Antes de empezar, Hirozaku Kore-eda nos presenta sus saludos con una breve inclinación de cabeza y las manos juntas. Elegante, afable y educado, el director nipón se encuentra en una terraza de San Sebastián promocionando su última película, la fantástica ‘El tercer asesinato’. En CinemaNet tuvimos la oportunidad de entrevistarle y de hablar con él de justicia, de pena de muerte y de Francis Ford Coppola:
Su última película gira alrededor de un condenado al castigo más severo, la pena de muerte, ¿quería abrir un debate en torno a ella?
Bueno, el tema está ahí, y en Japón es algo cotidiano: no solo está vigente, sino que el 80% de la población se declara a favor. Sin embargo, mi objetivo central no era abrir este debate, que también, sino una reflexión más de base. Quería reflexionar sobre por qué la sociedad juzga, sobre qué lleva a un ser humano a juzgar a otro.
¿Y qué ha descubierto en el proceso? ¿Quién debería juzgar?
Tampoco era eso, no quería señalar. Simplemente, se trata de que Misumi, el acusado en la película, es juzgado por muchos. Eso, con el conocimiento de por qué hizo lo que hizo puede abrir en el espectador un sentimiento de turbación, de desasosiego. Me gustaría que quien vea la película se plantease si es justo el tratamiento que recibe Misumi cuando, a su alrededor, la mayoría de crímenes y faltas que aparecen no son juzgados.
Como el crimen de abusos sexuales que aparece en la película, ante el que todos apartan la mirada…
Exacto. En este caso, lo que buscaba no era sacar a la luz el tema de los abusos en el seno de una misma familia, sino hablar de cómo la sociedad aparta los ojos de aquello que no quiere ver, de aquello que queda sin juicio. Hay varias situaciones así en la película, momentos en los que quienes parecen las víctimas son, en realidad, los que tienen mayor culpa.
El tercer asesinato contiene, además, una crítica mordaz al sistema judicial, ¿es algo que usted limita a Japón o quiere hacerlo universal?
No es del todo como dices: el sistema tiene fallos, desde luego, pero no son algo exclusivo de la estructura judicial. En Japón, por ejemplo, se condena a muerte en un sistema con agujeros a la vez que la sociedad intenta no ver, intenta pasar de largo… es algo muy japonés, el quedarse callado… y eso también es reprobable.
Toda esta reflexión la articula en una película que se aleja de sus recientes melodramas familiares y se acerca al terreno del thriller, ¿lo ha vivido como un gran cambio?
Quizá los espectadores lo piensan, pero en mi corazón yo no lo veo tan así. Me pregunto ¿realmente ha habido tanto cambio? Hasta ahora había ido dibujando los dramas humanos en un papel… la única diferencia es que ahora lo he hecho al óleo, por continuar la metáfora. Parece distinto, pero es lo mismo: he querido pintar los dramas humanos a nivel de sociedad.
Y de ahí el envoltorio de misterio, de suspense…
Mi planteamiento no fue hacer un thriller, sino –como te decía- hablar de por qué la sociedad juzga. A partir de ahí, establecí la historia de un abogado y un caso, y fue entonces cuando vino la pátina de thriller. No obstante, para mí es un proceso inverso: mientras que en un thriller hay un caso que se va esclareciendo, en El tercer asesinato pasa lo contrario: a medida que avanza la película surgen más dudas y las certezas se disipan.
En el Festival de Venecia hubo quien definió su película como una versión de Rashomon, porque presenta diversos puntos de vista y diversas facetas de la verdad, ¿está de acuerdo?
Bueno, Akira Kurosawa es un director que admiro, y Rashomon me encanta. Ya imaginé que me compararían con ella, porque hay puntos en común, como la búsqueda de la verdad. Sin embargo, la diferencia es que allí se busca la verdad desde cuatro personajes y aquí es un abogado que lucha por esclarecerla, que se va dando golpes contra la pared. Yo veo más mi película como Apocalypse Now, como el viaje de un personaje que, cuanto más se acerca a su destino, más cosas se le escapan.
Y, para terminar, señor Kore-Eda, ¿por qué hace cine?
(Se ríe) Hacía mucho tiempo que nadie me preguntaba esto… La verdad es que me encantan las películas, y dedicarse a hacerlas tiene un punto sumamente interesante: cuantos más films ruedas, más cosas nuevas se abren ante ti. Más elementos desconocidos que no entiendes pero que quieres comprender.