El director de la película “Sound of Freedom”, Alejandro Monteverde, ha declarado a CinemaNet que el film “La lista de Schindler” cambió su forma de ver la vida. “Me dí cuenta de que era un ególatra. Y me planteé que mi cine debía hacer pensar”, afirmó.
Monteverde viaja estos días por distintas ciudades de España para la promoción de “Sound of Freedom”, una película sobre el tráfico de niños. Realiza tal promoción con la distribuidora, A Contracorriente, que ha sido apoyada por Signis y CinemaNet por los notables contenidos humanos de este film. Se realiza esta entrevista coincidiendo con los preestrenos en Madrid y Barcelona, y el film estará de forma generalizada en las pantallas a partir del 11 de octubre (de 2023). En CinemaNet se han dedicado ya artículos y críticas a la película. Aquí habla ahora su director.
Antes de iniciar la entrevista, el director de CinemaNet, Daniel Arasa, ha regalado al cineasta el libro “Cine y familia”, editado hace unos meses, en el que dieciséis autores, todos ellos colaboradores de CinemaNet, abordan numerosos temas relacionados con el cine y la familia, desde la influencia de las series en la juventud o el uso del cine como instrumento educativo hasta las figuras del padre y los abuelos en el cine, la sexualidad, el sentido de la vida, o la visión de la familia a través del cine oriental o postapocalíptico. Monteverde ha agradecido el libro, expresó su satisfacción y afirmó que lo leerá con interés.
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P. La acogida que está teniendo “Sound of Freedom” ha desbordado las previsiones iniciales.
R. Es la realidad. El éxito de taquilla es extraordinario y ni siquiera se ha estrenado aún en países importantes como España, Francia, Alemania o China. En aquella isla grande que son los Estados Unidos la recaudación ya supera los 200 millones de dólares. Fuera de Estados Unidos, donde en muchos sitios están empezando estos días las proyecciones, ya ha superado los 50. En Brasil el éxito es enorme, y es la película independiente más vista de todos los tiempos en este país. Prevemos que la recaudación fuera de Estados Unidos superará los 100 millones de dólares.
Tal éxito nos parece mayor por cuanto las expectativas que nos fijamos eran muy modestas, muchísimo más bajas.
P. Desde antes del inicio de su proyección la película fue objeto de muchos ataques en los Estados Unidos. ¿Pudo influir en el éxito la polémica suscitada?
Probablemente sí. Tuvo muchos ataques. La verdad es que es incómodo y frustrante recibir tantos ataques sin ninguna base. Fue una muestra de falta de investigación periodística. Todo el mundo tiene derecho a criticar, pero con conocimiento de causa, no etiquetando desde el principio, sin haber visto la película.
Fue la audiencia, el público, quien salió en defensa del film acudiendo a las salas.
P. Los ataques a la película, que surgieron incluso mucho antes de proyectarse, parece que derivaban en gran manera de quienes eran el protagonista principal, Jim Caviezel, y el productor, Eduardo Verástegui, por los principios que se sabe defienden. Aquel interpretó a Cristo en “La pasión de Cristo”, de Mel Gibson, y el segundo se manifiesta muy abiertamente católico. En Estados Unidos algunos los asocian a posiciones conservadoras.
R. Posiblemente venían por ahí muchos ataques, pero no justifica etiquetar la película. El autor y el director soy yo, y ellos personas contratadas. Pueden tener sus criterios, pero los medios de comunicación no deben mezclar una cosa y otra. Es como si alguien fabrica coches, y resulta que quien ha producido las llantas expone sus opiniones sobre un tema político o social. ¿Se dirá por ello que el coche es de derechas o de izquierdas? Etiquetaron la película con antelación en base a atacar a las personas o sus formas de pensar, pero sin conocer qué era “Sound of Freedom”.
P. No parece que esto esté influyendo en Europa y otros territorios.
R. Ahora la película ya es internacional. Las etiquetas de Estados Unidos no sirven en los demás países. La gente de cada país ha de tener opinión propia, no depender de lo que hayan dicho algunos en los Estados Unidos.
