Dirección: Craig Gillespie. País: USA. Año: 2007. Duración: 106 min. Género: Comedia dramática. Interpretación: Ryan Gosling (Lars Lindstrom), Emily Mortimer (Karin), Paul Schneider (Gus), Patricia Clarkson (doctora Dagmar), R.D. Reid (reverendo Bock), Kelli Garner (Margo), Nancy Beatty (Sra. Gruner), Doug Lennox (Sr. Hofstedtler), Joe Bostick (Sr. Shaw), Liz Gordon (Sra. Schindler), Nicky Guadagni (Sra. Petersen). Guión: Nancy Oliver. Producción: Sidney Kimmel, John Cameron y Sarah Aubrey. Música: David Torn. Fotografía: Adam Kimmel. Montaje: Tatiana S. Riegel. Diseño de producción: Arv Grewal. Vestuario: Kirston Mann. Estreno en USA: 12 Octubre 2007. Estreno en España: 25 Abril 2008. |
SINOPSIS
Lars, un joven enormemente tímido y dulce que vive en una pequeña localidad junto a su hermano y su cuñada, lleva por fin a casa a Bianca, la chica de sus sueños. El problema es que Bianca es una muñeca que encargó por Internet, aunque Lars la trata como si fuera una persona real. Alentados por una doctora y en un esfuerzo por comprenderle, su familia decide seguir con la fantasía de Lars, de la que pronto acabará participando todo el pueblo.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín. La Gaceta]
Candidata al Oscar 2008 al mejor guión original y al Globo de Oro al mejor actor de comedia (Ryan Goslin), esta película no triunfó en Estados Unidos seguramente porque es muy distinta a lo que parece. El espectador puede pensar que se trata de otra estúpida comedia americana para jóvenes con encefalograma plano. Cuando, en realidad, se trata de una tragicomedia divertida, profunda e inteligente, muy cercana a ese nuevo cine indie, que actualiza el fresco estilo clásico de Frank Capra. Como Millones, Pequeña Miss Sunshine o Juno.
En efecto, Lars y una chica de verdad sigue los pasos de esas espléndidas películas relatando la fabulosa historia de Lars Lindstrom, un joven tímido y solitario, profundamente traumatizado por el hecho de que su madre murió al darle a luz. Ahora vive en el garaje de la casa de su hermano y su embarazada cuñada, situada en un pueblo de la América profunda. Allí trabaja Lars en una anodina oficina, junto a un desagradable obseso sexual y una dulce chica a la que Lars le gusta. Pero éste nunca responde a sus delicadas insinuaciones pues padece fobia a que le toquen.
Un día, Lars se presenta en casa de su hermano con una muñeca hinchable que ha comprado por internet, y a la que presenta como Bianca, una misionera brasileña, amiga suya, que está muy enferma e intenta recuperarse. Tras el estupor inicial, su hermano y su cuñada siguen la corriente a Lars, de acuerdo con la doctora del pueblo, que anima también al resto de los lugareños a participar en la pantomima, pues considera que puede ayudar a Lars a salir de sí mismo y superar sus traumas. Muy pronto, Bianca comienza a recibir numerosas ofertas de trabajo como maniquí en escaparates o como cuentacuentos en una guardería.
Sin entrar en la real eficacia terapéutica de la solución Lars, el cineasta australiano Craig Gillespie (Cuestión de pelotas) salva la tentación de juguetear con los elementos sórdidos, grotescos o ñoños de esta fábula, y la transforma en una tragicomedia deliciosa, realista e idealista, divertida y profunda a la vez. Resulta especialmente lúcida su capriana reivindicación de la caridad cristiana, el comunitarismo y la fantasía como un camino posible de redescubrimiento de la realidad. Incluso la religión recibe un tratamiento amable y rico en matices, a través de la sencilla piedad y el firme sentido moral del protagonista, y de la acogedora disposición del pastor protestante del lugar. Por ejemplo, éste resuelve la encendida discusión sobre la singular amiga de Lars con la pregunta del millón: «¿Qué haría Jesucristo en esta situación?».
