Dirección: Andrzej Wajda. País: Polonia. Año: 2007. Duración: 118 min. Género: Drama bélico. Interpretación: Maja Ostaszewska, Artur Zmijewski, Andrzej Chyra, Jan Englert, Danuta Stenka, Pawel Malaszynski, Magdalena Cielecka (Agnieszka), Joachim Assböck, Stanislawa Celinska, Sergei Garmash, Wiktoria Gasiewska. Guión: Andrzej Wajda, Wladyslaw Pasikowski y Przemylaw Nowakowski; basado en la novela de Andrzej Mularczyk. Producción: Michal Kwiecinski. Música: Krzystof Penderecki. Fotografía: Pawel Edelman. Montaje: Milenia Fiedler y Rafal Listopad. Diseño de producción: Kamil Przelecki. Vestuario: Magdalena Biedrzycka. Estreno en España: 9 Octubre 2009. |
SINOPSIS
«Katyn» es la historia de los oficiales polacos asesinados por el NKVD (la policía secreta rusa) y de las familias que siguieron esperando el regreso de maridos, padres, hijos y hermanos. «Katyn» también es una película acerca de la lucha por el recuerdo, la verdad y el rechazo de la mentira creada por los poderes comunistas para que Polonia olvidase a los que habían sido asesinados. Andrzej Wajda recrea la masacre de unos 20.000 ciudadanos y militares polacos en 1940 a manos de las tropas soviéticas.
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CRÍTICAS
El oficio del desenterrador
[Juan Rubio de Olazábal, Culturradio, Colaborador de CinemaNet]
Manos, brazos, matas de pelo, islas de ojos, solapas de uniformes deshonrados, alianzas quebradas, mangas, cordones, botas sin camino, anónimos históricos. Un abismo de tierra se traga los cuerpos.
Andrzej Wajda retoma en Katyn la noble tarea de poner el objetivo en las llagas de su Historia nacional. El veterano director (82 años, un Óscar honorífico y una Palma de oro) nos habla de las ejecuciones en masa sufridas por los oficiales del Ejército polaco a manos de los soviéticos al comienzo de la IIª Guerra Mundial. Wajda prolonga su relato al abordar la férrea manipulación política llevada a cabo por los comunistas para cargar a los nazis con la responsabilidad histórica de los crímenes del bosque de Katyn.
Es precisamente en este aspecto donde la película adolece de una mayor descompensación. En conjunto, se trata de una obra sólida e inteligente que ahonda con pasión en la tragedia de la omisión colectiva y de la servidumbre voluntaria de toda una sociedad. Sin embargo, la narración se parte en dos cuando, a los tres cuartos de metraje, el guión abre una segunda historia con nuevos conflictos incluidos. La primera: la masacre de los oficiales y las vivencias que rodean estos hechos, la segunda: la espiral del silencio que sume a la sociedad polaca en el olvido de Katyn. Esto ocurre justo cuando parece que nos aproximamos al final del filme; el relato se alarga torpemente y la historia se queda coja.
Pese a este defecto estructural, el guión de Katyn tiene detalles deslumbrantes de gran finura narrativa (el jersey) y, sobre todo, plantea situaciones interesantísimas, como el dilema que atraviesa el oficial protagonista, al tener que elegir entre escapar junto a su familia o cumplir con su juramento de fidelidad y servicio al Ejército polaco. También destaca un sólido empaque visual (fotografía y dirección artística). Además de esto, no podemos pasar por alto la naturalidad y belleza con que Wajda deja constancia de la huella católica en el pueblo polaco (atención al plano general de los oficiales prisioneros dispuestos en forma de cruz cantando villancicos en Nochebuena, metáfora de Iglesia unida).
Katyn constituye una prueba más de la madurez histórica que caracteriza al cine europeo de los últimos años (La vida de los otros, 12:08 al Este de Bucarest), cosa que resulta bastante envidiable para el cine español. Por si fuera poco, la dimensión espiritual del filme viene avalada por el inconfundible sello de la distribuidora Karma Films, uno de los baluartes del buen gusto cinematográfico en nuestro país.
Por último, Katyn merece una mención especial a su particular naturaleza cinematográfica. Vista como una película histórica al uso, épica y de corte clásico, el resultado final es más que decente. Pero no debemos confundirnos; Wajda elige moverse por terrenos cercanos al documental –al menos en lo que al guión se refiere-, de manera que más que el entrenimiento, lo que este planteamiento busca son las causas últimas de los hechos históricos acontecidos. Se trata por tanto de un ejercicio de introspección histórica, más que de una narración épica, asemejándose al estilo de Maximilian Kolbe (Zanussi, 1991). Cine-verdad, en lugar de cine-espectáculo. En este plano, Katyn es una película valiosísima.
Wajda cumple con la honrada misión, tan propia del artista, de sacar a la superficie toda la verdad atrapada en las entrañas del alma. Así, el director polaco se erige en enemigo victorioso de la excavadora que entierra los cadáveres de los oficiales polacos al final de la película.
[Juan Orellana. PáginasDigital]
El consagrado cineasta polaco Andrej Wajda, en plena madurez artística, decide abordar el proyecto más complejo de su carrera: Katyn. No sólo porque supone urgar en el asesinato de su padre por las tropas de Stalin, sino porque significa llevar al cine una de las heridas más dolorosas del pueblo polaco: los 20.000 asesinatos del bosque de Katyn, y las posteriores mentiras oficiales sobre ello. El resultado es una película espléndida, tanto en lo formal como en el tratamiento del asunto, y lleva a Wajda a una de las cotas más altas de su carrera. Con dos años de retraso nos llega esta cinta que estuvo nominada a los Oscars de 2008.
