El verano de sus vidas

El verano de sus vidas cuenta la historia de Monte Wildhorn (Morgan Freeman), autor de la popular saga del oeste de Jubal McLaws que, hastiado de la vida, en su silla de ruedas y con el alcohol como compañero, ha decidido que Jubal no vuelva a cabalgar por el oeste. Su sobrino, con la esperanza de que vuelva a escribir, encuentra una casa junto a un lago en la que puede pasar tranquilamente el verano con sólo una condición: cuidar del perro del dueño. La familia vecina a la casa está formada por Charlotte O’Neill (Virginia Madsen) cuyo matrimonio se ha ido a pique en la gran ciudad y acude a su “refugio” de infancia para empezar una nueva con sus hijas: la adolescente Willow, la aventurera Finnegan y la pequeña Flora. Monte, comienza la vida en el pueblo y su amargura se convierte en felicidad cuando se preocupa por los desconocidos.

No es una película redonda. Algunos tachan las últimas películas de Reiner como un abuso de sentimentalismo nostálgico y es cierto, pero la película es positiva, alegre y transmite que cuando uno piensa en las personas que le rodean, olvidándose de sus preocupaciones y tristezas, encuentra la felicidad. O como decía la esposa de Monte, copiando a la madre superiora del convento de María, la novicia rebelde en Sonrisas y lágrimas, “cuando una puerta se cierra en algún sitio otra se abre en otro lugar”.