Alcohol, amoríos, gánsteres y ley seca son los ingredientes con los que Ben Affleck cocina Vivir de noche, una película correcta pero tan ocupada en homenajear a los clásicos del género negro que se olvida de encontrar su propia voz.
Título Original: Live By Night |
SINOPSIS
Boston, durante los años 20. Joe Coughlin (Ben Affleck), hijo de un eminente capitán de la policía de la ciudad, es un ex-soldado que aún sufre las consecuencias de la Primera Guerra Mundial. En plena era de la Prohibición, Coughin se une al crimen organizado para convertirse en un contrabandista que trafica con alcohol. Poco a poco, su ascendente carrera en el mundo de la mafia le llevará a convertirse en un importante gangster de la Costa del Golfo. En su camino se cruzará una mujer, Emma Gould (Sienna Miller), que cambiará para siempre su vida. Sin embargo, todo peligrará cuando la ambición Coughlin haga correr un gran riesgo a su familia y a su propia reputación.
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CRÍTICAS
[Guillem Lisicic. Colaborador de Cinemanet]
Alcohol, amoríos, gánsteres y ley seca: años 20 en una América creciente, pero que poco le falta para probar uno de los reveses económicos más importantes de su joven historia. Con este combinado explosivo, el director de la aclamada Argo, Ben Affleck, quiere trasladarnos a una de esas historias que están pensadas para el disfrute del espectador: y esta no lo es menos, aunque con matices.
Se trata de la adaptación al cine de la novela homónima de Dennis Lehane; escritor cuyas obras ya han sido llevadas al cine con éxito, como Mystic River -por Clint Eastwood en 2003- y Shutter Island -en 2010, firmada por Martin Scorsese-. En Vivir de noche, el mismo Affleck encarna a un atracador de bancos, Joe Coughlin, que decide unirse a la mafia italiana para buscar venganza, tras ser apresado y estar condenado a tres años de prisión: empezará a trabajar a las órdenes de Maso Pescatore (Remo Girone), que decide enviarlo a la costa del golfo junto a su compañero Dion Bortolo (Chris Messina), para que pueda levantar un imperio de distribución del alcohol.
La historia es, sin duda, buena. De esas que vale la pena conocer aunque, no obstante, a la que le falta la chispa de las pelis de gánsteres. Quizá porque hay una excesiva necesidad de no dejar nada sin atar, de no dejar ningún aspecto de la trama y de los diálogos en suspense. Cuando se tiende a querer explicarlo todo, lo visual -lo real, lo que el espectador ve- disminuye de importancia. Quizá también porque la fuerza de arranque del principio se estanca; se vuelve tediosa y anodina hasta que ya se ha establecido en Tampa, donde debe luchar para imponer su ley.
Quizá porque gran parte de las escenas que aparecen en la película ya las hemos visto antes en otras. Quizá porque quiere homenajearlas y solo hace que repetir arquetipos, sin llegar a darle sustancia ni brillo. Quizá porque no nos emociona ni cautiva. Véanla y disfrútenla si quieren disfrutar de una película que permite que se disfrute, aunque no esperen algo nuevo bajo el sol.
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