Inma Cuesta ha sido portadora del espíritu de Lorca, ha ejercido de alfarera entre la tragedia y ha vagado de boda en boda. Y es que Inma Cuesta es actriz, eso lo explica todo. También, según nos cuenta, escribe, cocina, fotografía y practica el collage. A esta lista de actividades se añade, desde el pasado Festival de San Sebastián, la de presidir un Jurado. Hasta el País Vasco fuimos para charlar con Inma sobre esta experiencia:
Has presidido el Jurado que otorga el premio de la sección Horizontes Latinos, ¿qué has aprendido del cine de Latinoamérica?
Que más allá de las películas que nos llegan a las salas desde Latinoamérica, que son evidentemente más comerciales, hay todo un cine experimental que es el que yo he visto en la sección Horizontes. Son cintas con un toque de realismo mágico en el que tienes que entrar pero que también son duras, sociales e incómodas. Haciendo el paralelismo, es como hablar aquí de la Guerra Civil, que aún escuece.
¿Ves difícil que podamos verlas en salas?
Claro, pero eso no es exclusivo del cine de Latinoamérica, pasa con todo tipo de cine. Aun así, me parece que hay que abrir las puertas para que el espectador pueda acceder a todo y elegir por sí mismo.
La experiencia de venir a San Sebastián como parte del jurado, ¿es mejor o peor que venir a presentar una película?
Es más tranquila. Puedo pasear por la ciudad, intercambiar opiniones con otros miembros del jurado… ¡y hasta ver películas! Que parece raro, pero es algo que los actores nunca podemos hacer en un festival porque no nos da tiempo.
Hablando de ver películas, ¿qué tipo de cine es el que te gusta como espectadora?
Un poco de todo. Me gusta investigar, descubrir nuevos directores… aunque con el cierre de salas de cine independiente es más complicado. Por suerte tenemos plataformas como Filmin, o incluso comprar DVDs para ver en casa, que yo aún lo hago.
¿El problema es de las distribuidoras?
El problema es que todo es un negocio. Nos pasó con “Las ovejas no pierden el tren”, que la estrenamos en cines y al cabo de dos semanas se estrenó “50 sombras de Grey”. Aniquilación total. Al final siempre pasa que hay películas que tienen muchas más posibilidades de ser vistas que otras, por la publicidad que llevan detrás.
Sí, pero por otro lado está el boca-oreja…
También, y los festivales ayudan a que se hable de estas películas menos comerciales. Lo del boca-oreja con “La novia” nos pasó: se estrenó y resultó que a la gente le interesaba.
Tanto interés luego lleva a que se hable de premios, de nominaciones… ¿cómo lo vives?
Sabiendo que forma parte del juego. Hay un problema con los premios, que se te acumulan las visiones y expectativas de los demás por encima de la tuya propia. Estás tan expuesta constantemente que a veces es complicado mantener la cabeza ordenada, pero por suerte sé mantener bien mi toma de tierra.
¿Cambia tu percepción sobre estos galardones ahora que has sido jurado?
No, la verdad es que no. Además, que en esto todo es muy relativo. Es como cuando te dicen “Ay, qué pena que te hayan nominado tres veces y no te hayan dado el Goya…”. Lo que es una pena es la visión tan negativa que tiene la gente, las ganas de ver el vaso medio vacío. Porque vamos a ver: no me lo habrán dado pero he estado nominada tres veces, que no es una tontería. Pero de nuevo, al final no se trata de que me lleve la estatuilla a casa o no.
¿De qué se trata entonces?
De que llevo haciendo personajes desde los 12 años, creciendo y aprendiendo. Mi objetivo en esto nunca han sido los premios, ni Hollywood: para mí el premio es haber podido hacer “La novia”, de Federico García Lorca. Y lo digo con toda la honestidad, de verdad. Mi meta es trabajar, hacer cada vez mejores personajes, conocer gente maravillosa, viajar… ser feliz, estar tranquila. Hollywood no es algo que me quite el sueño.
De nuevo, ¿forma parte del juego?
Sí. Siempre nos preguntáis si aspiramos a ir a Hollywood, como dando por hecho que ha de ser una meta… Que a ver, si ahora que han enviado a “Julieta” para representar a España en los Oscar al final resulta que sí y que vamos a la gala, ¡pues maravilloso, eh! O es como el momento alfombra, que no me gusta nada: tienes que ponerte ahí en plan “Princesa por sorpresa”. Yo lo hago, y lo interpreto porque es lo que toca, pero no me gusta.
¿Nunca te has emocionado en una alfombra roja?
Normalmente no, pero cuando fuimos a presentar “Julieta” a Cannes sí que fue impresionante. Recuerdo que me emocioné por primera vez con eso que para mí es un trámite: los fotógrafos con su esmoquin, la música de Chavela Vargas… ¡hasta recuerdo que solté un “Olé”!