[Miguel-Fernando Ruiz de Villalobos – Vicepresidente de Cinemanet]
El cine además de una caja mágica de sueños y realidades, de imposibles y de posibles, es un curioso fenómeno de coincidencias y relaciones, que son difíciles de explicar pero que ahí están. Esto viene a cuento porque en el corto de plazo de dos semanas se han estrenado en los cines de nuestro país dos películas que tratan, con los matices diferenciales lógicos, el mismo tema y además un tema de la importancia, dureza y realidad tan terrible como son las enfermedades terminales en los jóvenes.
Si el pasado viernes, 4 de julio se estrenaba “Bajo la misma estrella”, película norteamericana realizada en 2014 y dirigida por Josh Boone, este viernes, 11 de julio, se ha estrenado “Ahora y siempre”, producción británica de 2012, dirigida por Ol Parker.
No es la primera vez que el cine toca el delicado y trágico tema de las enfermedades terminales en niños y jóvenes, y los aficionados al cine recordarán películas recientes como “Cartas a Dios” (2009), de Eric-Emmanuel Schmitt; “Vivir para siempre” (2010), de Gustavo Ron; “Cartas al cielo” (2010), de Patrick Doughtie y Davin Nixon; “Maktub” (2011), de Paco Arango; y algunas no tan recientes como “Planta 4ª” (2003), de Antonio Mercero, por no hablar de la popular serie catalana “Polseres vermelles”, dirigida y producida por Pau Freixas y creada por Albert Espinosa para la televisión catalana y que posteriormente fue doblada al castellano como “Pulseras rojas” y emitida en una cadena a nivel nacional y cuyos derechos han sido comprados por diversos países.
Pero aunque el tema no sea nuevo y haya sido tratado de muy diversas maneras, no cabe duda que la coincidencia en la pantalla de dos películas que vuelven a tocar el tema despierta, por lo menos, el interés y la reflexión de por qué se produce este rebrote de películas sobre tan serio tema.
Lo más inmediato que proponen las dos películas ahora estrenadas es una reflexión sobre una circunstancia individual y colectiva que afecta a nuestra moderna sociedad, donde la medicina va dando pasos agigantados, pero donde todavía hay espacios desconocidos, enfermedades nuevas -si es que una enfermedad puede ser nueva- y dolores que marcan para toda la vida.
Las diferencias entre “Bajo la misma estrella” y “Ahora y siempre” son muy pocas, aunque hay matices que las distinguen. Las dos están basadas en sendas novelas, la primera en una novela de John Green, y la segunda en una novela de Graham Breadbent, pero ambas tratan de los conflictos personales y familiares a los que deben enfrentarse los jóvenes enfermos.
“Ahora y siempre” es la historia de Tessa, una joven de diecisiete años que tiene una enfermedad terminal y que desea vivir intensamente los pocos días que le quedan. Con una familia desestructurada: su madre la abandonó a los pocos años y su padre es excesivamente protector, Tessa lucha por hacer realidad sus sueños, las cosas que quisiera hacer antes de morir y que va a puntando en una lista secreta. La presencia de un nuevo vecino, Adam, le traerá nuevos aires y un sentido pragmático de la vida, pero a la vez provocará nuevos conflictos a su alrededor, porque su relación con Adam tiene fecha de caducidad. La película se basa, fundamentalmente, en un excelente y contenido trabajo de su protagonista, la actriz de Georgia, Dakota Fanning (1994), que debutó con seis años en un capítulo de la serie televisiva “Urgencias” en el año 2000, y que ha alcanzado la popularidad por ser la Jane de la saga “Crepúsculo”, pero en cuyo haber tiene sólidas interpretaciones en películas como “Nueve vidas” (2005), de Rodrigo García, “La guerra de los mundos” (2005), de Steven Spielberg, y “La vida secreta de las abejas” (2008), de Gina Prince-Bythewood. Por su parte, Jeremy Irving, que da vida al joven Adam, es un actor británico al que se le ha podido ver en “War Horse” (2011), de Steven Spielberg, y ahora se le puede ver también en “Un largo viaje”, de Jonathan Teplitzky, estrenada no hace mucho. Aunque “Ahora y siempre” no dejará impasible a ningún espectador, también es cierto que no es una película ni lacrimógena ni sensiblera, si no que trata de forma muy directa y muy convincente la historia de Tessa.
Por su parte, “Bajo la misma estrella”, tiene otro trabajo excepcional de la joven californiana Shailene Woodley (1991), a la que hace tan solo tres años se la pudo ver como hija de George Clooney en la excelente película de Alexander Payne “Los descendientes” y hace pocas semanas como la protagonista de “Divergente” (2014), de Neil Burger. Su compañero en el reparto, Ansel Elgort, también aparecía en “Divergente”, y aquí como Augustus afronta su tercera película. La trama de “Bajo la misma estrella” va por otros derroteros, porque aquí los dos protagonistas, que tienen enfermedades de difícil, por no decir imposible cura, se conocen en un grupo de ayuda y vivirán intensamente su historia de amor, compartiendo con otros jóvenes como ellos, también enfermos, esos últimos días de esplendor en la hierba. Película tan dura como la anterior, si la lágrima es fácil dependerá más de cada espectador que de las intenciones del director (de ambos directores), porque por encima de una dirección, de un guión, de una interpretación, de un montaje o de un sucesión de secuencias y escenas, está la realidad de un tema que es tan real como la vida misma. De un tema que afecta a muchas personas y a muchas familias y que, hoy por hoy, no tiene soluciones a corto plazo. La forma de cómo en la realidad se enfrentan tantos jóvenes a un final adelantado (biológicamente) solo está apuntada en ambas películas, porque como siempre se dice en estos casos y no son palabras huecas, la realidad supera la fantasía.