Blonde | Una película llena de claroscuros

Andrés López Fernández

Blonde es la arriesgada apuesta de Netflix que apunta a los Oscars. Se trata de la cuarta película de su director, Andrew Dominic, sin duda su obra más personal. Con Ana de Armas como estrella principal, Blonde levantará ampollas y creará adeptos a aquellos que se acerquen a la película, una de las más polémicas de este año.

Antes de comenzar el visionado de la película es necesario comprender que no nos encontramos ante un biopic al uso. Blonde adapta el libro del mismo nombre de Joyce Carol Oates, a través de la visión tan personal de su director. Por lo tanto, no se trata de la vida real de la icónica Marilyn Monroe, sino una ficción de su vida partiendo de algunos hechos reales.

A pesar de tratarse de una superproducción de Netflix, la película tiene un fuerte carácter artístico. El director se aleja del relato verídico para mostrar, a través de la puesta en escena, un Hollywood de ensoñación, pero de pesadilla y hasta podríamos decir que fantasmagórico. Todo lo referente al plano y el color se emplea con libertad creativa en pos de la intención autoral.

Que la película se permita variar el formato dependiendo de la situación en la vida de Marilyn Monroe en la que nos encontremos es la mayor virtud del metraje. Si bien la película se mantiene en su mayoría en un formato de 4:3 alternando entre el blanco y negro y el color, hay cabida para cambios momentáneos al estandarizado 16:9, siempre con una aparente justificación narrativa. Todo ello bajo el foco fijado en nuestra protagonista, Ana de Armas. Una actuación prodigiosa y sobrecogedora, Ana de Armas es Marilyn Monroe y es difícil poder entender la película sin esta actriz sobre el papel.

Una vez entendiendo los innegables valores técnicos y estéticos que nos propone la película, tenemos que entender qué nos propone Blonde.

Blonde utiliza las fotografías más icónicas de Marilyn Monroe para contextualizarlas en su realidad, generalmente, perturbadora. Se trata de una película no exenta de polémica. Más allá de la cantidad de escenas explícitas que acumula, que advierto que no es para todo tipo de estómagos, la película ofrece una visión sesgada única y exclusivamente en la tragedia que rodea a la famosa actriz. Esto, a mi parecer, da pie a dos interpretaciones que no necesariamente se rechazan entre sí, aunque una pesará más que la otra dependiendo del tipo de espectador.

En la película tenemos presente la constante dualidad entre Marilyn Monroe, la mujer más sexualizada de la historia y producto de Hollywood, y Norma Jeane, la persona detrás de las cámaras que tenía que hacer frente a todos los problemas que le acarreaba tanto su vida personal como su alter ego. Usar el icono de Marilyn Monroe para mostrar todos los abusos a los que fue sometida puede servirnos como denuncia a una industria hollywoodense que, lamentablemente, ha abusado de tantas actrices no tan reconocidas a lo largo de su historia.

Sin embargo, más de dos horas y media de duración dónde martirizan a un personaje, siempre a merced de las circunstancias (los diferentes hombres que pasan por su vida), quizás no es la mejor forma de hacerlo. A poco que conozcamos un poco más la vida real de Marilyn Monroe, sabremos qué se trata de una persona mucho más fuerte y luchadora que la que nos presenta la película. Apenas hay cabida en el guion para escenas donde se salvaguarde las virtudes de Norma Jeane, dónde podamos encontrar su humanidad más allá de una amalgama de traumas. Es legítimo pues, preguntarse si Blonde despoja de su dignidad a Marilyn Monroe. 

Blonde es, sin duda, una de las películas más importantes de este año. Ana de Armas justifica su visionado; el resto, dependerá de que visión se imponga en el espectador.