Todo esto, claro, no resultaría ni creíble ni entrañable sin un reparto sólido, que se tomara en serio el argumento y se metiera en la piel de los personajes con todas sus consecuencias. En este sentido, hay que quitarse el sombrero ante Ryan Gosling ?que vuelve a mostrar su amplitud de recursos?, pero también ante Emily Mortimer, Paul Schneider y Patricia Clarkson, magníficos en sus caracterizaciones de la cuñada de Lars, el hermano y la doctora, respectivamente. Por lo demás, Gillespie logra una limpia y luminosa puesta en escena, que refuerza la frescura del inteligente guión de Nancy Oliver y casi obliga a un montaje muy ágil, siempre eficaz en sus efectos cómicos y dramáticos, algunos memorables.
El cine independiente americano -el llamado «indie»- vuelve a dar el do de pecho tras películas como Pequeña Miss Sunshine o Juno. En esta ocasión es el famoso director de publicidad australiano Craig Gillespie el que sorprende con la comedia Lars y una chica de verdad. El film está realizado a partir de un guión escrito por la dramaturga y guionista de televisión Nancy Oliver, que debuta en el cine con este libreto que le ha valido una nominación al Oscar al mejor guión original. Y es que si algo tiene ese guión es originalidad.
El argumento nos cuenta el proceso de sanación mental de Lars, un joven enormemente tímido y dulce que vive en una pequeña localidad junto a su hermano y su cuñada. Su incapacidad de relaciones y su aislamiento deliberado desembocan en un grave delirio que requerirá de la colaboración de todos sus paisanos, una colaboración guiada por la doctora Dagmar.
La película tiene varios encantos. Uno de ellos es la inexistencia de personajes antagonistas. Todos son buenas personas, y el «malo» de la película es el desequilibrio psicoemocional de Lars, al que hay que tratar de vencer. En ese sentido se trata de una película bastante coral y muy capriana, ya que la idea que la atraviesa la deja clara el sacerdote del pueblo en su primer sermón: «Hay miles de libros con cientos de leyes, pero para nosotros sólo hay una ley: el amor«.
En la rica galería de personajes que nos ofrece el film, hay muchos tocados por imperfecciones y defectos, pero juntos forman un retablo sobre la grandeza humana y la limpieza de corazón. Y es que se trata de una película fundamentalmente «limpia»: personajes limpios, de motivaciones limpias. Se le podría reprochar cierto angelismo, pero el propio actor protagonista, Ryan Gosling, lo deja claro en estas declaraciones: «Es una película que cree que la gente es bienintencionada; que cree que los hombres queremos formar parte de algo bueno. Hay muchas películas que se basan en la visión de que la gente tiende a estropearlo todo; de que cuando nos encontramos con algo especial siempre acabamos destruyéndolo. Esta película no es de esas».
Otro encanto es la forma que tiene el film de afrontar la cuestión terapéutica. Se podría decir que es un monumento al realismo. La clave está en la declaración de la doctora Dagmar en alusión al delirio de Lars: el delirio es real, luego no tiene sentido discutir lo que debiera o no debiera ser. Es real y hay que caminar a partir de ahí. Esta postura, que cuenta con muchas oposiciones iniciales en unos cuantos personajes, especialmente en el hermano de Lars, es la que permite la sanación del protagonista de una forma humana. Es hermosa la postura del sacerdote, que enseguida comprende que la propuesta de Dagmar es la que abraza con más amor la psicopatía de Lars.
Un tercer encanto es la dirección de actores. Es sencillamente espectacular. Las interpretaciones son exquisitas: Ryan Gosling, Emily Mortimer, Patricia Clarkson, Paul Schneider y Kelli Garner están estupendos y hace muy recomendable ver la película en VOS.
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La escena en que se reune el Consejo Pastoral para deliberar si debe aceptar al maniqui de Lars en la congregación es magistral, sobre todo cuando el Pastor deja en el aire la pregunta «¿Que hubiera hecho Jesús?» para que el espectador responda: RESUCITARLA.
Feliz Navidad a todos los amigos de CINEMANET