P. Vimos hace algunos años películas suyas como “Bella” o “Little boy”. ¿Qué elementos han marcado su orientación en el cine hacia temas muy humanos?
Me marcó mucho “La lista de Schindler”, de Steven Spielberg. Me introdujo en el cine y cambió mi forma de ver la vida. Me dí cuenta de que era un ególatra. Decidí que debía hacer un cine que hiciera reflexionar.
P. Con “Sound of Freedom” lo ha logrado. Es un aldabonazo para la reflexión. Los que la ven quedan impactados.
R. He querido que sea un film que no ofrezca respuestas, sino preguntas. Cuando acaba la película es cuando en realidad empieza. En esta línea va mi cine.
P. ¿Qué ha pretendido en concreto con “Sound of Freedom”?
R. Crear un diálogo social sobre un tema tabú, el del tráfico de niños, algo que durante muchos años había ocultado o dejado de lado la sociedad y, sobre todo, el cine. Poner un poco de luz en la oscuridad.
P. ¿Cree que tendrá un impacto suficiente para el cambio social o incluso legal en este aspecto?
R. Los cambios los hacen las personas, no las películas. Pero ésta puede contribuir a concienciar acerca de un problema.
P. ¿Qué ha resultado más difícil para hacer la película?
R. Conseguir la financiación. Ha ocurrido lo mismo con todas mis películas y pasa, en general, con el cine independiente.
P. Pero con lo obtenido con “Sound of Freedom” parece asegurado tener recursos para varias películas futuras. En esta la inversión fue de 15 millones de dólares, que han sido enormemente superados por los ingresos. ¿Qué planes tiene cara al futuro?
R. Hemos tenido ingresos altos, es verdad. Sin contar otra película, que ya está hecha, “Cabrini”, que se estrenará el próximo 8 de marzo, tengo en proyecto tres películas más para hacerlas de manera muy inmediata.
P. Adelante algo de ellas.
R. No es aún el momento, pero sí le doy un dato de una. La trama se sitúa hace 2.000 años, y un protagonista es Herodes.
Tengo escritos, además, muchos textos que pueden ser la base de otras películas posteriores.
P. “Sound of Freedom” es ya la película de mayor éxito de Alejandro Monteverde. ¿Le consagra como uno de los directores importantes en América?
Es cierto que significa un salto muy grande, una subida de nivel. Entre otras cosas tengo que estar agradecido porque el éxito de taquilla permite superar aquella lucha continua de gastar las energías para buscar fondos para hacer un film. El cine también es negocio, show business, y si no se tienen recursos es todo muchísimo más difícil.
P. Dirigir niños no habrá sido fácil tampoco.
R. Todos los directores saben que dirigir niños en una película es difícil. Empezando porque no pueden dedicar tantas horas cada día a la grabación, aspecto incluso limitado por ley. Los niños tampoco tienen tanta capacidad de recordar los temas como los adultos, se distraen.
P. La temática de “Sound of Freedom” es sórdida. ¿Cómo la encajaron Cristal y Lucas, los dos protagonistas infantiles? Y de alguna forma también los demás niños.
R. Procuramos protegerles de una realidad tan terrible y oscura. Elaborar los personajes con atención a su psicología infantil, sin decirles de qué iba la película, y trabajando mucho con los padres. En una ocasión los padres se lo explicaron a la niña y lloró al saber de qué iba. Era un llanto auténtico, que sirvió en el film.
P. La película está inspirada en las acciones del ex agente Tim Ballard. Permítame una crítica personal. Algunas partes, y de modo especial el rescate en la selva, son exageradamente increíbles.
R. Mi intención nunca fue la de hacer una película neorrealista. Quise dejar claro que es una obra de ficción que explica una realidad. Que los espectadores se den cuenta de que están viendo una película. “Sound of Freedom” empieza incluso con juegos de luces, con mucho estilo visual. Que la audiencia se dé cuenta de que no está viendo una obra de teatro de Broadway, donde tiene la seguridad del realismo, y que no se arrepienta de ver una película.