El pasado 9 de abril, La Vaguada Cines de Madrid, en colaboración con Flins y pinículas, distribuidora de la película, organizaron un pase especial deMatusalén, la última obra de David Galán Galindo.
El público estaba expectante después que en la presentación se les advirtiera que no iban a ver una comedia de altos vuelos, sino un cuento gamberro pero muy simpático, con un lenguaje a menudo grosero pero respetuoso con todos los personajes; un cuento bienintencionado, sin ningún retorcimiento ni otra finalidad más que entretener y divertir.
En cuanto se apagaron las luces y la magia del cine se adueñó de la sala, las aventuras y desventuras «del Alber» (un Julián López maravilloso) empezaron a provocar risas y abiertas carcajadas.
Hay que reconocer que da gusto volver a ver una sala de cine llena de un público que, durante dos horas, ha dejado de pensar en problemas y de consultar el móvil, y está disfrutando de una historia humana que se le ofrece en la gran pantalla.
Cuando al final, todavía con los créditos, toda la sala prorrumpió en un espontáneo y sonoro aplauso, a David Galán Galindo, que entraba en ese momento, se le iluminó la cara con una gran sonrisa al comprobar la acogida de su película.
Y entonces comenzó el coloquio entre el público y el director, en un clima de cordialidad y buen humor. Le preguntaron mil cosas –detalles del rodaje, sobre la dirección de actores, cuánto se había perdido en la posproducción…– y también fueron aportando sus opiniones sobre la película, a la que calificaron de alegre, divertida y refrescante. También hicieron notar que les había gustado especialmente porque es una historia de buenos, con escenas hilarantes, como la de la cabina del fotomatón, que son realmente disparatadas, pero de una comicidad sana, que no ridiculiza a nadie.
David Galán estuvo cercano, amable y encantador durante el diálogo y totalmente entrañable después, con todas las personas que se acercaron a él para hacerse fotos. Todo el mundo salió contento de haber pasado un buen rato y con el compromiso de difundir la película en sus respectivos entornos.
Una vez más es justo agradecer a La Vaguada Cines la iniciativa de estos encuentros lúdico-culturales para potenciar el cine de gran pantalla y en los que los buenos aficionados pueden, además de ver la película, entrar en contacto directo con distintos cineastas. No hay nada como la oscuridad de una sala de cine, en la que cada espectador, aislado y alejado de su vida cotidiana, puede entrar en relación íntima con la historia humana que se proyecta ante él. Y si después, se tiene ocasión de comentar experiencias, risas y emociones con miembros del equipo que ha hecho posible que la película saliera a luz, el gozo cinéfilo llega al paroxismo.