[Marta Gª Outón – Colaboradora de CinemaNet]
Hoy en día se apuesta por el cine como medio de expresión de todas esas preguntas antropológicas y transcendentales que ocupan la mentes de todas las personas. El Séptimo Arte, pudiendo ser el primero, no puede ser entendido sólo como entretenimiento, sino que también es un medio para alcanzar la verdad y la conexión con la belleza de Dios. No nos equivoquemos con el reflejo que pretendemos demostrar de una humanidad perdida en el cine. El público y los profesionales del Séptimo Arte necesitan buscar y exponer la belleza para no caer en la desesperanza; por eso, los Premios Alfa y Omega se han comprometido a galardonar a esas películas que este año se han atrevido a llegar más lejos persiguiendo ese ideal.
Madrid.- El pasado martes 21 de febrero Mons. César Franco, obispo auxiliar de Madrid, presentó la entrega de los Premios Alfa y Omega de cine 2011. En el acto, se corroboró que hoy en día “no debemos tener miedo”, tal y como insistió Juan Pablo II en el año 2003. Los miembros del jurado alentaron a escritores, informadores y artistas a anunciar la esperanza cristiana a través de su trabajo.
El obispo resaltó que el cine poco a poco va despertando como «testigo de la fe y de la experiencia humana, de lo interior y de lo exterior, así como imagen de lo abarcable y de lo inabarcable». Así lo hemos podido comprobar este año 2011, que ha dado lugar a un cine luminoso nacional e internacional, prueba de la existencia de la experiencia religiosa (películas como El árbol de la vida o De dioses y hombres, entre otras).
El pasado fin de semana tuvo lugar la Gala de los Goya. Aunque sorprendieron muchas películas innovadoras que indagan en el misterio antropológico (No habrá paz para los malvados, de Enrique Urbizu o Eva, del director novel y bien aplaudido Kike Maíllo) fueron premiadas frente a otras de mayor prestigio (La piel que habito de Pedro Almodóvar), algunas como Maktub o Alexia, pasaron desapercibidas para losprofesionales. Esto puede haber sudedido, o bien porque su transfondo cristiano lleno de amor y felicidad aún no acaba de convencer a la crítica ni a los expectadores, o bien porque aún a los académicos y al público en general nos cuesta y no nos atrevemos a valorar películas comprometidas con la realidad.
Juan Orellana, Director del Departamento de Cine de la Conferencia Episcopal Española, nos recuerda que el cine ostenta una función social que se adentra en el sentido humano y en el peregrinar del hombre por esta vida hacia el encuentro consigo mismo y con Dios. Esto posiciona al Séptimo Arte en una dimensión más comprometida con la realidad y responsable de los mensajes que inculca a su público.
“La Fe y la Belleza van unidas”, dijo Juan Pablo II. La fe exalta al arte y lo empuja hacia la meta última, la más importante. No nos equivoquemos con el reflejo que pretendemos demostrar de una humanidad perdida en el cine. El público y los profesionales del Séptimo Arte necesitan buscar y exponer la belleza para no caer en la desesperanza; por eso, los Premios Alfa y Omega de cine se han ocupado de galardonar a todas esas películas que este año se han atrevido a llegar más lejos persiguiendo ese ideal. Estas han sido las seleccionadas:
El árbol de la vida, por la acertada propuesta de Terrence Malick del contacto humano con el Misterio y la experiencia mística , como mejor película extranjera, premio a mejor director, fotografía y actriz secundaria; Maktub, de Paco Arango, como mejor película española por su positivo canto a la vida; Alexia, de Pedro Delgado, destaca como mejor documental; Cartas a Dios, de Eric-Emmanuel Schmitt, salió premiada en la categoría de mejor película familiar; la película francesa de Xavier Beauvois, De dioses y hombres, se ha llevado el premio a mejor película cristiana y a mejor interpretación masculina para todo el reparto; como mejor guión, de encontramos a Woody Allen con su excepcional película Midnight in Paris; a mejor guión adaptado a la película de Denis Villeneuve, Incendies; Mejor actriz y banda sonora para la película más aplaudida del año, del director Michel Hazanavicius, The Artist; mejor película social a Margin Call y finalmente, como mejor película histórica, La Conspiración de Robert Redford.
Hoy en día se apuesta por el cine como medio de expresión de todas esas preguntas antropológicas y transcendentales que ocupan la mentes de todas las personas. El Séptimo Arte, pudiendo ser el primero, no puede ser entendido sólo como entretenimiento, sino que también es un medio para alcanzar la verdad y la conexión con la belleza de Dios.
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