La mar es el escenario de una historia donde se unen la tradición del cine de aventuras y un argumento intimista y optimista que ensalza la amistad de dos extraños, deportista uno, polizón otro, durante la vuelta al mundo a vela en solitario. Entre las certeras reflexiones sociales y morales que plantea el filme están el valor del interculturalismo, el verdadero espíritu deportivo y la deshumanización de la moral del triunfo a cualquier precio.
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ESTRENO RECOMENDADO POR CINEMANET Título original: En solitaire. |
SINOPSIS
Yann consigue hacer su sueño realidad al participar inesperadamente en la Vendée Globe: la vuelta al mundo a vela en solitario y sin escalas. Después de varios días de competición descubre a bordo a un joven polizón. Ante el riesgo de ser descalificado, decide esconder al muchacho en lo que será una aventura inolvidable.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín – COPE]
De la noche a la mañana, Yann Kermadec (François Cluzet), un viudo ya cuarentón, ve cómo sus sueños se hacen realidad cuando le piden que sustituya al lesionado Franck Drevil (Guillaume Canet), capitán de una embarcación de la DCNS, la Direction des Constructions Navales, una empresa francesa de armamento naval. De este modo, Yann compite por fin en la Vendée Globe, la vuelta al mundo a vela en solitario, sin escalas ni asistencia. Tras varios días de carrera, Yann va en los puestos de cabeza, pero se ve obligado a hacer una breve parada en Canarias para arreglar el estropeado azafrán de su embarcación. A las pocas horas de zarpar de nuevo, descubre con horror que se ha subido a bordo de su barco un joven polizón: el adolescente mauritano Mano Ixa (Samy Seghir), que intenta llegar a Francia para que le curen allí la rara enfermedad que padece. Ante el riesgo de ser descalificado, Yann decide esconder al muchacho, y prosigue su aventura, que resultará inolvidable.
Con un presupuesto superior a los 17 millones de euros y un rodaje de doce semanas, esta ambiciosa coproducción europea ganó el Premio del Público en la Sección Rellumes del reciente Festival de Gijón 2013. Con ella debuta tras la cámara el prestigioso director de fotografía francés Christophe Offenstein, elogiado por sus trabajos en películas como “No se lo digas a nadie”, “Pequeñas mentiras sin importancia” o “¿Y ahora adónde vamos?”. Además de una generosa producción, la película goza de una sólida e intensa realización, en la mejor tradición fílmica de las aventuras marinas y en la que se aprecia el esforzado rodaje en alta mar. Además, el veterano François Cluzet y el joven Samy Seghir encarnan a sus personajes con gran autenticidad, dotando así de hondura a las certeras reflexiones sociales y morales que plantea el filme, en torno al valor del interculturalismo, el verdadero espíritu deportivo y la deshumanización de la moral del triunfo a cualquier precio. Sólo cabe reprochar la fugacidad de la aparición del español José Coronado en la recta final de la película, que no hace justicia a su talla como actor.
[Marta Gª Outón – Colaboradora de CinemaNet]
En solitario, Yann Kermadec se embarcó en una aventura buscando ganar la regata más dura y peligrosa alrededor del mundo, “el Everest de los mares”, la Vendée Globe, y alcanzar el primer puesto de la carrera, pero al final obtuvo una victoria humana que le redescubrió cuál es la verdadera meta. El famoso navegante, en su trayecto, se enfrentó a un pequeño incidente: un joven de Marruecos viajaba escondido en su velero esperando obtener un transporte hacia Francia.
El director francés Christophe Offestein se lanza a la carrera para lograr un puesto en la cumbre del Séptimo Arte y se arriesga con este proyecto, su primer largometraje, al convertirlo en una de las películas más esperadas del año en Europa al acoger en ella a parte del equipo de la exitosa película de “Intocable”, entre ellos, al actor protagonista, François Cluzet. La obra es resultado de una coproducción francesa, belga y española por la cual han gastado un presupuesto de más de 17 millones de euros; no obstante, sus primeras andadas en la dirección no le han sido desfavorables, porque “En solitario” ha logrado el Premio del Público en el Festival de Gijón.
La cinta no solo cuenta con un reparto muy reconocido en el ámbito internacional —Guillaume Canet (“Vidocq”), Karine Vanasse (“Midnight in Paris”), Virginie Efira (“La oportunidad de mi vida”), José Coronado (“No habrá paz para los malvados”) y, por supuesto, Francois Cluzet, protagonista de la exitosa “Intocable”— sino también con un director de fotografía ya encumbrado entre los artistas del Séptimo Arte, Guillaume Schiffman (“The Artist”), y con un compositor español también talentoso, Fernando Velázquez, dueño del conmovedor violoncello que predominaba en la banda sonora de “Lo imposible”.
“En solitario” resultó ser una aventura arriesgada, similar a la misma superada por el protagonista, en la que se lanzó el equipo de producción, con Jean Cottin a la cabeza –quien también participó en la elaboración del guión- a llevar el rodaje fuera del plató (la mayoría de las escenas de la película han sido rodadas en alta mar, en el Atlántico, en Francia y en las Islas Canarias). Así, la puesta en escena se aleja de los artificios y decide ser sincera con el público. En la historia, el barco, el mar y Yann Kemadec son los protagonistas. La cámara acoge una personalidad dentro del filme y se sitúa en el punto de vista del velero, surcando las aguas, del regatista en su odisea alrededor del mundo y en el del espectador, todo el equipo de vela de la DCNS que acompaña al campeón observando su viaje a través de una pequeña cámara diario.
Un filme para los amantes de la náutica, pero también para aquellos que disfrutan con historias humanas, que destila optimismo y confianza gracias a la entrañable amistad que se forja entre el regatista y el joven marroquí y al espíritu de superación y entrega del protagonista, que nos enseña cuál es la didáctica del verdadero viaje del hombre: la experiencia compartida frente a la escogida en solitario.
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