1. El hecho
En septiembre de 1939, una semana después de la firma del Pacto Molotov-Von Ribbentrop entre Hitler y Stalin, Polonia es atacada en el oeste por los alemanes y en el este por los bolcheviques. Quince mil oficiales del ejército polaco, sitiados y desarmados, son llevados a los campos de trabajo soviéticos de Ostashkov, Kozielsk y Starobielsk. Lo mismo les ocurre a 5.000 dirigentes intelectuales polacos -profesores, artistas, políticos…-. En el invierno de 1940, Stalin ordena la ejecución de los 20.000 prisioneros, que son llevados a los bosques de Katyn y ejecutados de un tiro en la nuca. En el transcurso de la guerra, los nazis encuentran las fosas comunes de Katyn, y culpan -hipócritamente- a los soviéticos. Por su parte, los bolcheviques manipulan las autopsias para cambiar la fecha de las ejecuciones y acusan a los alemanes. Acabada la Segunda Guerra Mundial, la mentira se vuelve versión oficial, y los nazis cargan con esa responsabilidad hasta 1990, en que Rusia reconoce que aquel genocidio fue obra de Stalin y de las NKVD.
2. El argumento
El argumento se basa en la novela Post Mortem, de Andrzej Mularczyk. Sobre el trasfondo descrito, se sitúa la historia de Anna (Maja Ostaszewska), casada con un oficial polaco, Andrzej (Artur Zmijewski). Cuando éste es detenido y llevado a la Unión Soviética, Anna se reúne con su suegra, cuyo marido, un profesor de la Universidad de Cracovia, ha sido también arrestado y llevado a Rusia. Juntas, y a lo largo de la guerra, mantienen la esperanza de que sus maridos no aparezcan en las listas de Katyn que se van publicando. La aparición al finalizar la guerra del teniente Jerzy (Andrzej Chyra), amigo de Anna, aclarará muchas cosas y abrirá nuevas heridas. Junto a estos personajes hay otras tramas secundarias, como la del general polaco y su esposa, o como la del ingeniero aviador y su hermana, que dibujan y refuerzan distintos matices del drama humano de Katyn.
3. La película
El film se abre con una estremecedora partitura de Krzysztof Penderecki que sitúa al espectador en el nivel anímico con el que debe enfrentarse a un film tan desasosegador. Unos amenazantes nubarrones no son sólo el fondo de unos títulos de crédito, sino el estado de conciencia de un Wajda que ha tenido que convivir casi toda su vida con la mentira. Otros compañeros de profesión como Krzysztof Zanussi o Krzysztof Kieslowsky han dejado también en su cine la impronta de una amargura encallecida.
La primera escena es todo un símbolo: en un puente se encuentran los polacos que huyen de los nazis con los polacos que huyen de los bolcheviques. Están rodeados. No hay escapatoria. Un personaje dirá con contundencia más adelante: «Polonia nunca será libre». Frente a la opacidad de tantas situaciones, conmueve un catolicismo sólido y arraigado en el sufrimiento. En todo momento los polacos están prestos a rezar un padrenuestro, a cantar un villancico o a aferrarse al rosario. Una hermosa metáfora visual es cuando descubren un cadáver cubierto por un abrigo, y aparece en su lugar un Cristo crucificado con la corona de espinas.
La película es como un mecanismo de relojería, preciso, sin irregularidades, con una estética tan realista como sobria, sin la más mínima concesión al efectismo ni a la demagogia maniquea. Incluso se permite la inclusión de un capitán soviético «bueno», y un teniente polaco «traidor». Se ha cuidado la dirección artística al máximo, y el tratamiento de la luz. Un homenaje inmortal a las víctimas de Katyn no se puede permitir errores de bulto, ni trazos gruesos.
El film va avanzando en el tiempo hasta recorrer los seis años de la guerra para finalmente, como broche de oro, llevarnos a la matanza de Katyn, con unas escenas durísimas que pasarán a la historia del cine. Wajda ha firmado una de las mejores cintas sobre la guerra mundial jamás rodadas, más cerca de una confesión íntima que del bombo comercial de las producciones de Hollywood.
En parte estoy de acuerdo con ambos comentarios.Me gustaría protestar porque la distribuidora haya aprobado una versión doblada bastante mala; me refiero a las dos escenas pertenecientes al noticiario polaco en blanco/negro, sin subtitular ni doblar.¿Cómo pretenden que nos enteremos de la trama?Pero bueno, iré a la parte crítica.El filme me gustó mucho por la grandiosidad técnica con la que está rodado,para mí realiza un uso excesivo de grúas, y la emotividad de cada plano.Otro pero es el regodeo de las escena de ejecución, no hace falta mostrar tanto para realizar una crítica o intentar estremecer al espectador.Recuerdo la excelente «Sophie Scholl» y sobrecogedora escena final en negro y con el ruido de la guillotina.Eso es más aterrador que escenas de cadáveres.En fin, todo el conjunto es increíble, PERO la fuerza narrativa a ratos se ahoga en su estructura de vidas cruzadas, ciertas historias carecen de tanta importancia.
Hola!
Cierto, Javier, estoy contigo. Te animo a que la comentes con más detalle en el foro, que hay más espacio para debatir, jejejeje
Ahora estaría bien una película, con similar difusión, sobre la matanza de soldados rusos (90.000) en el campo de concentración polaco, y que fue causa de lo de Katyn. Este dato lo dio el propio Kaczynski.
Hola jesus. No entiendo a qué te refieres con eso de la matanza de soldados rusos. Hasta donde yo sé, los polacos fueron invadidos por los nazis por un lado y por los comunistas por otro. ¿Cuándo y dónde montaron ese campo de concentración que comentas? No parece que tuvieran tiempo ni ocasión para ello…