ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título Original: Cairo Time |
SINOPSIS
Juliette, mujer en la cincuentena, viaja a El Cairo para pasar unos días de vacaciones con Mark, su marido, que trabaja en la ONU. Sin embargo, en el aeropuerto recibe la noticia de que Mark se encuentra en Gaza y de que no se sabe cuándo podrá regresar. Tareq, antiguo colaborador de su marido y ahora dueño de un café, tiene la amabilidad de recogerla en el aeropuerto y dejarla en el hotel. Con el paso de las horas Juliette se irá encontrando muy sola y a lo largo de los días casi su única compañía será la de Tareq, que le dedicará tiempo para enseñarle la ciudad.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín – COPE]
Editora de una revista de moda y ya en la cincuentena, Juliette (Patricia Clarkson) viaja a El Cairo para reunirse con su marido Mark (Tom McCamus), funcionario de la ONU, y así pasar juntos las vacaciones. Pero Mark queda atrapado en Gaza, y envía a su amigo de confianza Tareq (Alexander Siddig), dueño de un café, para hacer compañía a Juliette. Ambos se sumergen unos días en las vistas, los sonidos y las costumbres de la exótica ciudad egipcia, y surgen entre ellos sentimientos inesperados.
Premio a la mejor película canadiense en el Festival de Toronto 2009, este sencillo melodrama se asienta en un delicado guión, que perfila muy bien a los personajes al tiempo que saca partido a su choque intercultural y a los variados escenarios de El Cairo y alrededores. De este modo, la cineasta canadiense de origen sirio-palestino Ruba Nadda confirma las cualidades narrativas que ya mostró en su anterior filme, Sabah (2005). Aquí se luce especialmente en la dirección de actores, logrando de la ya veterana Patricia Clarkson su mejor interpretación hasta la fecha. Además, trata la historia con elegancia formal, sin concesiones a la galería, y con una certera perspectiva moral, que le lleva a no idealizar la creciente atracción de los protagonistas mostrando a la vez sus fragilidades afectivas. Elogio especial merece la bella banda sonora de Niall Byrne, que potencia la lánguida y melancólica levedad de la historia.
Cosas del corazón
La norteamericana Juliette, mujer en la cincuentena, viaja a El Cairo para pasar unos días de vacaciones con Mark, su marido, que trabaja en la ONU. Sin embargo, en el aeropuerto recibe la noticia de que Mark se encuentra en Gaza y de que no se sabe cuándo podrá regresar. Tareq, antiguo colaborador de su marido y ahora dueño de un café, tiene la amabilidad de recogerla en el aeropuerto y dejarla en el hotel. Con el paso de las horas Juliette se irá encontrando muy sola y a lo largo de los días casi su única compañía será la de Tareq, que le dedicará tiempo para enseñarle la ciudad.
Película delicada y pequeña, que poco a poco se disfruta con gran regocijo. Dirige y escribe la canadiense Ruba Nadda (1972), que obtuvo un buen reconocimiento con su anterior film, Sabah. Aquí ofrece lo que ella define como un “lánguido y sereno romance”, y eso es justamente: un film lleno de sutileza, con un tempo tranquilo, unos personajes normales pero atractivos, y un guión sencillamente real, que no busca sorprender ni fabricar excesos imposibles. La narración se desarrolla con lento esmero, apoyada en una luminosa fotografía y en las evocadoras notas pianísticas de la banda sonora compuesta por Niall Byrne.
A excepción de algunas alusiones con respecto al choque de civilizaciones (esas distintas reacciones ante la carta de amor) y a la diferente mentalidad y modo de comportarse entre hombres y mujeres, a decir verdad la historia en sí va poco más allá de las miradas, silencios y diálogos entre los personajes con los que se encuentra la protagonista, en especial con Tareq, y también del descubrimiento de El Cairo. Porque la capital de Egipto se ofrece aquí con un agradable costumbrismo: hay una efervescencia objetiva en las calles, con ese continuo movimiento aturdidor tan característico de las ciudades orientales, pero también existe la contemplación subjetiva de Juliette, que mira y observa ensimismada en su interior.
Resalta asimismo la templada sensibilidad de la Nadda ante una historia que fácilmente se le podría haber ido de las manos. Todo es leve en la forma, contenido, como debe ser, lo cual no significa que el resultado no tenga una enorme fuerza. Su sabiduría tras la cámara se revela espléndida en la secuencia clave que comienza en el hotel… para cambiar de improviso a un plano exterior lleno de significado. No hace falta más. La excelente Patricia Clarkson ofrece una interpretación a su altura, natural y tierna, que transmite intensos sentimientos con su sonrisa, su mirada compasiva o cariñosa, su llanto tenue. Ganó el premio a la mejor película en el Festival de Toronto.
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