Era de esperar que en los años sesenta vieran la luz proyectos que, quizá una década antes, habrían escandalizado a más de uno. Lo que no deja de ser sorprendente es que una cinta sobre un psiquiatra que aceptaba la existencia de deseos incestuosos en todo ser humano pueda convertirse en una cinta romántica, al más puro estilo de la época dorada de Hollywood.
Para todo estudiante de psicología, es una versión muy interesante sobre la vida de Freud, especialmente sobre sus comienzos en esa nueva ciencia de la psiquiatría, y el contexto que motivó todas sus investigaciones. Obviando la cocaína, o los rumores de perversión sexual, cualquier admirador del pensamiento contemporáneo que se precie, debe leer a Freud. A pesar de las náuseas, o el morbo.
Pero nadie va a morirse en caso de no hacerlo. Que no cunda el pánico. Aun así, hay que decir que ha sido uno de los pensadores más influyentes en el mundo en que vivimos. Aunque ya no es un referente en la psiquiatría más académica, como lo fue en otro tiempo, su filosofía permanece.
Insisto en la importancia de conocer profundamente al ‘Freud pensador‘ porque la película nos puede dar algunas pistas de lo que fue, pero también puede convencernos de que era poco menos que una hermanita de la caridad. Huston nos cuenta la historia de un marido modelo, que quiere progresar en su carrera, pero que jamás pondrá en riesgo el amor hacia su esposa o la integridad de su familia.
El sueño americano, sin duda, proyectado sobre una figura importantísima del fin du siecle europeo. Una bella historia de amor conyugal, en donde aparecen, brillantemente expuestos, los supuestos descubrimientos del psiquiatra de hace ya más de un siglo. Uno tiende a pensar que era un hombre más frío y observador, pero en la cinta vemos a un hombre apasionado y de buen corazón.
Alumbrado por los centelleantes ojos de Montgomery Clift, el personaje de Freud es convincente en esta faceta de american husband. Pero la historia siempre traiciona nuestras aspiraciones. Freud no era un profeta maldito que encontró teorías que odiaba, no fue un santo quemado en la hoguera, él mismo se hubiera reído ante su personaje.
Lo cierto es que yo no conocí a Sigmund. Conozco sus escritos sobre psiquiatría, me asustan, pero los tomo con serenidad científica. Sé que muchos son un pilar del pensamiento moderno y que otros han caducado, pero no conozco a la persona que hubo detrás. Si su vida fue tal y como cuenta «Freud, pasión secreta», tal vez hoy tendríamos que hablar mucho más y mejor de Sigmund Freud .
Una película sorprendentemente atronadora. El guión de Charles Kaufman es una condensación de las ideas en un drama de cámara de significación pesada. Todas sus teorías están abarrotadas en una paciente, Cecily Koertner. El rendimiento de Susannah York es mucho más moderado que, por ejemplo, Keira Knightley en A Dangerous Method o Tippi Hedren en Marnie. Montgomery Clift es igualmente modesta, aunque eso no significa necesariamente que sea malo. Es más, las actuaciones de la película son subordinados a su estado de ánimo.
Una condensación, la de Kaufman, casi tan meritoria como la de tu comentario. Veo muchas reflexiones interesantes en pocas líneas. Me intriga la comparación que haces entre York, Hedren y Knightley. Le daré algunas vueltas, aunque no lo veo exactamente como tú.
Gracias por dar tu opinión.