Sinopsis
Miniserie que narra los acontecimientos dramáticos vividos por dos familias amigas durante el conflicto vasco. Irán distanciándose conforme ETA vaya actuando en su pueblo, asesinando al padre de una y llevando a las armas al hijo de la otra.
Crítica
El veneno ideológico
En primer lugar, me gustaría aclarar que no he leído el libro de Fernando Aramburu en el que se basa Patria, la última serie de Aitor Gabilondo (Vivir sin permiso, 2018). Por tanto, no analizo si adapta correctamente la novela homónima. Simplemente doy mi visión sobre los ocho capítulos de una producción que ejemplifica de nuevo el sello de calidad de HBO.
Me ha costado mucho terminar esta magnífica pieza televisiva, no por el tiempo dedicado, sino por la desbordante intensidad que Gabilondo imprime en los 55 minutos que dura cada episodio. Es extremadamente densa, de tono durísimo y con tintes terroríficos. Como espectador sufres muchísimo al verla, y cuando la acabas te deja un gran poso en el corazón, quedas tocado y susceptible de la reflexión más profunda.
Al margen de alguna escena salida de tono, el conjunto resulta excepcional en un pulido producto que ha superado las altísimas expectativas generadas. En gran parte gracias al excepcional nivel interpretativo del reparto, escogido por su aptitud y con la misión de hacer realista un discurso de la casa, ya que todos los actores son de ahí, y eso da mucho peso a la credibilidad. Especial mención a Elena Irureta (El tiempo entre costuras), Ane Gebarain (Allí abajo) y Loreto Mauleón (El secreto de Puente Viejo).
Justicia, no equidad
Su gran virtud sin duda es no tomar parte ideológica ni políticamente. Intenta y consigue mostrar el inabarcable dolor sufrido por las familias de un pueblo corriente de Gipúzkoa, de un bando y del otro. No habla de una guerra entre naciones, porque no la hubo, sino de las gravísimas consecuencias del adoctrinamiento generacional azuzado por los líderes políticos y desarrollado por un conflicto sangriento de ETA, que a su paso dejó un reguero de huérfanos y viudas.
Evidentemente, el director prioriza a las víctimas del terrorismo como verdaderos protagonistas, pero su acierto es ir más allá. Habla de que todo el pueblo vasco sufría, en ambas direcciones, y sin victimizar a los asesinos. La vía armada que se decidió tomar no fue buena, y ahí están los frutos. No sirvió más que para dividir a la sociedad, algo parecido a lo que está sucediendo en el proceso independentista catalán.
Patria es fiel reflejo del odio, el rencor, la violencia y la cobardía vividos entre compatriotas. Y lo evidencia en las dos familias amigas que se convertirán en rivales por el repudio de una a otra. ‘Txato’, uno de los padres, sufrirá la extorsión económica de la banda terrorista y finalmente será asesinado. Todos los vecinos, incluidos sus amigos, por cobardía y miedo a las represalias, despreciarán a las víctimas. Tras el atentado contra el cabeza de familia, huirán a San Sebastián. Será Bittori, la viuda, quien volverá al pueblo 30 años después para descubrir la verdad detrás del trágico suceso.
La miniserie muestra con gran fidelidad la tensión vivida durante esos años. No cae en el maniqueísmo, sino que enseña el sufrimiento detrás de cada decisión tomada. Hace un ejercicio de reconciliación entre dos lados separados por la infame ideología, cuya herida sigue abierta. Aborda el valor de la familia, la amistad y la paternidad desde el prisma del enfrentamiento, en el que cada cual fue preso de su autodeterminación.
La obra manifiesta el daño que hizo ETA en el tejido social y moral. La triste situación obligó a la gente más sencilla a escoger entre la complicidad y justificación de la violencia o la vejación más absoluta. Ser fiel a la verdad y marcar los pasos a partir del amor con riesgo de morir, o sumarse a la miserable lucha como un borrego.
Ahí es donde el director defiende con brillantez su tesis: la persona que hay detrás. No hay malos ni buenos, sino trascendencia a las propias decisiones. Ni los jóvenes verdugos eran demonios, ni las víctimas santos. El problema viene con el envenenamiento de cabeza y corazón por medio de corrientes de pensamiento perversas y lucha de clases, en vez de acentuar la fraternidad y la apertura al diferente.
En la serie vemos a una sociedad sumergida en la actitud más racista, cerrada al exterior. «España, el estado opresor que tortura a nuestros hijos». Con esta premisa se educa a los más pequeños. Y del otro lado, «somos españoles y los etarras unos malnacidos». Son los dos extremos de nacionalismos patrióticos que solo crean descomunión y siguen muy presentes a día de hoy. El creador no busca ser equitativo para quedar bien con todos, y esa es la clave de Patria, uno de los mayores éxitos de la televisión de nuestro país.
Y sin embargo…
A mi modo de ver, no es incorrecto exhibir la obvia relación que existía entre la Iglesia local y el bando independentista vasco. Con el personaje del sacerdote del pueblo, se evidencia la indecente exposición que algunos curas hicieron del mensaje católico, para ellos totalmente ligado a la lucha. Claro está, muchos otros presbíteros fueron vilipendiados e incluso asesinados por su fidelidad al Evangelio. Pero sí es cierto que algunos promocionaron la extremista ideología abertzale, impulsando de este modo la división en vez de la concordia, y prostituyendo así su ministerio.
Fruto de esta torcida predicación, según expone Patria, se perfila una fe extraña, representada por las madres de las dos familias. Una, cuyo hijo es un etarra, mantiene viva su creencia de corte tradicional en base a las posibles concesiones, algunas perversas, que pueda otorgarle san Ignacio de Loyola, patrón del País Vasco. La otra, la viuda, que visita frecuentemente la tumba de su difunto marido para charlar con él, asegura ya no creer en Dios por habérselo quitado, dando a conocer así que su fe se ha deteriorado con el tiempo, en parte al sentirse escandalizada por el sacerdote.
Por último, solo queda apuntar el que para mí es el único descuido grave que comete la serie. Sucede en el séptimo episodio, encargado de mostrar ‘el otro lado’ del oscuro conflicto armado. ETA es el brazo que comienza y perpetra los asesinatos, pero, para equilibrar la balanza, se presenta a modo de estandarización un tenebroso modus operandi del Estado español a través de una esperpéntica escena de palizas, ridiculización y absurdo, representando a los policías como inhumanos, carentes de alma. Algo así como «por la mañana llevo a mis hijos al colegio y por la tarde me dedico a torturar personas». Sí que se daban este tipo de tratamientos inmorales a los presos, pero en esta ocasión el director no aplica la profundidad que sí recae sobre el resto de personajes, también los etarras.
Ficha técnica
- Título Original: Patria
- Dirección: Aitor Gabilondo
- Guión: Aitor Gabilondo (Novela: Fernando Aramburu)
- País: España
- Año: 2020
- Duración: 55 min.
- Género: Drama | Terrorismo
- Interpretación: Elena Irureta, Ane Gabaraín, Loreto Mauleon, Susana Abaitua, Mikel Laskurain, José Ramón Soroiz, Jon Olivares, Eneko Sagardoy, Iñigo Arambarri, Javier Beltrán
- Productora: HBO
- Música: Fernando Velázquez
- Fotografía: Álvaro Gutiérrez, Diego Dussuel
- Estreno en España: 2020