mismo Ares le explicarán que no es así: que la línea del mal no es la que separa los alemanes de los ingleses, sino que está en el corazón de cada hombre.
Ya lo decía Solzhenitsyn, el autor de Archipiélago Gulag: «Si de verdad existiera la gente mala en un sitio cometiendo malas acciones , y solo fuera necesario separarles del resto de nosotros y destruirles. Pero la línea que divide el bien del mal corta por el medio del corazón de cada ser humano.»
De igual forma, Ignacio sabe que el mal no son los franceses, ni ningún otro enemigo, y que la lucha es, sobre todo, contra cada uno y contra el mal que habita en cada uno.
6- Miran a lo alto
En ambas películas el auxilio y la inspiración «llegan de lo alto». Al joven Ignacio su padre le regañaba cuando le entrenaba con la espada y le decía «¡los Loyola no miramos al suelo!» Eso le servirá porque en un par de ocasiones alzará la mirada al cielo estrellado, verá la grandeza de la creación celestial, donde el mal del hombre no actúa, y así optará por Dios y su grandeza.
Wonder Woman vivirá esta experiencia de otra manera: cuando al final de la historia Steve Trevor se eleve en un avión lleno de gases tóxicos para salvar a millones de inocentes, ella, mirando a lo alto, entenderá el valor del amor y del sacrificio.
7- El amor y el saberse amados guía sus pasos
Wonder Woman se siente tentada a abandonar a los hombres con sus maldades, pero el amor sacrificial de Steve Trevor le enseña que vale la pena amar y ser amado. «Creo en el amor», le dirá entonces a Ares: es el valor que ofrece ella como alternativa a la guerra y el conflicto como motor de crecimiento.
También Ignacio encuentra el amor de Cristo, especialmente en la experiencia mística del Cardoner, cerca de Manresa. Le pone cara, ojos, puede verlo, hablar con Él. Y eso alimentará toda su vida.
Otras similitudes: es por la épica
Hay otras similitudes entre ambas películas, como la dificultad de identificar claramente al malo. «Has visto a mi enemigo», dice Jesús a Ignacio. «A ambos nos llamaban Lucero del Alba, pero has visto la diferencia». Tampoco Ares es evidente al principio en la película de Wonder Woman.
El discernimiento es importante, e implica una mezcla de la sabiduría humana y la inocencia divina, de Quijote y Sancho, de soldado y de monje. Al final, tanto Wonder Woman como Ignacio de Loyola enseñan a afrontar el combate de la vida como la épica que es.
El que escribió esto, definitivamente no entiende nada de San Ignacio ni mucho menos de espiritualidad verdadera, en pocas palabras no distingue entre la verdad y el idealismo del mundo…