Sinopsis
Abril de 1917: la Gran Guerra, en territorio francés, ocupado por los alemanes. Schofield (George MacKay) y Blake (Dean-Charles Chapman), dos jóvenes soldados británicos, reciben el encargo de una misión casi suicida: cruzar las líneas enemigas, teóricamente despejadas, para entregar una contraorden al comandante MacKenzie, de otro batallón. Si no llega a tiempo, casi dos mil soldados, incluidos el hermano de Blake, corren el peligro de caer en una trampa alemana y ser exterminados.
Crítica
Una historia de la Gran Guerra
La nueva película de Sam Mendes, sin aún haberse estrenado en España –este viernes– pero con dos Globos de Oro debajo del brazo –película y director– y nueve nominaciones BAFTA, ¿es tan grande como dicen? Sí. Y mucho más. 1917 es, sin temor a equivocarme, una obra maestra, que fácilmente podrá convertirse en clásico. Le daría un 10, sino fuera porque la perfección la encontraremos solo en “el atardecer de la vida”. Pero efectivamente: 1917 vale mucho la pena. La mejor película bélica que he visto en los últimos años, quedándose muy lejos la –a mi entender– sobrevalorada Salvar al Soldado Ryan, y cerca de Hasta el último hombre (aunque mucho menos violenta, y me explicaré).
Abril de 1917: la Gran Guerra, en territorio francés, ocupado por los alemanes. Schofield (George MacKay) y Blake (Dean-Charles Chapman), dos jóvenes soldados británicos, reciben el encargo de una misión casi suicida: cruzar las líneas enemigas, teóricamente despejadas, para entregar una contraorden al comandante MacKenzie, de otro batallón. Si no llega a tiempo, casi dos mil soldados, incluidos el hermano de Blake, corren el peligro de caer en una trampa alemana y ser exterminados.
Una de las mejores bazas de 1917 es el hecho de que los protagonistas sean encarnados por actores apenas conocidos. Es más: los más famosos –Colin Firth, Mark Strong y Benedict Cumberbatch– están relegados a unos papeles muy secundarios de, a veces, no más de medio minuto en pantalla. Con ello, se consigue “despersonalizar” la historia, de modo que sea el espectador quien se meta más en las vidas de lo que ahí está sucediendo, “encarnándose” en lo que ve.
En esta tarea, el buen guión es parte importante. Firmado por el propio Mendes y un desconocido –en esta tarea– Krysty Wilson-Cairns, nos presenta a los protagonistas poco a poco, con la información justa para que los amemos y, sobre todo, para sentirnos totalmente identificados en su aventura.
A ello, también contribuye mucho la estructura de único plano secuencia –en realidad se trata de una fusión de tomas de unos cinco minutos cada una–, que sumerge al público aún más en el barro de las trincheras, el mareo del ir y venir de soldados, las huidas de los protagonistas, el fuego, las bombas, los cuerpos muertos…
En este sentido, sorprende mucho cómo están filmados algunos planos; algo recuerdan la introspección a la que llevaban aquellos otros que giraban entorno al protagonista del Hamlet de Kenneth Branagh, mientras hacía su famoso monólogo. En 1917 hay escenas realmente memorables, y quedará en la retina de la historia del cine el momento en que un pelotón carga hacia el frente enemigo, mientras Schofield lo atraviesa perpendicularmente, corriendo hacia otro punto de la trinchera. No en vano, detrás de este arte en el montaje está Lee Smith, que ya trabajó con Christopher Nolan en grandes títulos como Dunkerque. Ahora, con 1917, muy bien se podría llevar la preciada estatuilla de la Academia hollywoodiense.
En el fondo, lo que hace más grande 1917 es cómo Mendes ha conseguido quedarse con lo humano de la historia. En el filme, la violencia no es protagonista –como sí ocurre, bastante, en las mencionadas al principio–, pero sí hay violencia. No en vano, el director de esta nueva película afirma que “el tema más interesante que hay es el ser humano”, recordando sus orígenes teatrales. Porque así es: en la realidad, no hay ni planos, ni contraplanos, sino entorno. Y personas.
En realidad, la nueva película de Mendes se parece mucho más a Caballo de batalla, también de Spielberg, porque habla de la guerra, pero de un modo muy humano. El Soldado Ryan tenía una primera media hora espectacularmente filmada. Muy realista y cruda. Y ya está: después era mucho más normal. En 1917, Sam Mendes muestra la crudeza de la guerra, aunque siempre desde el punto de vista de dos jóvenes personajes, buenas personas, que los avatares de la guerra les lleva a convertirse en héroes involuntarios. Algo de esto tenía, igualmente, la fantástica Cartas desde Iwo Jima, de Clint Eastwood, mejor que su paralelo, Banderas de nuestros padres.
1917, aunque no es una historia real, sí está lleno de historias reales. Muchas historias del abuelo de Sam Mendes, que son muchas historias de los que sufrieron esa durísima guerra. Incluso peor que la segunda. Una película imprescindible para este 2020 que empieza.
Ficha técnica

- Título Original: 1917
- Dirección: Sam Mendes
- Guión: Sam Mendes y Krysty Wilson-Cairns
- País: EE.UU., Reino Unido
- Año: 2019
- Duración: 119 min.
- Género: Bélico | Drama
- Interpretación: George MacKay, Dean-Charles Chapman, Mark Strong, Andrew Scott, Richard Madden, Claire Duburcq, Colin Firth, Benedict Cumberbatch, Daniel Mays, Adrian Scarborough, Jamie Parker, Nabhaan Rizwan
- Productora: Amblin Partners, Neal Street Productions. Distribuida por eOne
- Música: Thomas Newman
- Fotografía: Roger Deakins
- Estreno en España: 10 de enero de 2020