Título Original: Siempre hay tiempo(Héctor y Bruno) |
SINOPSIS
La vida de Héctor habría acabado en su pueblo vasco sin grandes cambios si las circunstancias no le hubiesen obligado a marcharse de allí e instalarse en casa de su único hijo, con el que mantiene una relación muy distante. Héctor conseguirá sobreponerse a este gran cambio con la ayuda de varios aliados. Su nuera Laura le empujará a reconciliarse con su hijo. Su nieto Bruno descubrirá en los valores de su abuelo la valentía para enfrentarse a los chicos que le acosan en el instituto; a cambio, le ayudará a conseguir a la dicharachera y vitalista Clara, gracias a la cual Héctor vuelve a confiar en el amor, un sentimiento adormecido desde hacía mucho tiempo.
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CRÍTICAS
[Jerónimo José Martín, COPE]
Héctor es un anciano vasco, hosco y callado, que debe abandonar su pueblo cuando le expropian su bar y sus tierras. Decide entonces viajar a Sevilla para vivir una temporada con su hijo, al que no trata desde hace años. En la capital andaluza, Héctor compartirá habitación con su nieto Bruno, un chaval algo perdido, que sufre el acoso de unos macarras de su instituto. Las relaciones del anciano con el chaval y con su madre, Laura, son al principio tan frías como las que mantiene con su hijo. Pero irán mejorando cuando Héctor decide echar una mano a Bruno, con la ayuda de otros jubilados del barrio y de Clara, una anciana dicharachera y vitalista, que le ha lanzado los tejos.
Cae simpática esta emotiva tragicomedia, ópera prima como directora de Ana Rosa Diego, dedicada hasta ahora a diversas labores de producción. Ciertamente, la película está mejor escrita que filmada, y padece unas interpretaciones algo irregulares. Además, le falta un punto de vigor en las secuencias fundamentales, tanto dramáticas como cómicas. Sin embargo, en todo momento trata con respeto al espectador, no cede casi nunca a lo políticamente correcto, ofrece un atractivo retrato de la tercera edad y desarrolla una valiosa reflexión, moralmente profunda, sobre el valor de la sinceridad, el perdón y el cariño en todas las relaciones familiares. No es poco para los tiempos que corren.
La ciudad no es para mí
La sevillana Ana Rosa Diego, asistente de producción en Solas, debuta como directora con un film deudor de la opera prima de Benito Zambrano. Por desgracia su talento no es ni mucho menos comparable con el de este cineasta. No obstante, el film obtuvo el Premio del Público en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva.
Héctor deja su pueblo natal en el País Vasco, en el que ha regentado un bar toda su vida. Acaba trasladándose a la gran ciudad, donde vive su único hijo, Pedro -del que está distanciado desde que se quedó viudo-, su nuera, y Bruno, el nieto. Instalado en su casa, conectará especialmente con el chaval, típico chico moderno enganchado a los videojuegos, al que el anciano intentará ayudar, porque le acosan unos gamberros en el instituto. Además, Bruno traba amistad con otros ancianos del lugar, e inicia un romance con Clara, una viuda vitalista.
A Ana Rosa Diego hay que reconocerle que sus intenciones son las mejores. Frente a las comedietas frívolas que dominan en el cine español, apuesta por una historia intimista de personajes, en torno a las relaciones familiares, y otros temas de gran interés. De hecho, los mejores momentos de la cinta son aquellos en que el protagonista, un hombre tradicional, choca con el mundo moderno de los móviles, iPods y consolas.
El reparto es irregular, aunque realiza un correcto trabajo el veterano Txema Blasco (en un papel exactamente igual al que interpretaba, como novio de la abuela, en Cuéntame cómo pasó) y el solvente Sergi Calleja. Tiene algunos momentos aislados logrados, como unos ancianos opinando en una obra (una estampa muy cotidiana), y sobre todo, las conversaciones abuelo-nieto.
Sin embargo, es un film elaborado con una puesta en escena cutre y poco imaginativa. Abundan los momentos supuestamente enternecedores, que no acaban de funcionar (y eso que el editor Miguel Doblado ha debido darse cuenta y los intenta reducir al mínimo), como un ridículo momento de regocijo del anciano y su novia, que se exponen a la lluvia, y que se supone que tiene que ser el momento «mágico», pero debería haber sido eliminado del metraje. Al menos se puede decir que es mejor que la llamativamente pésima La vida empieza hoy, otra película española sobre la Tercera Edad (y su relación con el sexo), que llega más o menos a la vez a los cines.
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No confundir con la que se estrena en breve: «La vida empieza hoy» que es malísima…y en la que interviene Pilar Bardem.