Christopher Nolan sorprendió a propios y extraños en 2005 al estrenar, con Batman Begins, la versión más realista de Batman hecha hasta la fecha. En 2012 cerró la trilogía y, además de unas cifras impresionantes, nos dejó todo un tratado de psicología, siempre con mirada positiva. Esta afirmación podría sorprender a muchos dada la imagen de serio y frío que tenemos del director británico, incluso muchos de sus personajes son distantes, pero si miramos con calma y detenimiento a las tres películas encontraremos bastantes mensajes positivos que se resumen en uno: la capacidad de superación de los miedos y los traumas.
Empecemos por el principio: en 2005, como decíamos, Nolan estrenó en los cines Batman Begins. Lejos de los mundos góticos de la exitosa saga de Tim Burton, el británico quería una visión mucho más realista, una en la que los espectadores realmente pudieran sentir que Gotham era real, que la película se había rodado allí, no en decorados de estudio ni usando una gigantesca cantidad de efectos digitales, en línea con su forma de trabajar: todo lo que pueda ser real, que sea real.
En ella teníamos, como su propio nombre indica, los comienzos de Batman: el asesinato de los padres, el viaje interior de Bruce Wayne, el desarrollo de los artilugios que luego utilizará y, por supuesto, el atuendo tan clásico. Pero ante todo había un mensaje que se nos dice desde casi el principio en boca de su padre justo antes de morir: “Bruce… no tengas miedo”. Y ahí está la clave: el miedo es la base del guion de Batman Begins. En otro momento Bruce le dice a su fiel mayordomo Alfred “uso el murciélago porque me da miedo, mis enemigos compartirán mi miedo”. Bruce usa su debilidad interna para amedrentar a los demás, pero jamás matando, aunque es un deseo que expresa en cierto momento por deseos de venganza confundiéndola con la justicia: “A menudo son lo mismo”, le dice a su amiga de la infancia Rachel, quien le corrige al momento. Bruce no hace lo que hace por venganza (de hecho el asesino de sus padres muere asesinado pero no por él), sino para asustar a los criminales y que sepan que el delito no quedará impune.
El mensaje es evidente: el miedo no solo se puede superar, se puede incluso utilizar como trampolín para hacernos mejor de lo que éramos. Batman evidentemente tiene un pero: está fuera de la Ley, pero porque ésta, en Gotham, no funciona como debería al estar corrupta: policías y jueces comprados, por tanto él se ve obligado a llevar a los delincuentes ante abogados y policías que él sabe que no son corruptos. Lo que él busca no es meter criminales en la cárcel, sabe que es trabajo de la Policía, por eso ofrece en bandeja de plata las pruebas a Rachel, ante lo que ella dice “aunque esos matones juren ante el juez que les ha vapuleado un murciélago gigante, tenemos a Falcone en la escena del crimen. Drogas, huellas, informe de la carga… ese murciélago nos lo ha dado todo”.
No hay que olvidar, por supuesto, otro de los mensajes más importantes de la película, dicho primero por el padre de Bruce y repetido, cerca del final, por Alfred: «¿Por qué nos caemos? Para aprender a levantarnos, señor Wayne». Es la superación personal, aprender de los errores, levantarse siempre y seguir adelante. Batman es, como todos nosotros, una persona que los comete pero los asume como parte de su aprendizaje.
Llegamos pues a El Caballero Oscuro, considerada por muchos, no sin razón, la mejor película jamás hecha sobre un superhéroe (personalmente no considero a Batman un superhéroe sino un héroe, aunque eso da para otro artículo). Además, como dato curioso y muy relevante, es la primera película comercial de la historia en rodarse parcialmente en IMAX analógico. Hasta ese día solo documentales específicos se rodaban en ese formato, pero Nolan abrió un camino que otros muchos directores, por fortuna, han seguido.
Volviendo a lo que nos ocupa, El Caballero Oscuro se centra en la locura, característica principal del Joker, seguramente el antagonista por excelencia del hombre murciélago. Toda la película trata sobre un hombre sin límites ni valores, “capaz de cualquier cosa con tal de ver arder el mundo”, como bien le dice, una vez más, Alfred a Bruce. El Joker busca que la locura corrompa todas las mentes y es Batman quien debe poner cordura y mostrar que la gente está por encima de sus delirios. Lo logra en cierta magnífica escena que tiene lugar en dos ferris, cuando Batman le dice “¿qué querías demostrar, que, en el fondo, todo el mundo es tan repulsivo como tú? Estás solo”.
Ciertamente es complicado superar la locura cuando todo a tu alrededor se tambalea, pero Batman demuestra que el dominio propio es lo más importante y que la gente, en el momento crítico, es capaz de pararse a pensar y llegar al bien mayor.
La tercera parte de la saga, El Caballero Oscuro: La Leyenda Renace, quizás no supere a la segunda pero sin duda es un cierre excelente con valores muy positivos. Encontramos en ella el tema principal: la esperanza. Bane representa la desesperación, quitar a la gente lo que tiene, sobre todo la libertad (véase ese “estado de excepción” en el que sume a Gotham durante parte del metraje), para que Gotham se hunda. Básicamente lo que Ra’s al Ghul, el villano de la primera película, intentó, pero él con la desesperación. Absolutamente ilustrativa es su frase “no hay verdadera desesperación sin esperanza, así que mientras aterrorizo a Gotham les daré a sus gentes esperanza para envenenar sus almas, les haré creer que pueden sobrevivir para que veas cómo se pisotean los unos a los otros con tal de permanecer al sol”.
Y así es durante un tiempo, de hecho amenaza con una bomba nuclear móvil por toda la ciudad, sin embargo con la esperanza de que no estalle en cualquier momento para que los ciudadanos enloquezcan. La clave, una vez más, es Batman: su regreso para que éstos despierten y vean que se puede combatir al mal.
Lo que Batman siempre ha buscado en Gotham es dar ejemplo, véase otro diálogo en El Caballero Oscuro por una broma entre Alfred y él: “Puede contratar a sus imitadores para hacer su trabajo por usted”, “(sonrisa pícara) no era exactamente en lo que pensaba cuando dije que quería servir de inspiración”. Es servir de ejemplo de que el miedo, la locura y la desesperación tienen sentido porque somos humanos, pero se pueden y se deben superar. Incluso le contagia esa voluntad a Selina Kyle, Catwoman, en la tercera película, cuando está a punto de huir de Gotham dando la espalda a todos, pero decidiendo que ese no es el camino correcto.
Superar los miedos nos hace mejores personas y nos hace aprender. No es fácil ni rápido ni agradable, de hecho es muy sacrificado, pero la recompensa es la susodicha e, incluso, servir como ejemplo para que otros lo logren. Y ese es el motivo porque el que la trilogía de Batman es un excelente tratado de psicología con conclusiones muy positivas.