Dirección: Jonathan Demme. País: USA. Año: 2008. Duración: 113 min. Género: Drama. Interpretación: Anne Hathaway, Rosemarie DeWitt, Mather Zickel, Bill Irwin, Anna Deavere Smith, Anisa George, Debra Winger, Roslyn Ruff, Sebastian Stan, Tunde Adebimpe, Jerome LePage (Andrew). Guión: Jenny Lumet. Producción: Jonathan Demme, Neda Armian y Marc Platt. Música: Zafer Tawil y Donald Harrison Jr. Fotografía: Declan Quinn. Montaje: Tim Squyres. Diseño de producción: Ford Wheeler. Vestuario: Susan Lyall. Estreno en España: 31 Octubre 2008. |
SINOPSIS
Cuando Kym vuelve a la casa familiar de los Buchman para la boda de su hermana Rachel, lleva consigo una larga historia de crisis personal, conflictos familiares y tragedias. Una buena parte de los amigos y conocidos de los novios se han reunido para un alegre fin de semana de fiesta, música y amor, pero Kym —con su mordacidad, agudeza y facilidad para el drama— actúa de catalizadora de las tensiones gestadas durante mucho tiempo en la familia.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín, La Gaceta]
Por culpa de su adicción a las drogas, Kym provocó hace años una terrible tragedia, que ha marcado a fuego su vida y la de toda su familia. Ahora, esta joven rebelde y herida intenta rehacerse en un centro de desintoxicación y rehabilitación, del que sólo sale para asistir a la boda de su hermana Rachel, una joven de fuerte personalidad, que siempre la ha ayudado generosamente.
Los caóticos preparativos de la boda, el reencuentro de Kym con sus padres —que seguramente se divorciaron por su culpa— y una superficial relación con otro adicto obligan a la joven a hacer examen de conciencia, a indagar en las causas de su penosa situación y quizá a pedir perdón y a exigir responsabilidades.
En un giro sorprendente dentro de su carrera, el veterano Jonathan Demme (El silencio de los corderos, Philadelphia, El mensajero del miedo) logra con La boda de Rachel su mejor trabajo imitando el estilo y el tono de las mejores películas del Movimiento Dogma 95 y de sus frutos posteriores. En concreto, su filme viene a ser una síntesis entre la severa radiografía familiar de Celebración, del danés Thomas Vinterberg, y la conmovedora apertura a la caridad cristiana de Después de la boda y Cosas que perdimos con el fuego, ambas de la también danesa Susanne Bier.
De hecho, como en esa última película, La boda de Rachel critica duramente el individualismo hedonista, exalta la familia como lugar natural para curar las heridas del alma —pues dentro de ella no se abandona a nadie— y propone la apertura a Dios a través de la famosa Oración de la serenidad, compuesta por el teólogo estadounidense Reinhold Niebuhr y que se reza, voluntariamente, al finalizar las terapias de grupo de Adictos Anónimos. Dice así: “Dios, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el valor para cambiar las cosas que puedo cambiar y la sabiduría para conocer la diferencia”.
Todo esto llena de humanidad el soberbio guión de Jenny Lumet —hija del octogenario realizador Sidney Lumet—, que parece totalmente improvisado de principio a fin. Y se articula a través de una vibrante puesta en escena ultranaturalista, con permanente cámara en mano, un nervioso montaje siempre sustancial y una ecléctica banda sonora, integrada en todo momento en la acción.
Elogio especial merecen las sensacionales interpretaciones, todas ellas matizadas y rebosantes de autenticidad. En este sentido, La boda de Rachel rescata del olvido a la inmensa Debra Winger, desvela las cualidades de Rosemarie DeWitt y Bill Irwin, y confirma a Anne Hathaway como una de las mejores actrices actuales. El tono demasiado explícito de un par de fugaces escenas de sexo es el único reproche que cabe hacer a esta película mayor, que refleja muy bien las inquietudes morales y estéticas del mejor cine contemporáneo.
Festejo y lágrimas
Magnífica película de Jonathan Demme, muestra perfecta de cómo una trama sencilla bien llevada puede producir resultados altamente estimulantes. La cosa arranca con la joven Kym saliendo del centro de rehabilitación donde está internada para superar su adicción a las drogas. Su hermana Rachel se casa, y por supuesto ella va a asistir al gran acontecimiento. Aunque su padre y su madrastra, al igual que Rachel, la acogen con cariño, hay una distancia, un algo nunca pronunciado, que permiten intuir que la relación es tensa y difícil. El padre adopta una actitud de preocupación constante por Kym, algo que saca de quicio a Rachel, que querría ser «reina por un día», siquiera sea el día de su boda.
Por otro lado la madre, casada en segundas nupcias con otro hombre, tarda en aparecer, y hay algo de calculada frialdad en el trato con Kym. En tal tesitura Kym mantiene una actitud desabrida, de contestaciones punzantes y sarcásticas a cualquier requerimiento. Sí, algo bulle en su alma, que no deja de atormentarla; lo que no impide un esfuerzo sincero por seguir su camino de rehabilitación, acudiendo a reuniones de adictos anónimos.
Honesta película acerca del sufrimiento y las dificultades en las relaciones familiares. Jenny Lumet, hija del veterano cineasta Sidney Lumet, se estrena como guionista con un libreto de esquema sencillo pero muy eficaz, que imbrica bien los preparativos de la boda -una serie de pasajes muy naturales y reconocibles por cualquiera que haya acudido a un enlace matrimonial- con el descubrimiento de cómo es Kym, el suceso doloroso que no le abandona ni un solo día de su vida, y la mirada de sus familiares ante el mismo.
Demme rueda con un adecuado estilo documental, con mucha cámara en mano, lo que ayuda a dar a la historia el deseado tono realista. Hay verismo en las acciones y reacciones, y de fondo una gran humanidad y amor detrás del dolor y los reproches, donde no falta una mirada trascendente, ayuda inestimable para salir adelante. Algunas escenas son muy poderosas en su intenso dramatismo, véase la del padre acometiendo el desafío de llenar el lavaplatos en tiempo récord con toda la vajilla sucia, o la que comparten madre e hija, en que acaban a bofetón limpio. Película dura y desgarradora, pero también catártica y esperanzada, contiene unas interpretaciones maravillosas, empezando por la de una actriz que va a más, Anne Hathaway.
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