Priscila Hernández ha trabajado con grandes directores como Sam Mendes y Alejandro González Iñárritu. Desde CinemaNet hemos tenido ocasión de hablar con ella y conocer su historia, de la mano de Mapfre.
A los 14 años Priscila Hernández decide estudiar profesionalmente ballet clásico y con el tiempo consigue entrar en la Compañía Nacional de Danza de México, pero pronto se da cuenta de que su felicidad no es plena. Juan, su pareja, le ayudó a recapacitar y encontrar un nuevo camino que cambió su vida.
¿Su sueño? Trabajar con los mejores directores de cine. Hoy, Priscilla dirige Reves Agency, una compañía especializada en coreografías para películas, y ya ha conseguido colaborar con grandes directores como Sam Mendes (American Beauty) y Alejandro González Iñárritu (The Revenant).
Priscila, a los 14 años decides estudiar ballet clásico, y años después estás trabajando con Sam Mendes en una película de la saga de James Bond… ¿Cómo se consigue eso?
Nos dicen que solo podemos hacer una cosa en la vida y yo creo que no es así, podemos hacer varias. Empecé siendo una apasionada del baile desde muy chiquita, al ballet clásico, y cuando ya empecé a desarrollar la profesión de bailarina, siendo yo muy creativa, de pronto me sentí limitada. Entonces empecé a trabajar en coreografía, viendo el link entre cine y danza.
No había nadie que vinculara los bailarines al mundo del cine. Y yo quería ser ese enlace. Y así empecé con las coreografías para cine, hasta que finalmente terminé trabajando con Sam Mendes.
¿Y cómo se despertó en ti el interés por las coreografías de cine?
La herramienta que yo tenía era la danza. Entonces utilicé mi parte creativa para desarrollar esa herramienta. Se pueden crear conceptos.
¿A qué te refieres con crear conceptos?
Por ejemplo, con Sam Mendes, en Spectre, me juntaba con él, y él visualizaba lo que quería como director, su óptica.
En una escena, los penachos y la cultura prehispánica no es tan conocida a nivel mundial, entonces puede llegar a confundir a los espectadores porque los ven con penachos y piensan en indios. Yo que tengo esa cultura puedo ayudar en ese sentido. Entonces entre los dos creamos esos conceptos. Se fusionan algunos, se modernizan otros…
En este último musical que estoy haciendo, me encantó empezar desde un principio el proyecto porque estoy proponiendo conceptos desde cero. Esto es una libertad para el artista.
Es muy interesante la faceta creativa de las coreografías. Al pensar en ellas, alguna parte del público lo verá como puro baile, pero abarcan mucho más. Desde escenas de acción, hasta circulación de extras en el entorno de la escena…
Claro, dentro las coreografías hay especializaciones. Hay gente que se dedica solo a peleas, o carros… Abarca muchísimas cosas. Lo que a mi me gusta mucho es la coreografía en la cámara. La cámara tiene una coreografía propia, y ahora con el tiempo, hemos explorado más ese universo. La cámara es una tercera persona, hacia donde mira, dónde voltea… es muy importante la coreografía de la cámara.
¿Y cuales son las diferencias creativas a la hora de abordar un proyecto u otro?
Para mi la principal diferencia es el discurso del director, qué quiere plasmar. Hay que saber escuchar las necesidades del director, o de la pieza, y no tanto de mi punto de vista personal. Cada director tiene maneras diferentes de trabajar, visiones diferentes… Hay que ser muy receptiva, y entender bien qué quieren transmitir en pantalla. Y ahí está la riqueza de cada proyecto. Entender el universo de cada director.
Entrando más en tu día a día, siempre destacas mucho el apoyo de tu pareja, Juan.
Yo siento que él es como mi jedi, mi Yoda. En momentos que una se hunde, me da tierra. Me ayuda a ver los dos lados. Siento que nos complementamos mucho. Hay veces que me dice «Nsiento que sea como tú lo estás viendo» y me pongo «¿Y por qué no me das la razón?» (risas). Juan me apoya incondicionalmente. El crecimiento que he tenido ha sido en gran parte gracias a él.
Y de repente suena un día el teléfono, y tienes la oportunidad de trabajar con Iñárritu…
Con él acabo de trabajar en Bardo, imagino que se estrena el próximo año. Este proyecto ha sido muy místico y muy misterioso todo… A veces el universo te pone en el lugar adecuado en el momento adecuado.
Tita Lombardo, su productora en ese momento, me buscó… y yo no me lo creía. Mi sueño era trabajar con Iñárritu, con del Toro, Cuarón, y cuando me dicen que puedo trabajar con Iñárritu… Fue como con Sam Mendes, también fue una locura. Yo estaba de vacaciones, y me dijeron de hablar para una película… y era de James Bond.
Por curiosidad, Pricila, desde tu punto de vista profesional ¿Qué películas te gustan especialmente?
West Side Story. Para mí, siendo un gusto personal, los pasos que ocuparon para esas coreografías, el estilo de danza utilizado me encanta. Tiene bases clásicas, pero tiene toques contemporáneos, también tiene momentitos de comedia musical muy finos, con mucho estilo.
A nivel coreográfico, es muy arriesgado lo que hicieron, no cualquiera se anima con eso. De pronto uno hace algo diferente a los demás… Ese tipo de riesgos me parecen muy valientes y muy interesantes. El dibujo de cámara también es muy interesante. Yo lo veía y decía «esto es increíble». Para mi es una referencia. Ganó muchos Oscar.
Es historia del cine…
Sí, West Side Story es de las joyas que más valoro.
Esta entrevista ha sido posible gracias a la última campaña de Mapfre, en la que Priscila, es una de las protagonistas.