Sinopsis
Kun, un niño mimado y consentido de cuatro años al que sus padres dejan de prestar atención cuando nace su hermana Mirai, empieza a sufrir situaciones en casa que nunca había vivido. Pero entonces, la versión adolescente de su hermana viaja en el tiempo desde el futuro para vivir junto a Kun una aventura extraordinaria más allá de lo imaginable.
Crítica
El samurái destronado
“El cine protagonizado por niños pequeños retrata el amor en su quintaesencia, de forma totalmente pura”. La frase es del cineasta japonés Mamoru Hosoda -está sacada de esta entrevista para la revista Mutaciones-, y viene a cuento porque resume su última película, Mirai, mi hermana pequeña, que acaba de llegar a los cines españoles.
Se trata de una cinta de dibujos animados que relata la llegada de un nuevo miembro a la familia desde el punto de vista de un niño de cuatro años. Kun -así se llama el pequeño- vive con celos y angustia el nacimiento y los primeros pasos de Mirai, su nueva hermana. Con esta premisa, Hosoda desarrolla una fábula tierna y transformadora que hunde sus raíces en el realismo mágico.
Valores y virtudes
Mirai es una película que se vive constantemente desde los ojos de Kun: por eso, parece retratar un mundo en el que las reglas aparecen y desaparecen constantemente, un mundo en el que nada tiene demasiado sentido. “Yo no veía a los niños pequeños como seres interesantes hasta que tuve hijos: los cuatro años es esa edad en que empiezan a ser conscientes de lo que ocurre a su alrededor y empiezan a desarrollar su particular mundo interior”, continua Hosoda en la entrevista citada.
Fruto de esta visión, los espectadores nos abocamos a una montaña rusa en la que los perros hablan y los adultos del futuro visitan el pasado. Un caleidoscopio fantástico y fantasioso que, sin embargo, se cimenta con firmeza en la experiencia humana: es una película sobre celos, sí, pero también sobre maduración. Sobre adaptación y sobre dejar atrás el egoísmo.
Visto desde el punto de vista de un adulto, resulta especialmente interesante el retrato delicioso y comprensivo que el director hace de los padres de Kun y Mirai. Son una pareja joven, imperfecta y siempre atareada, pero que lo dan todo por sus hijos, hacen el máximo siempre con amor y con sencillez.
Calidad cinematográfica
Mirai, mi hermana pequeña sigue la línea de películas anteriores de Hosoda: su gusto por combinar premisas fantásticas con un substrato de hondo calado humano ya lo vimos en El niño y la bestia, Los niños lobo o La chica que saltaba a través del tiempo. En esta estela, el film que nos ocupa se mueve con delicadeza y fluidez, sin descuidar en ningún momento el sentido del humor.
Con una animación limpia y sencilla -sin alardes, pero sin taras-, Mamoru Hosoda va tejiendo poco a poco una sucesión de escenas en las que habla a todos los públicos. A la vez que divierte a los pequeños con sketches cómicos y situaciones surrealistas, plantea a los más mayores una reflexión sobre cómo todos hemos sido niños y cómo hemos cambiado. Sobre cómo transmitimos el “yo” que fuimos y que somos a nuestros hijos… y de cómo entonces, incluso a pesar de vernos reflejados en ellos, a ratos no los entendemos.
En definitiva, la obra es muy recomendable: una fábula de animación en la línea de las joyas del Studio Ghibli o de algunos aciertos nipones recientes. Mirai, mi hermana pequeña es esa nueva demostración de que se puede hacer cine sencillo y para todos los públicos sin descuidar la ternura y la mirada humana.
Ficha técnica
- Título Original: Mirai
- Dirección: Mamoru Hosoda
- Guión: Mamoru Hosoda
- País: Japón
- Año: 2018
- Duración: 100 min.
- Género: Drama fantástico
- Interpretación: (Animación)
- Productora: Studio Chizu
- Música: Takagi Masakatsu
- Fotografía: (Animación)
- Estreno en España: 15 de marzo 2019