Como bien es sabido, el 1 de mayo es un día festivo en el se celebra el trabajo anual del individuo y Hollywood siempre ha tenido el afán de ensalzar ‘el sueño americano’ a través de películas biográficas. Dichas películas tienen como eje principal la historia real de protagonistas que en su labor profesional se vieron obligados a arriesgarlo todo, realizar sacrificios o a tomar estrategias poco convencionales para seguir adelante con sus ambiciones y obtener grandes beneficios que supuestamente conducen a la realización personal.
Y, por supuesto, no significa que todos los protagonistas de estos largometrajes se convirtieran en referentes morales de la sociedad, cada uno en su ámbito, pero sí es verdad que alcanzaron sus metas a base de cierto esfuerzo. Todo el mundo adoraría a estas celebridades si no fuese por la cantidad de rumores e historias generadas por los medios a partir de sus triunfos y confirmadas por gente de sus alrededores.
Sean meras suposiciones o verdades contrastadas, mucha gente se pregunta: »¿qué precio tiene el éxito profesional?», cuando escucha por primera vez sobre estos fenómenos mediáticos.
Las que se plantean a continuación son tres películas biográficas estrenadas en los últimos años que ofrecen esa cruz de la moneda. Parten de lo que se encuentra detrás de estas pretensiones personales e, intencionadamente o no, logran cambiar en cierto modo la percepción social sobre la figura del ídolo:
»La red social» (2010)
¿Quién no dispone de un perfil en Facebook? La red social narra la historia de Mark Zuckerberg (Jesse Eisenberg), un alumno de la universidad de Harvard con dotes para la programación e inquietudes en lo que respecta a la comunicación entre los usuarios partícipes en la red.
En 2003, Zuckerberg renunció afinalizar su carrera universitaria para involucrarse de lleno en una nueva iniciativa: The Facebook, que en cuestión de años se convertiría en una revolucionaria red social con billones de usuarios registrados y él como el multimillonario más joven de la historia.
Pero detrás de tanta riqueza se ocultan muchos secretos oscuros detrás, como el enfrentamiento con el brasileño Eduardo Saverin, compañero universitario de Zuckerberg y cofundador de esta red social. David Fincher se encargó de dirigir de este biopic.
»El lobo de Wall Street» (2013)
La película por la que todos pedían el Oscar para Leonardo DiCaprio. Martin Scorsese dirige El lobo de Wall Street, un film inspirado en la vida del corredor de bolsa estadounidense Jordan Belfort (DiCaprio).
A mediados de los años 80, Belfort era un joven honrado y soñador, pero con el paso del tiempo aprendió que lo más importante no era la necesidad de sus clientes, sino la ambición personal e ingresar una buena comisión. El mote de »El lobo de Wall Street» vino de su enorme éxito económico y del poco conformismo material.
¿El dinero? Él no lo quiere para contentar a sus seres queridos. Quiere el dinero porque puede conseguirlo a costa de los demás y, como persona materialista que es, al tenerlo él cree alcanzar un perfil más alto en la sociedad.
»El fundador» (2016)
No apta para paladares exquisitos. El fundador es una película dirigida por John Lee Hancock y ambientada en la década de los cincuenta. Ray Kroc (Michael Keaton) es un vendedor ambulante que recorre Estados Unidos intentando que alguien le compre electrodomésticos. Por azares del destino termina en el sur de California, donde conoce a los clientes que le han encargado media docena de batidoras, son los hermanos Dick (Nick Offerman) y Mac McDonald (John Carroll Lynch).
Ambos dirigen una innovadora hamburguesería que tiene una gran clientela detrás. Se trata de un autoservicio con un menú limitado a hamburguesas, patatas fritas y bebidas, cuyo servicio es ultrarrápido logrando elaborar hamburguesas en tan solo 15 segundos.
Kroc queda impresionado y adquiere los derechos de exclusividad para comercializar el método ‘McDonald’s’. Con una combinación de ambición, perseverancia y crueldad, él consigue deshacerse de los hermanos pioneros de la idea original y convierte la franquicia en el imperio mundial de comida rápida que es en pleno siglo XXI.
Las tres películas expuestas invitan a la reflexión sobre las metodologías aplicadas para ascender en el mercado laboral y alcanzar la cima. Naturalmente no nos tenemos que creer ni aplicar todo aquello que percibimos a través de la pantalla. El cine es un arte de contar historias y un relato audiovisual que, aparte de entretener y divertir, nos genera sensaciones agrado y desagrado durante el desarrollo de la historia y desenlace de la misma. Si la historia la concebimos como una lucha entre el bien y el mal, y al final vence el antagonista, por lo general sentimos inconformismo porque afrontamos la derrota como si nosotros fuésemos los perdedores.
Estas experiencias cinematográficas son extrapolables a la vida real y en este lugar nosotros tenemos el poder para elegir el camino más adecuado a nuestros intereses. El precio del éxito profesional es variable según el caso, pues no se trata de un valor concreto que se calcule despejando una ‘x’. Hay diferentes maneras de afrontar los retos, algunas con mayor dificultad que otras.
Si perseguimos nuestras metas tratando de no pisar a nadie, el precio, medido en fuerzo, será más elevado que en otras circunstancias. No obstante, la satisfacción personal al obtener una recompensa siempre será mayor cuando se dé por méritos propios y, a su vez, el bien de uno mismo no implique el mal de terceros.
Para mi la mejor película para tratar el precio a paga por el éxito profesional sigue siendo Jerry Maguire. La frase más memorable de esta película (después de la conocida «muéstrame el dinero») fue «Nadie dijo que ganar era barato».
El final me sigue encantando.